Todos los centros residenciales comparten un mismo objetivo y no es otro que el de mejorar la calidad de vida de las personas mayores e impulsar su bienestar físico y emocional. Para conseguirlo, el grupo residencial Amavir dispone de varias herramientas valiosas y una de ellas, desde hace varios años, son las terapias asistidas con animales, en este caso perros.
Los terapeutas ocupacionales de Amavir Ciudad Lineal, Irene Sanz y Mario Sánchez, han valorado, en el programa de radio Palabras Mayores, producido por Grupo SENDA en la sintonía de Capital Radio, la importancia de estas terapias, en un pilar esencial en el bienestar de los usuarios.
El contacto directo con los animales fomenta la conexión y las capacidades cognitivas y sociales, mientras que reduce el estrés. Además, refuerza el sentido de comunidad y pertenencia no solo entre los residentes, sino también entre los cuidadores. Experiencias enriquecedoras que “trascienden de las terapias convencionales”, según Mario Sánchez.
“Las terapias trabajan el estado emocional, el bienestar y la autoestima, porque, al relacionarse con los perros estos muestran mucho afecto hacia las personas mayores y eso hace que se sientan mejor”, agrega.
Amavir lleva realizando estas terapias dos años, “con unos resultados estupendos”. Irene Sanz ha destacado que “el nivel de participación es cada vez mayor, acercándonos a estas terapias alternativas a las farmacológicas”. “Ha habido unas mejorías tremendas, tanto a nivel de participación y asistencia como a nivel de mejoras físicas y emocionales en muchos de los usuarios, sobre todo en aquellos que tienen un deterioro cognitivo más avanzado y estaban más desconectados del medio”, añade.
Las sesiones de terapia se realizan mensualmente. Sánchez ha destacado que se realizan “una vez al mes durante dos horas y se dividen en dos sesiones”. “La primera hora va destinada a aquellos que tienen un mayor nivel de dependencia. Nos centramos más en terapias ambientales, que puedan estar con el animal. Los resultados son muy significativos, Tenemos una residente que presenta deambulación errática por el deterioro cognitivo que presenta y es alucinante ver los beneficios que le produce”, detalla.
Además, ha añadido que los usuarios pasan de tener “un rol de ser cuidados a ser cuidadores, lo que les produce un empoderamiento”: “La segunda sesión es para aquellos que tienen un deterioro cognitivo más leve. Se realizan actividades que son más complejas con los perros. Nos centramos sobre todo también en estimulación cognitiva y también en actividades manipulativas que pueden ser de construcción, categorización de colores, de formas”.
Por su parte, Irene Sanz ha puesto en valor también la importancia de los familiares porque pueden acompañarlos en la sala. “Son sesiones más alternativas, más abiertas, muy flexibles, miramos mucho por cómo se siente la persona. Ver al familiar cómo pasa de estar totalmente desconectado del medio a estar conectado les emociona”, ensalza.
Ante el avance de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial, los terapeutas ocupacionales destacaron que no usaban robots, mientras que sí que empleaban bebés terapéuticos. “Usamos también peluches en residentes con mayor deterioro cognitivo, los utilizan como elementos de apego”, detalla Sanz.
“A nivel físico tiene muchas ventajas, porque se ha comprobado que es muy beneficioso en personas con rigidez muscular por el deterioro que tienen. No es lo mismo que tú le muevas el brazo para hacer una flexo extensión a que tú le pongas un animal, le cojas la mano. Esta persona, solamente por querer acariciar al animal, va a mover ya el músculo de una forma activa y va a tener un beneficio a nivel sensitivo”, destaca la terapeuta.
Las terapias asistidas con animales también impactan muy positivamente en los cuidadores. Sanz ha puesto en valor que se genera “un clima agradable, confortable, cercano y bueno, se trata de una experiencia muy bonita”. ”Es una alegría tremenda ver cómo están ellos de contentos, que están preguntándote -y cuando vienen-, y las familias se implican mucho”, finaliza.
Durante el programa, la directora de Amavir El Encinar del Rey, en Valladolid, Luz Pelayo, habló del proyecto “Nos echamos una pata” por el que “se pretende buscar un hogar a perros abandonados, un hogar definitivo y, mientras, tanto tener al perro siendo cuidado por los mayores y beneficiándose el perro de los cuidados y del cariño, y los usuarios de la compañía del animal”.
“La diferencia principal es que son perros que acogemos de la protectora municipal que, durante un tiempo, viven, conviven en el centro y están con los residentes mañana, tarde y noche. Es un trabajo de equipo porque se tienen que implicar también los compañeros, los profesionales, incluso las familias”, agrega.
Luz Pelayo ha hecho hincapié en que “estas terapias mejoran las interacciones y las habilidades sociales, su calidad de vida y vitalidad”: “Evita el aislamiento y fomenta la empatía. La verdad es que es un proyecto que toca muchísimos aspectos y que ha sido muy bien acogido, tanto por residentes como por las familias. Solo podemos decir cosas positivas del proyecto”.
Vicky García, terapeuta ocupacional del centro vallisoletano, ha reconocido que “se han cumplido todos los objetivos marcados”. “Les ayuda en su proyecto de vida, les empodera porque ven que todavía son capaces de poder cuidar a otro ser. Trabajamos, además, muchas actividades instrumentales de la vida diaria”, anuncia.
Como anunciamos con los terapeutas del centro madrileño, las terapias caninas también impactan significativamente en los profesionales. Vicky García ha resaltado que “las relaciones sociales se fortalecen y, cuando salen adoptados, produce mucha alegría”: “Dan mucha armonía, paz y beneficios emocionales”.
Para conocer más en profundidad este proyecto, dos usuarios de Amavir El Encinar del Rey, en Valladolid, Toño y Secundino, también participaron en el programa. El primero de ellos reconoció que lo hacía “con gusto” porque le aporta más el perro al usuario que viceversa: “La afectividad que yo le doy no tiene nada que ver con la que me dan ellos. La vida en el centro no sería igual sin estos animales”.
Por su parte, Secundino también valoró positivamente la iniciativa. “Como terapia, psicológicamente, pienso que es muy importante para las personas mayores. Yo he visto personas que no sonríen nunca, ni hacen un halago a nadie y, sin embargo, a los animales les acarician de una forma que se ve que lo hacen con cariño y ganas. Para mí también es imprescindible tener un perro aquí conmigo”, finaliza.
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