José Manuel Ribera Casado. Catedrático emérito de geriatría (UCM) Académico de Número de la RANMdeR.
José Manuel Ribera Casado. Catedrático emérito de geriatría (UCM)

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología celebra sus bodas de platino

La SEG, la Sociedad Española de Gerontología como se llamó inicialmente, nacía de forma oficial el 17 de mayo de 1948. Su acta de constitución, firmada por poco más de una veintena de personas, todos hombres, todos médicos y en su mayoría con cargos académicos relevantes, tuvo lugar en lo que entonces era la sede del Colegio Oficial de Médicos de Madrid, en la calle de Esparteros, junto a la Plaza Mayor. Desde entonces, ha llevado una vida intensa, cuyos hitos más destacados se recogen en un libro de casi 230 páginas editado con motivo del aniversario actual. En aquellos momentos era la décima sociedad científica que se creaba en España y la tercera si tomamos en consideración sólo a aquellas encuadradas en el ámbito estricto de la medicina clínica, tan sólo precedida por las de aparato digestivo (1933) y de cardiología (1944). En el mundo internacional fuimos el séptimo país del mundo en disponer de una asociación científica dedicada a la salud de la población mayor y precedimos en dos años la constitución de la IAG (International Association of Gerontology).

No voy a recoger aquí los aspectos más destacados de la historia de estos 75 años. Es imposible y para ello está el libro ya mencionado. Sí que recordaré algunas circunstancias específicas. Por ejemplo, que sus socios iniciales fueron todos varones durante muchos años. Sólo a partir de los primeros años sesenta se fueron incorporado mujeres hasta que, ya en los últimos años ochenta, llegaron a ser mayoría. Desde mediados de los noventa hasta la actualidad, la proporción se ha mantenido estable representando las mujeres alrededor de las dos terceras partes de los 2500 socios actuales. La primera incorporación femenina a la Junta Directiva no tuvo lugar hasta el año 1975.

Algo parecido se produjo si ponemos el foco en el perfil profesional de quienes constituían la Sociedad. Durante los primeros 25-30 años todos los socios eran médicos y temas en relación con la salud llenaban los programas de los primeros congresos y reuniones, así como los contenidos iniciales de la revista oficial, nacida en 1966. De hecho, aunque la Sociedad incluía en su nombre la palabra gerontología, ni los temas de investigación biogerontológicos, ni mucho menos cualquier otro relacionado con los problemas sociales o de las ciencias del comportamiento fueron tenidos en cuenta hasta que, muy poco a poco, empezaron a abrirse camino a finales de los años sesenta. La primera persona no médico en incorporarse a la Junta Directiva lo hizo, igualmente, en 1975. A partir de esos años las cosas caminaron con cierta rapidez. En todo caso, los médicos vienen a representar de manera estable desde los años noventa hasta la actualidad entre el 60 y el 70 % de la totalidad de socios. En estos momentos, son más de veinte las profesiones representadas en la SEGG.

La modificación en el nombre oficial de la Sociedad, incluyendo la palabra Geriatría ocurrió en dos fases casi continuadas al filo de los años ochenta. Desde 1993 ya se oficializó la presencia en la Junta Directiva de las tres vocalías que aún se mantienen, biológica, clínica y de ciencias sociales y del comportamiento. Ya en este siglo esta división –y esta representación- se ha ampliado añadiendo una vicepresidencia específica para cada una de las secciones mencionadas.

Las actividades desarrolladas durante estos tres cuartos de siglo han sido infinitas y han ido ajustándose en cada momento a aquello que se consideraba prioritario. El fin último ha sido siempre -y así continúa a día de hoy- el de mejorar las condiciones sanitarias y sociales en las que se desenvuelve la vida de la población española de más edad, especialmente la de aquellos de sus miembros que podían ser considerados más desprotegidos y abandonados. Eso ha implicado retos asistenciales, docentes y en el campo de la investigación en cualquiera de sus vertientes. También retos de organización y de gestión a cualquier nivel que se contemple, así como la necesidad de estar abierto a todo tipo de colaboración, con las distintas administraciones, con otras sociedades científicas y con cualquiera de las infinitas asociaciones, oficiales o no, que, afortunadamente cada vez en mayor medida, van surgiendo en nuestro país o fuera de él con una finalidad parecida a la nuestra.

Todo ello, se conmemora en este año y más específicamente en este mes de mayo. Los recuerdos y las experiencias vividas en este tiempo se pretende que supongan un nuevo punto de salida. Una palanca sólida para potenciar los esfuerzos en orden a seguir mejorando las perspectivas de nuestra población de más edad en cualquiera de los campos que se puedan tomar como referencia.

 

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