A medida que envejecemos, nuestros tejidos, músculos y articulaciones sufren una degeneración progresiva que afecta en el plano cognitivo y funcional. En el caso del cerebro, la pérdida de neuronas provoca un deterioro de las capacidades cognitivas. Entre ellas la memoria, pero no es la única. Teresa Moreno, coordinadora del Grupo de Estudio de Neurogeriatría de la Sociedad Española de Neurología (SEN), aclara que “el cerebro no es solo memoria” y que también son muy importantes otros aspectos como el aprendizaje, procesamiento de la información, agilidad mental, solución de problemas, control de impulsos, capacidad de orientarse, etc. “Dependiendo del área del cerebro que se lesione antes o más, se aprecian los síntomas de que nuestro cerebro está envejeciendo”.
El envejecimiento cerebral es un proceso generalizado, todos estamos expuestos, aunque no del mismo modo. Pero la degeneración no solo depende de la biología, también existen factores ambientales que son determinantes para la salud cerebral y neuronal.
La doctora Moreno explica que existen estudios prospectivos (que registran los hábitos de individuos desde la etapa infantil hasta que son adultos mayores) que demuestran que hay cuatro elementos clave que mejoran la capacidad cognitiva de las personas a largo plazo. Y son los siguientes:
Estas indicaciones mejoran mucho la salud neuronal. Y, en el caso de estar predispuesta a padecer una enfermedad neurodegenerativa o demencia, retrasa los síntomas. “Se trata de premisas fáciles de cumplir con las que podemos retrasar el envejecimiento cerebral. Y cuanto antes se empiecen a poner en práctica, mejor”, apunta la neuróloga.
Otro aspecto que se está estudiando cada vez más es el entrenamiento mental. Cualquier tipo de actividad mental como leer, escribir, hacer sudokus, sopa de letras o crucigramas resulta beneficioso. “De nota sería aprender un idioma, aprender a tocar un instrumento o estudiar una carrera, pero cualquier ejercicio mental mejora la capacidad cognitiva y retrasa la aparición de los síntomas propios del deterioro cognitivo que puede darse con la edad”, afirma la doctora Moreno.
Este tipo de entrenamiento es favorable a cualquier edad, porque lo más importante es adquirir suficiente reserva cognitiva, que no es otra cosa que el conjunto de recursos cognitivos que una persona obtiene en el transcurso de su vida. Las personas con una mayor reserva cognitiva pueden evitar con mayor eficiencia los síntomas de los cambios cerebrales degenerativos asociados con el envejecimiento e incluso con patologías como la demencia u otras enfermedades cerebrales, como el Parkinson, la esclerosis múltiple o un accidente cerebrovascular.
El entrenamiento cognitivo no retrasa la muerte neuronal, ni cura la enfermedad neurodegenerativa, “el cerebro sigue avanzando en la pérdida de neuronas, pero retrasa la edad a la que se notan los signos. Y eso es lo que realmente importa a la persona”, indica la coordinadora del Grupo de Estudio de Neurogeriatría de la SEN.
También son muy importantes el plano social y familiar, y especialmente el grado de estimulación que se reciba de estos ámbitos. “Las experiencias de vida guardan una relación muy estrecha con el deterioro. Problemas de salud, una educación académica pobre, falta de motivación y poca estimulación cognitiva, entre otras numerosas causas, puede ser motivo de interferencia en la adecuada manifestación de las funciones intelectuales”, sostiene Javier Fernández, terapeuta ocupacional en Centro de Día y Pisos Tutelados María Orúe y miembro del Comité Consultivo del Colegio Profesional de Terapeutas Ocupacionales de la Comunidad de Madrid (COPTOCAM).
Este experto asegura que la falta de estimulación cognitiva es determinante en el deterioro atribuido a la edad. “Las personas que reciben pocos estímulos del entorno padecen más rápidamente el declive de las facultades mentales que personas expuestas a grandes estimulaciones sensoriales. Cuanta mayor estimulación cognitiva tenga una persona, mayor será su autonomía”, apunta Javier Fernández.
La estimulación cognitiva es un conjunto de técnicas y ejercicios dirigidos a mejorar el funcionamiento cognitivo y, en concreto, aspectos como la atención, la percepción, el lenguaje, la comprensión, el aprendizaje, la memoria, la orientación, etc. El entrenamiento de la capacidad mental con estas estrategias se puede utilizar a cualquier edad. En las personas mayores, la estimulación cognitiva tiene como objetivo retrasar, en lo posible, el deterioro cognitivo propio del envejecimiento normal para mantener su autonomía y calidad de vida el máximo tiempo. Pero también es aconsejable descartar que sufra un proceso de demencia.
Actualmente existen multitud de terapias con estimulación cognitiva. Pero cada una tiene sus particularidades. Por eso, para conseguir un resultado óptimo, la intervención terapéutica debe ser individualizada, teniendo en cuenta las necesidades de la persona mayor y los objetivos que se quieran alcanzar. En este sentido, la doctora Moreno recomienda acudir a un especialista en deterioro cognitivo, ya sea un neurólogo, geriatra o psicólogo, para que evalúen lo que sucede y decidan el tratamiento rehabilitador más efectivo”. Por ahora, esta valoración se realiza mediante la historia clínica y la evaluación neurológica (la conversación con la persona y test neuropsicológicos). “De este modo, podemos conocer qué es lo que falla, qué capacidad cognitiva está dañada y qué tipo de rehabilitación necesita exactamente cada paciente. Esto también es medicina de precisión”, subraya la neuróloga de la SEN.
Por otra parte, “la aplicación de las terapias de estimulación cognitiva también requiere de un profesional especializado que las supervise”, destaca Javier Fernández. Y, precisamente, los terapeutas ocupacionales son profesionales especializados en estas intervenciones.
Clásicamente, las técnicas de estimulación cognitiva han sido las de lápiz y papel. El desarrollo de las nuevas tecnologías ha dado paso a aplicaciones y programas como braintraining, neuronup, bitbrain… que permite además individualizar las intervenciones, recoger resultados y analizarlo por parte del profesional. También existen otras terapias de estimulación cognitiva con las que se trabaja el bienestar físico, mental y emocional y la calidad de vida de las personas mayores.
Una de las técnicas de estimulación cognitiva más novedosas que se está empezando a implantar en nuestro país es la estimulación magnética transcraneal (EMT). Es muy efectiva en pacientes con ictus, párkinson, con depresión, epilepsia, etc. “Es el futuro de la neurorrehabilitación”, comenta la doctora Teresa Moreno, que es de los pocos expertos en este procedimiento en España.
Aunque resulta innovador en nuestro país, esta técnica lleva utilizándose en Estados Unidos más de 30 años. Y más de 10 como terapia en casos de demencia. Por tanto, los resultados están respaldados por años de experiencia. De hecho, está probado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA).
Como explica esta neuróloga, “con la EMT no curamos la demencia, pero podemos ralentizar la evolución. Y se mejoran muchos síntomas de las enfermedades neurodegenerativa, porque favorece la creación de nuevas conexiones neuronales”. Y esto mejora el procesamiento del cerebro y la trasmisión de la información a través del sistema nervioso.
La estimulación magnética transcraneal es una procedimiento sencillo, indoloro y no invasivo. Durante la sesión, que suele durar alrededor de 20 minutos, se coloca un dispositivo o un gorro en el cuero cabelludo que proporciona una pequeña corriente eléctrica y envía pulsos magnéticos a través del cráneo. De este modo, se estimula la actividad de las células nerviosas.
Con ello, se consigue regular los hábitos de la memoria, mejorar la rigidez o favorecer el estado de ánimo de la persona.
Estas terapias son un ejemplo del amplio abanico de opciones que existen para mantener la salud cognitiva y la autonomía el mayor tiempo posible. Aún no somos capaces de curar, pero tenemos a nuestra disposición alternativas para prevenir y retrasar el envejecimiento cognitivo y nuestro bienestar.
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