Ignacio Gamboa
Director Técnico de Servicios Sociales de Clece
Hoy querría compartir una reflexión con usted. Hay dos diagnósticos que se repiten de manera algo machacona desde hace ya algunos años: el reto demográfico es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta nuestra sociedad y las personas queremos seguir viviendo en nuestro domicilio todo el tiempo que nos resulte posible. Celebremos lo primero porque es el éxito de un estado de bienestar que ha permitido aumentar la calidad y la esperanza de vida, la mayor de toda la Unión Europea, según el Eurostat. Vivimos más, vivimos mejor y queremos hacer ambas cosas en nuestra casa. Y, para ello, necesitamos que nos cuiden. Y pongámonos manos a la obra con lo segundo.
Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a la presentación de un estudio sobre el volumen de profesionales que será necesario en el sector de la ayuda a domicilio en el año 2030, dentro de poco, más de cinco años: 340.000. La cifra nos puede parecer elevada, que lo es. Pero sobre todo debemos compararla con la actual, que es cercana a las 120.000 personas. ¡Casi el triple! Pero concurre otra circunstancia adicional: si hoy preguntamos a Administraciones Públicas, empresas, sindicatos, trabajadores o personas usuarias cuál es el mayor problema del sector, nos responderán de manera unívoca: la falta de profesionales.
Nos faltan hoy. ¡Y vamos a necesitar 220.000 más!
Usted, lector, que igual no conoce este sector al detalle, merece una explicación. El sector de la ayuda a domicilio es público, se gestiona a través de contratos públicos y lo prestan profesionales, que antes de acudir a ningún domicilio, deben disponer de un certificado de profesionalidad. Un recorrido de 600 horas de formación para poder atender con respeto, cuidado y profesionalidad a padres, madres, familiares, amigos o vecinos que precisan de esa ayuda para poder permanecer en su casa. Cada profesional, cada auxiliar de ayuda a domicilio, es uno de los bienes más preciados y escasos en nuestro país. Y por ello, debemos ponerlo en valor. Ponerlo en valor significa reconocer su esfuerzo y su compromiso. Y su salario.
Por ello, cuando la Administración Pública argumenta que no hay dinero suficiente para el servicio de ayuda a domicilio y no actualiza sus contratos o no permite la aplicación de sus revisiones salariales por falta de diligencia en la gestión de estos, piense en los más de 410.000 usuarios actuales del servicio o en los 830.000 que es previsible requieran de cuidados en menos de cinco años. Recuerde los cerca de 340.000 profesionales que necesitará la ayuda a domicilio y exija COMPROMISO. Exijamos, usted y yo, a las Administraciones Públicas que la financiación del sector de los cuidados sea adecuada a los tiempos y al contexto. Exija que la ayuda a domicilio y el sector de los cuidados en general no sean otra arma arrojadiza en el debate político.
Exijámosles, usted y yo, el mismo COMPROMISO que muestran los profesionales.