Laura Fernández. Investigadora de Matia Fundazioa

De la importancia de la participación como derecho

Laura Fernández

Investigadora de Matia Fundazioa

El pasado 14 de diciembre, desde Matia Instituto celebramos la jornada “Proyecto Como en Casa. La participación como derecho. Mi vida la decido yo”. Este proyecto, financiado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 desde el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y los fondos europeos Next Generation (Next Generation EU), pretende generar un itinerario de transformación de los centros residenciales hacia la Atención Centrada en la Persona.

Estos modelos de atención centrados en la persona se caracterizan por poner a la persona en el centro del sistema buscando que el respeto por su dignidad, derechos y autonomía sean, junto con la participación, los elementos que le den sentido y le permitan desarrollar su plan de vida. Desde esta óptica, la necesidad de apoyos y cuidados nunca puede justificar la limitación de derechos o restar valor a la persona.

Sin embargo, en ocasiones, aun compartiendo los principios y enfoque de este modelo de atención, en nuestra sociedad perdura cierta mirada edadista o capacitista que categoriza de manera absoluta a las personas en función lo que pueden o no pueden hacer, de manera estándar.

Superar esa mirada, es clave para poder avanzar realmente hacia una comunidad más inclusiva que reconozca la diversidad y la interdependencia de todos sus miembros, como un valor de la propia sociedad.

Con la mirada puesta en este objetivo, abordamos uno de los pilares de este modelo el derecho a la participación. Un derecho que, pese a ser fundamental, no siempre se tiene en consideración cuando se trata de las personas que habitualmente identificamos en situación de fragilidad o dependencia.

Es necesario reflexionar sobre cómo podemos facilitar la participación de todas las personas de acuerdo con sus deseos, intereses y necesidades. Esta reflexión ha de realizarse de manera compartida con las propias personas, sus familiares y personas significativas, para superar un esquema mental que en muchas ocasiones justifica una restricción de las posibilidades de participación de las personas por el hecho de necesitar de ciertos apoyos para su ejercicio.

En este proceso, es imprescindible partir del reconocimiento de que en toda persona se da un “nivel mínimo de participación”, que además no necesariamente será el mismo en todos los ámbitos o esferas de la vida. Así, es posible que encontremos que en muchas personas coexisten distintos niveles y deseos de participación.

En ocasiones, resulta más complejo acompañar y apoyar la participación de las personas. En estos casos, es especialmente importante articular las medidas de accesibilidad y apoyo que posibiliten ese nivel mínimo de participación. Y es especialmente importante porque el derecho de participación es, junto con el derecho a la información, un “derecho llave”; es decir, es un derecho imprescindible para que las personas podamos acceder al ejercicio de otros muchos.

Por ese motivar, garantizar la participación de quienes tiene más dificultades es un deber para todas las personas implicadas en su apoyo o atención. Se precisa implementar herramientas que garanticen que se atiende a lo que la persona desea. Estas herramientas tienen que incluir medidas de accesibilidad (física, cognitiva, sensorial) y garantizar la participación de las personas en los diseños de la atención y de la generación de nuevos recursos.

En definitiva, trabajar desde lo que es importante para la persona y junto con ella.

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