Esto se debe a las malas remuneraciones del sector social, bastante más bajo que en el sector salud, y a su bajo reconocimiento tanto profesional como por parte de la sociedad.
Por otro lado, está la falta de financiación adecuada de la dependencia, que se agrava especialmente en España, donde la inversión total de la misma está en torno al 0,8% del PIB, cuando la media europea está prácticamente en el doble. No se puede estar hablando, seriamente, de calidad y profesionalidad en el empleo, cuando las Administraciones Públicas no invierten lo necesario en el cuidado de nuestros mayores y dependientes.
Ante la falta de profesionales españoles que quieran trabajar en nuestro sector, no nos queda más remedio que acudir a otros países (extracomunitarios) que nos aporten los perfiles demandados. En este sentido, cada país europeo está acudiendo a diferentes mercados. Desde FED, en España estamos intentando hacer acuerdos con diferentes países hispanoamericanos para que, con formación en origen, nos aporten los profesionales necesarios. En cuanto a la financiación, es necesario que las diferentes Administraciones Públicas sean conscientes de que la atención a la dependencia es tan necesaria como pueda ser la sanidad o la educación, y por tanto necesitará la financiación adecuada y suficiente para ello.
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