El estado de alarma nos ha hecho ver, a través de los medios (instrumentos más eficaces que nunca de comunicación), las necesidades
que ha tenido que afrontar el sector sanitario y el sociosanitario ante esta
crisis sanitaria. Esos profesionales que en los centros de salud, los hospitales o centros residenciales, han tenido que luchar contra el peor de los enemigos: no la enfermedad en sí, que ya es un enemigo duro sobre todo por lo desconocido, sino que han tenido que hacer frente a uno aún mayor, la falta de medios (los famosos Equipos de Protección Individual, EPI) para luchar con todas las garantías. Es decir, para poder desarrollar su labor con la mayor eficacia.
En todos los casos, han suplido esa falta de material, de medios, con una profesionalidad a prueba de todo, de desvelos, de angustias, con el mayor de los compromisos y con la lealtad más férrea a su vocación, a su objetivo último: cuidar. Pero, ¿cómo se hace para cuidar sin los medios necesarios? ¿Cómo se lucha con la desesperanza que supone saber que no puede hacerse otra cosa?
Del mismo modo, reconocer que trabajar los miedos y compartir aquello que sentimos, sean esos sentimientos de la intensidad que sean, los hace más llevaderos porque, como atestigua, compartir la carga y trabajar los miedos es buena idea. “Trabajar la capacidad de mantenernos tranquilos practicando ejercicio de relajación, visualización e incluso respiración en la propia circunstancia”, es más que recomendable para Terrón.
Una de las sensaciones que los profesionales del cuidado han manifestado estos días ha sido “impotencia”. Una emoción que, según la psicóloga, se produce cuando existe una incapacidad de tener un impacto en una circunstancia para cambiarla, para orientarla a nuestro favor. Y, aunque parezca una obviedad, “cuando no depende de nosotros, no podemos hacer nada”. Bueno, sí se puede hacer algo: “Aceptar este hecho hace que redirijamos los recursos atencionales a lo que sí podemos cambiar dejando de perder nuestro tiempo en lo que no podemos controlar y siendo más eficaces en nuestra gestión”, afirma la experta.
“miedo” o “angustia”, porque tanto el miedo como la ansiedad forman parte de los posibles síntomas que pueden mostrarse cuando se intenta mantener el control. ¿Son peligrosas? Terrón asegura que cuando se convierten en extremas o incontrolables “es cuando debemos parar a recuperar la calma porque pueden ser contraproducentes. Lo que nos protege (miedo sano, adaptado y ansiedad facilitadora del rendimiento) puede convertirse en nuestro peor enemigo (miedos paralizantes y ansiedad inhibitoria del rendimiento) por lo que conocer estos mecanismos y protegernos es síntoma de salud y funcionalidad”.
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