“La proactividad implica tener iniciativa y capacidad para anticipar necesidades y/o dificultades futuras”, señala la directora del Área de Teleasistencia de Asispa, Sonia Zapico.
En este proceso, la tecnología es, por tanto, una aliada extraordinaria, “tanto para la obtención automática de información, a través de sensores, como para el tratamiento inteligente de los datos obtenidos, con reportes y algoritmos que faciliten conclusiones”.
Pero, una vez más, los profesionales son fundamentales. “Con la información facilitada por la tecnología, deben ser capaces de valorar circunstancias personales que escapan a los algoritmos y llevar a cabo las actuaciones necesarias derivadas de la situación de riesgo”, señala Zapico. Y añade: “Tiende a identificarse la capacidad predictiva únicamente con la tecnología, pero el factor humano es clave para hacer realidad una atención proactiva”.
Conocer las rutinas y patrones de comportamiento del usuario en tiempo real, da la oportunidad de identificar, de forma precoz, desviaciones en las rutinas que puedan ser indicativas de un riesgo, facilitando con ello una intervención preventiva o temprana. Hace posible también la prestación de servicios cada vez más personalizados, que se adapten de forma dinámica a las necesidades de las personas atendidas.
Actualmente, ya es posible actuar antes de que surja el riesgo. “En el servicio de teleasistencia de nuestra entidad, la telemonitorización de constantes en personas usuarias con enfermedades crónicas nos permite identificar descompensaciones y poder anticipar así la intervención médica. Un gran salto tecnológico que permite mejorar la salud de nuestras ciudades y, por tanto, prevenir, proteger y promover la salud colectiva e individual”, explica Zapico.
Asispa tiene especial cuidado con la información obtenida para abordar las nuevas necesidades de diferentes colectivos. “En contextos de violencia de género, la información facilitada por los sensores se está utilizando para identificar eventuales situaciones de riesgo derivadas, por ejemplo, de la proximidad del agresor”, detalla.
En otras situaciones complejas como la soledad no deseada y la prevención del suicidio, con un componente emocional muy relevante, “estamos comprobando que no resulta tan fácil correlacionar hechos concretos o rutinas con situaciones de riesgo reales. Por ello, donde la inteligencia artificial no llega, contamos con un equipo humano experimentado capaz de establecer y generar vínculos directos con las personas usuarias para detectar, trabajar y minimizar de manera conjunta esas dificultades y escenarios de riesgo”.
Respecto a la telemedicina, la directora del Área de Teleasistencia de Asispa comenta que es una realidad: “Ya está aquí y ha venido para quedarse”. En el sector sanitario (y con especial presencia tras la crisis de la Covid-19) está utilizándose cada vez más y de maneras muy creativas. En cuanto a la telemedicina como parte integrante de la teleasistencia, Zapico asegura que también es una realidad, “aunque minoritaria aún”. Para poder consolidarse y ampliarse, “resulta necesario intensificar la colaboración entre el área de lo social y el área sanitaria”.
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