Depresión en las personas mayores.
Depresión en las personas mayores.

Depresión en personas mayores: un problema de salud que requiere atención urgente

La depresión en personas mayores emerge como un desafío creciente y complejo para el sistema sanitario y social. Esta enfermedad, que implica un estado de ánimo decaído, es cada vez más frecuente y afecta de manera especial a las personas mayores. 

Según Mercedes Bermejo, psicóloga sanitaria y vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, la prevalencia ha aumentado, especialmente tras la pandemia. Con un 14 % de los mayores de 65 años afectados, se hace evidente la necesidad de un enfoque especializado para este grupo de la población, que tenga en cuenta la etapa vital en la que se encuentra.  

La depresión en personas mayores no es un estado normal. Es una idea que hay que desechar para favorecer su diagnóstico y prevenir complicaciones. Pero sí es cierto que muchas veces este trastorno en personas mayores se asocia con otras enfermedades como demencias y enfermedades físicas, lo que contribuye a un mayor deterioro en diferentes aspectos de sus vidas, incluyendo lo social, económico, cultural y familiar. El aislamiento y la soledad no deseada también se identifican como factores que predisponen a una mayor depresión en este grupo vulnerable.

Tratamiento diferenciado

Para lograr una mejora en el paciente con depresión es necesario un adecuado diagnóstico y tratamiento que posibilite un progreso en el pronóstico y evolución. La vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid hace hincapié en la necesidad de abordar la depresión en personas mayores de manera diferenciada, teniendo en cuenta sus características evolutivas y contextuales. Subraya la importancia de evaluar las características cognitivas, académicas, intelectuales, sociales y familiares de los pacientes, así como identificar una red de apoyo.

Asimismo, propone un enfoque sistémico para “conseguir un trabajo integral y colaborativo de cara a un posible tratamiento y propuesta de diferentes pautas para poder dotar al paciente de los recursos, las estrategias y las técnicas que pueda necesitar”.Por otra parte, advierte de que el tratamiento de la depresión en personas mayores requiere tiempo y un enfoque comprensivo. La duración de un episodio depresivo puede variar en función de diversas variables, pudiendo durar varios meses, o incluso años. Y resaltó la importancia del vínculo terapéutico y del trabajo psicoterapéutico.

Concienciar, apoyar y comprender

Con un aumento significativo en la prevalencia de la depresión en personas mayores, se destaca la necesidad de una mayor conciencia social y un enfoque específico en la prevención, detección y tratamiento de este trastorno mental en este grupo vulnerable. La sociedad debe comprender y apoyar a quienes están afectados por la depresión. ¿Cómo? El Colegio de Psicólogos de Madrid nos da algunas nociones:

  • La escucha activa, empática a las personas que padecen depresión es muy importante. Que se sientan apoyadas, seguras, entendidas, no juzgadas por sus seres queridos.  Esto ayudará a aliviar su malestar y sentimientos de soledad.  La enfermedad mental no es una elección, es una enfermedad.
  • Cuidar mucho nuestras palabras con pacientes con depresión. Es normal que queramos “salvar” a nuestros seres queridos de dicho malestar, pero no siempre es bueno dar consejos ni ofrecer soluciones.  Conviene entender que se trata de un trastorno muy limitante, y que la persona que no padece no dispone de los recursos para tener una actitud más proactiva. 
  • Frases que no ayudan. “tú solo/a puedes”, “se fuerte”, “tienes que hacer más cosas”, “tienes que ser más positivo/a”, ya que no disponen de la voluntad o energía para hacerlo.
  • Frases que pueden ayudar. “te entiendo”, “estoy para apoyarte”, “no estás sola/o”, “Te vamos a apoyar…”, “quiero escucharte”, …
  • Mostrar nuestro apoyo incondicional. La depresión es una enfermedad que puede ser muy dura y el apoyo familiar y de los amigos es un gran aliado contra su lucha.
  • Ofrecerle una visión realista de las cosas, buscando otras perspectivas y alternativas, ya que es probable que tengan una tendencia pensar de manera negativa.
  • Atender a posibles indicios de pensamientos autolíticos o conductas de riesgo de suicidio. Procurar que esté acompañado/a.
  • Pedir ayuda profesional para que pueda establecer un diagnóstico y tratamiento adecuado. La depresión suele tratarse con atención psicológica, y en algunos casos combinado con fármacos antidepresivos que regulan el estado de ánimo.  No interrumpir ninguno de ambos tratamientos sin prescripción profesional.

Por su parte, los profesionales de la salud mental deben adaptar sus intervenciones a las necesidades específicas de las personas mayores. La clave está en comprender, apoyar y proporcionar un tratamiento personalizado que marque la diferencia en la vida de las personas mayores.

Mercedes Bermejo

La psicóloga sanitaria y vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid señala que es crucial detectar los signos de depresión a tiempo. Existe una línea delgada entre la tristeza adaptativa y la enfermedad mental. Entre los signos de alerta que destaca se encuentran los cambios en el sueño y la alimentación, la falta de energía y pensamientos recurrentes suicidas. En personas mayores, también predominan problemas de memoria, cambios en la personalidad, fatiga y pérdida de apetito. Así lo explica:

  • Psicológicos o emocionales: es frecuente que aparezcan sentimientos de tristeza, ansiedad, desesperanza, culpabilidad, inutilidad, baja autoestima, estrés, algún tipo de fobias, obsesiones… entre otros.
  • Físicos: suele aparecer fatiga y/o falta de energía, dolores persistentes (digestivos, de cabeza etc.), trastornos del sueño como insomnio, despertares frecuentes durante la noche, dormir durante muchas horas seguidas, dolores crónicos, otras enfermedades asociadas…
  • Conductuales: Pérdida del apetito o apetito exacerbado, agitación, consumo de sustancias, intentos autolíticos, ideas o intentos de suicidio.
  • Cognitivos: Dificultad para concentrarse, recordar cosas, o mantener la atención, así como la sensación de pérdida de control.
  • Sociales: Pérdida de interés en la realización de actividades que antes agradaban. Asimismo, puede darse también la pérdida por el interés en mantener relaciones sociales, así como disminución del apetito sexual.
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