La pandemia nos ha mostrado que la sociedad tiene la obligación de acercar las nuevas tecnologías a las personas mayores por muchos motivos. En esos momentos, hubo necesidades que solo podíamos cubrir a través de la tecnología y de internet, ya fueran trámites con la Administración, consultorio médico, abastecimiento, gestiones. Por no hablar de la necesidad de comunicarnos con los nuestros, de sentirnos cercanos y acompañados dentro del aislamiento.
Esta situación puso en evidencia la necesidad de tener una serie de conocimientos básicos en el manejo de dispositivos móviles y nuevas tecnologías, conocimientos que aportan grandes beneficios tanto cognitivos como sociales, pues nos ayudan a estar comunicados, informados, entretenidos, activos, etc.
Las personas mayores no son tan activos y tan digitales como la población de menor edad, pero utilizan la red para intercambiar mensajes y comunicarse por vídeo con familiares y amigos por Whatsapp y SMS, y también para informarse, leer la prensa y ver noticias. Estas dos son las actividades más generalizadas. Algunos, aunque en menor medida, también utilizan internet para realizar gestiones administrativas, bancarias, sanitarias, y también para comprar, e incluso para participar en las redes sociales.
El porcentaje de personas mayores que usan Internet ha aumentado. Según el barómetro de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP), en la actualidad, representan 6 de cada 10 (59,5%), mientras que en 2019 no llegaban a la mitad (46,8%) y en 2017 eran el 32,7%. Sin embargo, este mismo estudio concluye que el 40%, nunca ha accedido a internet, y 3 de cada 10 no pueden hacer gestiones cotidianas por falta de conocimiento.
Nosotros también lo vemos en nuestra entidad y en los programas de alfabetización digital para las personas mayores. Existe una gran brecha digital en esta población y aunque se ha avanzado enormemente, aún no se ha llegado a unas cuotas de digitalización que nos hagan pensar que la brecha se ha reducido de forma sustancial. Hay que seguir insistiendo porque hay muchos colectivos y situaciones donde esa brecha es demasiado importante.
También es cierto que, a la hora de estudiar esta brecha, hay que tener en cuenta los tramos de edad y la incorporación de un nuevo perfil de personas mayores que, aún teniendo cierto déficit en la formación digital, ya no se les puede considerar “analfabetos integrales-digitales”. Y, por supuesto, hay que hacer hincapié en la ruralidad como factor esencial en cuanto a las dificultades de conexión, la inexistencia de redes de internet, y otros muchos factores.
Las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) han traído muchos avances a la sociedad: facilidad de acceso a la información, acortar los tiempos en ámbito laboral, mejor la conectividad entre personas, etc. El problema surge cuando no todas las personas tienen las capacidades, bien sean de acceso o de conocimiento, a estas nuevas tecnologías.
Y para muchas personas mayores realizar tareas tan sencillas en el día a día cómo sacar dinero de un cajero, abrir un email o mandar un Whatsapp son verdaderos reto. Según datos de Eurostatat (2020), solo el 6,5 % de los mayores españoles tienen destrezas digitales como para manejarse de manera autónoma en entornos tecnológicos. Y solo el 20 % de los mayores de 65 años utilizan internet de manera diaria.
En un mundo cada vez más dependiente de las nuevas tecnologías, la falta de acceso o de conocimiento genera unas desigualdades que van dejando atrás a todo aquel que no puede seguir el ritmo, un ritmo que cada vez es más elevado y técnico.
Creo que la importancia de la lucha por reducir esa brecha va en el sentido de la mejora de calidad y acceso a los derechos sociales. En una sociedad digitalizada como la actual, las relaciones con la Administración, la economía, con la familia, el ocio, la cultura, y con el mundo, dependen de las nuevas tecnologías. El acceso a los servicios, y por tanto a los derechos, depende de que sepamos y podamos usar las nuevas tecnologías. Esto es importante para la población en general, pero más aún para las personas mayores y para aquellas en desventaja social. Reducir la brecha digital es reducir la exclusión social.
Además de la falta de acceso (no todos tienen equipos ni conexión a Internet en sus hogares) y de conocimiento, muchas personas mayores tienen miedo a lo nuevo, lo que les hace ser muy prudentes.
Los mayores necesitan programas de formación, en los que profesores cualificados les enseñen y acompañen, de manera presencial, a usar estas tecnologías de una forma práctica y enfocada a su aplicación cotidiana. Estas formaciones presenciales también son interesantes porque permiten hacer grupo, así se animan a no dejar la formación a medias. Por su puesto, los cursos deben realizarse en locales habilitados, tanto en espacio como en medios y herramientas y soportes digitales.
Hay que informar y sensibilizar a estas personas de que internet es la ventana que nos puede hacer la vida más fácil y accesible, y que elimina barreras sociales y el aislamiento. Las personas mayores deben comprender que estas herramientas son útiles para estar conectados con sus seres queridos y con la sociedad. Y que, por su puesto, favorecen su calidad de vida.
Para ello, se deben realizar actividades que sean de su gusto y facilitarle el equipamiento necesario. También enseñarles las aplicaciones que se adapten a sus necesidades y que les pueden ayudar a entretenerse y a aprender cosas nuevas.
Hay que hacerles partícipes del presente de una manera más activa y visible, ya que el sacar un mayor partido a las nuevas tecnologías les puede beneficiar en muchos aspectos de su vida.
Debe realizarse una inversión en la mejora del conocimiento, sobre todo en zonas rurales. Además, un objetivo prioritario es ofrecer la posibilidad de que las personas mayores accedan a una formación básica en el manejo de dispositivos móviles.
Creemos que se deben potenciar las acciones formativas básicas y especializadas en nuevas tecnologías, que es el principal objetivo del proyecto Los Mayores Forman la Red de Castilla La Mancha, facilitar que las personas mayores tengan acceso a las herramientas informáticas, sobre todo, aquellas que carecen de recursos y/o se encuentran en soledad.
Tener una tablet o un smartphone puede ser más o menos accesible en cierta población, pero hay que contar con el precio de acceso a Internet, datos, etc. que puede limitar el uso y el aprendizaje.
Asimismo, se deben fomentar más las ayudas sociales y la accesibilidad para hacer frente a los gastos que suponen tener un dispositivo en personas mayores con rentas más bajas, así como mejorar la accesibilidad y la conexión a Internet en muchas zonas rurales. Todo ello puede ser una gran iniciativa social.
Por su parte, la sociedad debe invertir en la ayuda al desarrollo del conocimiento digital de este colectivo, para que pueda beneficiarse de lo que pueden aportar las nuevas tecnologías.
Para nosotros estas son las claves para reducir esa brecha digital.
El apoyo y ayuda de familiares, vecinos o cuidadores es fundamental. Los hijos y nietos, con destrezas adquiridas en edades mucho más tempranas, van a ser los primeros apoyos en el aprendizaje de las nuevas tecnologías para los mayores.
Dedicarles el tiempo necesario en un espacio tranquilo y hacerles partícipes de lo que se va realizando, fomentará que pierdan esa tecnofobia que muchas veces es el primer culpable en la brecha digital.
Los cuidadores pueden convertirse también en un soporte de ayuda y formación en nuevas tecnologías, pues permiten que los mayores puedan tener una mejor conectividad con sus familiares y amigos. De esta manera tendrán una mejor comunicación y relaciones sociales, evitando el aislamiento social.
Con recursos sociales y económicos, se puede superar esa brecha, y desde Inciso intentamos apoyar a este colectivo a través de formaciones dirigidas al conocimiento de estas herramientas para el uso en su vida diaria que les permita obtener ayuda y múltiples beneficios.
Enseñar a los mayores dónde pueden acceder a formación acerca de las TIC es hacerles más independientes en el mundo tecnológico. Existen infinidad de tutoriales y vídeos explicativos en la propia red que abren un abanico inmenso de conocimiento. Pero, por nuestra experiencia, las personas mayores requieren de acompañamiento digital, de la presencialidad, de una formación gradual y formación que les sirva también para practicar y de recordatorio.
Por eso es imprescindible apoyo institucional para que se sigan desarrollando programas de formación en nuevas tecnologías para los mayores desde todos los organismos e instituciones, como ayuntamientos, centros de mayores o asociaciones.
Iniciativas como las que desarrollamos en Inciso Integración con programas de alfabetización digital dirigidos a mayores de Castilla la Mancha es un ejemplo. A través de actividades formativas, llegamos a personas de más de 60 años de toda la región, que son los que necesitan más formación a este nivel, proporcionando talleres y cursos donde apostamos por una formación continua y sistemática, proporcionando facilidad al acceso a internet con herramientas y redes, ayudando en este proceso de digitalización de las personas mayores.
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