En el contexto actual, donde el envejecimiento de la población es una realidad de nuestra sociedad, la educación social tiene una importancia cada vez mayor en la atención a las personas mayores, respondiendo a sus necesidades específicas. Como profesionales de la Educación Social desempeñamos un papel esencial en la promoción del bienestar de los mayores, diseñando y desarrollando programas que no solo garantizan una atención personalizada, sino que también respetan su dignidad y derechos. Nos aseguramos que las personas mayores tengan calidad de vida y autonomía propia, favoreciendo su participación e integración en la comunidad y promoviendo un entorno en el que se sientan valoradas. A través de nuestro trabajo, creamos espacios de inclusión previniendo el aislamiento y el empoderamiento de los mayores, de forma que cada persona pueda envejecer de manera digna y plena.
Por M.ª Isabel Rodríguez Carmuega
Presidenta del Colegio Profesional de Educadores y Educadoras Sociales de la Comunidad de Madrid (CPEESM)
El Día de la Educación Social se celebra el 2 de octubre y es una fecha clave para reconocer y dar visibilidad a la labor que realizamos las educadoras y los educadores sociales para mejorar la calidad de vida de personas y comunidades. En ese día, resaltamos cómo nuestra profesión contribuye a la transformación social, promoviendo la inclusión y el bienestar de las personas, actuando como mediadores,orientadores y agentes de cambio.
La importancia de esa fecha reside en la necesidad de visibilizar las múltiples funciones que desempeñamos con diversos colectivos, aprovechando la ocasión para reflexionar sobre los desafíos y necesidades del sector. Es, además, un momento crucial para impulsar el reconocimiento institucional de la profesión, subrayando nuestro papel indispensable en la construcción de una sociedad más justa, equitativa y solidaria.
El trabajo que desempeñamos las educadoras y los educadores sociales con las personas mayores consiste en profundizar en su atención, especialmente en aquellos colectivos con dependencia o discapacidad. Queremos mostrar que en nuestra la labor no solo se abordan los aspectos físicos, sino que vamos más allá del simple acompañamiento, enfocándonos en fomentar la inclusión social, la independencia y la autonomía personal; aspectos que enriquecen y mejoran la calidad de vida de manera integral. Además, también abordamos aspectos emocionales, relacionales y educativos, es decir, contribuimos de manera crucial en el bienestar del grupo.
La educación social, en el ámbito de la atención a los mayores, se orienta en mejorar la calidad de vida mediante el uso de herramientas educativas. A diferencia de otros profesionales centrados en el cuidado físico o material, las educadoras y los educadores sociales trabajamos para abordar las necesidades de las personas mayores desde una perspectiva social y educativa, con el objetivo de impulsar la transformación social y fomentar la participación activa y comunitaria, ayudando a evitar situaciones de soledad no deseada. Asimismo, nuestras acciones se basan en el Código Deontológico de la profesión, garantizando el respeto y las condiciones dignas de las personas mayores.
Educadores sociales en residencias, centros de día y en el domicilio de las personas mayores
Nuestro trabajo en residencias y centros de día incluye diferentes programas diseñados y ejecutados por educadoras y educadores sociales. Estos programas pueden ser talleres de estimulación cognitiva, enfocados en mantener y mejorar las capacidades cognitivas y motoras de los mayores, actividades o programas artísticos y recreativos, o incluso cursos de alfabetización digital.
También se diseñan y coordinan programas intergeneracionales que facilitan el intercambio de experiencias entre personas mayores y jóvenes. A nivel domiciliario, se organizan visitas regulares, y se asesora sobre actividades que se pueden realizar adaptadas a las necesidades individuales de cada persona, con el objetivo de ayudarles a mantenerse conectados con su entorno y mejorar su calidad de vida.
Promoviendo el bienestar emocional y social
Los educadores y educadoras sociales desempeñamos un papel crucial en la promoción del bienestar emocional y social de las personas mayores mediante una intervención completa. Nuestra labor incluye promover la autoestima, el sentido de pertenencia y las relaciones sociales, mediante talleres de habilidades sociales y grupos de apoyo, que favorecen la integración y el fortalecimiento de los vínculos sociales.
Asimismo, uno de los pilares de nuestra profesión es identificar y abordar situaciones de vulnerabilidad emocional, como la depresión y la ansiedad, creando ambientes educativos y relajados donde los mayores pueden expresarse con libertad. Además, brindamos apoyo durante las transacciones vitales, como el ingreso en una residencia o la pérdida de seres queridos. Estas intervenciones son fundamentales para prevenir el aislamiento y preservar un sentido de propósito y bienestar en la vida de las personas mayores.
Un ejemplo de intervención son los talleres de habilidades sociales, que ayudan a los mayores a mejorar su comunicación con sus familias y a establecer nuevas amistades.
Las educadoras y los educadores sociales trabajamos con el objetivo de impulsar la transformación social y fomentar la participación activa y comunitaria
Los grupos de apoyo representan otra forma efectiva de intervención, proporcionando un espacio seguro para que las personas mayores compartan experiencias y sentimientos. Además, no hay que dejar de lado las actividades recreativas, como pueden ser manualidades, juegos de mesa o música en grupo, que no solo brindan entretenimiento, sino que además fomentan la interacción social y la autoestima.
Empoderamiento y autonomía
El empoderamiento de las personas mayores es un objetivo fundamental para los educadores y educadoras sociales. Nos esforzamos por alejarnos de enfoques asistencialistas, promoviendo en su lugar la autonomía y la capacidad de decisión de estas personas. A través de programas de educación buscamos que los mayores sigan tomando decisiones sobre su propia vida. Un ejemplo de esto es enseñar a los mayores a utilizar nuevas tecnologías para mantenerse conectados con sus familias o capacitarlos en la gestión de tareas diarias.
Estos programas están destinados a mejorar sus habilidades y mantener la independencia. Al tomar decisiones sobre su vida cotidiana, refuerzan su autoestima, dignidad y sentido de control, contribuyendo de esta forma a una vida más autónoma y satisfactoria. Por otro lado, en el marco de la formación que ofrecemos, se imparten cursos sobre derechos sociales y legales, de manera que los mayores conocen y ejercen sus derechos, fortaleciendo de esta forma su capacidad de autogestión.
Mediación y resolución de conflictos
A menudo asumimos el papel como mediadores en situaciones de conflictos familiares o institucionales en los que los mayores pueden verse involucrados. Por ejemplo, en situaciones donde una familia no se pone de acuerdo sobre el tipo de cuidado que un mayor debe recibir. En ese caso, los educadores sociales facilitamos conversaciones respetuosas buscando soluciones que prioricen el bienestar del mayor.
Además, intervenimos para mejorar la comunicación y promovemos la resolución de los conflictos de manera justa y respetuosa, ayudando a resolver desacuerdos familiares sobre el cuidado de la persona. Esto nos permite asegurarnos de que las necesidades del mayor se atiendan debidamente y se comprendan. Este papel es primordial para garantizar un entorno seguro y armónico, donde los mayores se sientan valorados y respetados.
Prevención del aislamiento y la soledad
Uno de los mayores desafíos en la atención a las personas mayores es la prevención del aislamiento social y la soledad no deseada. Los educadores y educadoras sociales desempeñamos un papel esencial al desarrollar programas que fomentan la interacción social y mantienen a los mayores conectados a sus redes sociales.
Hay que tener en cuenta que la desconexión familiar y comunitaria puede tener graves consecuencias emocionales y de salud para los mayores. Para prevenir el aislamiento, facilitamos la participación en eventos comunitarios, actividades grupales y encuentros, promoviendo la conexión con su entorno. Por otro lado, trabajamos conjuntamente con el Ayuntamiento de Madrid como “Antena” para detectar casos de soledad no deseada.
De igual forma, tenemos implementados programas de voluntariado intergeneracional, donde jóvenes realizan visitas a los mayores y colaboran en proyectos conjuntos. Además, fomentamos el uso de la tecnología para que los mayores puedan mantenerse en contacto con familiares lejanos y participar en redes sociales. Estas iniciativas no solo previenen el deterioro cognitivo y emocional, sino que también disminuyen el sentimiento de soledad, creando una red de apoyo que enriquece su vida.
Impacto en la calidad de vida de las personas mayores
Existen estudios que muestran cómo la intervención social tiene un impacto positivo en la calidad de vida de los mayores. Las personas que participan en programas liderados por educadores sociales tienden a tener mayores niveles de satisfacción, una mejor salud emocional y mayor interacción social. Del mismo modo, los testimonios de familiares y otros profesionales de la salud resaltan cómo nuestra labor complementa de manera esencial el trabajo médico y asistencial.
Nuestra labor incluye promover laautoestima, el sentido de la pertenencia y las relaciones sociales
Diversos testimonios han evidenciado el impacto positivo de la intervención social en la calidad de vida de los mayores. Tanto familiares como profesionales de la salud y otros ámbitos han subrayado la capacidad que tienen las educadoras y los educadores sociales para establecer conexiones personales con los residentes, mejorando la dinámica de los equipos y el bienestar general de los pacientes.
Desafíos y oportunidades en la educación social
A pesar del impacto positivo que tenemos en la atención a los mayres, las educadoras y los educadores sociales nos enfrentamos a diario a numerosos desafíos. Aunque nuestra labor es necesaria, a menudo no recibimos la valoración adecuada ni estamos integrados plenamente en equipos interdisciplinarios, esto unido a la falta de recursos, tanto financieros como humanos, nos limita la capacidad para ofrecer programas continuos y de alta calidad. La integración con otros servicios de atención también puede resultar complicada debido a la falta de coordinación y comunicación entre los distintos actores involucrados en la atención geriátrica. Estos obstáculos restringen el alcance de nuestro trabajo y dificultan su visibilidad en el ámbito de la atención a mayores.
Es esencial fomentar la colaboración entre educadores sociales y otros profesionales, como médicos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales o psicólogos, para mejorar la realidad social de las personas mayores. Integrar a los profesionales de la educación social en equipos multidisciplinares permitiría una atención más completa y personalizada. Proyectos exitosos han demostrado que la colaboración entre educadores sociales y otros profesionales produce mejoras significativas en la vida de los mayores. Además, la participación en foros y conferencias sobre geriatría podría proporcionar a la sociedad una visión más clara del valioso trabajo que se realiza, que actualmente no recibe el reconocimiento adecuado.
En algunos centros geriátricos, se han implementado En algunos centros geriátricos, se han implementado educadores sociales que colaboran educadores sociales colaboran estrechamente con médicos y terapeutas ocupacionales. Juntos diseñan actividades que no solo abordan necesidades médicas, y mejoran la movilidad, sino que también tienen en cuenta aspectos emocionales, sociales y culturales. Estas actividades estimulan la mente y refuerzan la autoestima de cada persona mayor.
Otro ejemplo es la colaboración en programas envejecimiento activo, en las que se combinan ejercicios físicos con actividades cognitivas y sociales. Este enfoque holístico ha demostrado ser altamente eficaz mejorando tanto la salud física como el bienestar emocional de los mayores.
Proyectos colaborativos exitosos
En España, algunas iniciativas han evidenciado el éxito de la colaboración entre educadores sociales, terapeutas ocupacionales y trabajadores sociales creando entornos más inclusivos y participativos. Algunos ejemplos son los siguientes:
En Madrid
Programa “Envejecimiento Activo”, impulsado por el Ayuntamiento de Madrid, integra a educadores sociales y otros profesionales, demostrando que este enfoque mejora la movilidad y bienestar de los participantes, promoviendo una vida más activa.
En Valencia
“Espacio +60”, incluye la colaboración de varios profesionales, entre ellos educadores sociales. Combinan talleres de habilidades sociales, actividades recreativas y sesiones de apoyo. Los participantes han experimentado una mayor satisfacción con sus vidas reduciendo niveles de ansiedad y estrés.
En Sevilla
Programa “Red de Voluntariado Intergeneracional”. Este programa reúne a educadores sociales con voluntarios jóvenes para relazar visitas y actividades conjuntas con personas mayores. Los mayores han reportado un descenso de la sensación de soledad y un incremento en la participación de actividades sociales.
En Bilbao
Programa “Atención Psicosocial a Mayores”, programa que combina el trabajo de educadores sociales y otros profesionales, mejorando la salud mental de los participantes.