Juan Parra Hernández
Responsable del Proyecto NEREA
El Proyecto NEREA, que se desarrolla principalmente en el medio rural, busca mejorar la calidad de vida de las personas mayores, potenciando sus capacidades y reforzando su vinculación con la comunidad. Este programa innovador de formación y acompañamiento busca impulsar el bienestar emocional y la actividad mental, dos pilares fundamentales para el envejecimiento saludable. La iniciativa, financiada por la Consejería de Bienestar Social a través de la Dirección General de Mayores de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, se convierte en una respuesta efectiva y humana a las necesidades de una población que sigue creciendo en la región.
Un espacio seguro para todos ante la diversidad de los perfiles
¿Cómo se adapta el programa NEREA a las necesidades y capacidades de cada persona mayor, considerando las diferencias en salud física y mental entre los participantes?
Adaptamos el programa observando las necesidades de las personas mayores de forma individual en las primeras sesiones, con una ética de los cuidados y el acompañamiento en grupo. Generar un espacio seguro es fundamental, ya que permite a los participantes expresar sus vulnerabilidades con confianza. Las personas que desarrollan las sesiones adaptan materiales y herramientas según las características de cada participante, sin que esto implique exclusión. Esta adaptación se asume en el grupo como algo necesario para el bienestar de todos.
¿Qué mecanismos utilizan para evaluar la evolución de cada participante durante el programa?
Observamos la evolución de cada persona desde un enfoque grupal, valorando cómo se relaciona consigo misma y con los demás. La recogida de aprendizajes es clave, porque cada persona aprende cosas distintas en cada sesión, en función de su momento vital.
¿Cómo gestionan los momentos en los que los participantes enfrentan barreras emocionales o cognitivas que pueden dificultar su progreso en el programa?
Los gestionamos desde la ética del cuidado, sosteniendo las emociones y acompañándolos. Nos encontramos, de hecho, con más apertura emocional que bloqueos; los mayores están cada vez más dispuestos a expresar sus sentimientos. Las barreras cognitivas también las afrontamos con flexibilidad, ya sea con humor, con apoyo entre compañeros o respetando los ritmos de cada cual. La construcción de un espacio seguro es clave para lograr esto.
El proyecto está financiado por la Consejería de Bienestar Social a través de la convocatoria de IRPF.
¿Tienen planes o expectativas para expandir el proyecto a otras comunidades o incluso a nivel nacional?
Estamos abiertos a esa posibilidad, aunque es necesario planificar bien cualquier expansión. NEREA tiene una estructura compleja y años de experiencia detrás, por lo que cualquier replicación debe hacerse con mucho cuidado. Creemos que es replicable, pero solo si se respeta su esencia y metodología.
¿Cómo evalúan la sostenibilidad a largo plazo del programa? ¿Están considerando la integración de nuevas tecnologías para mejorar la experiencia formativa de los mayores?
La sostenibilidad del programa es positiva, ya que las prioridades del Gobierno regional están alineadas con nuestros objetivos, como la lucha contra la despoblación y el autocuidado de los mayores en sus entornos. Algunos ayuntamientos también están comenzando a financiar sesiones específicas. En cuanto a la tecnología, la introducimos progresivamente, pero siempre con un propósito claro que aporte valor a la vida de los mayores, no simplemente por digitalizar.
¿Colaboran con otros profesionales o entidades en el ámbito de la atención a personas mayores? ¿Qué impacto tienen estas colaboraciones en el desarrollo y éxito del proyecto?
Sí, colaboramos estrechamente con profesionales y entidades locales, especialmente en pueblos pequeños, donde trabajamos con trabajadores sociales, asociaciones de mayores y otros actores locales. Además, estamos en redes con otras organizaciones que trabajan en el envejecimiento activo, lo cual fortalece el proyecto y permite que aprenda de otras experiencias. El trabajo en equipo es esencial para que el programa funcione plenamente.
Desde su experiencia, ¿cuál debería ser el rol de los profesionales sociosanitarios en el fomento del envejecimiento activo?
El rol de los profesionales sociosanitarios debe centrarse en el acompañamiento desde una ética de los cuidados, con las necesidades de las personas mayores en el centro. Los profesionales deben facilitar espacios donde los mayores puedan desarrollarse plenamente.
En un momento en que la digitalización está presente en muchos aspectos de la vida, ¿cómo ve la integración de la tecnología en los programas de envejecimiento activo? ¿Qué potencial cree que tiene la tecnología para apoyar a las personas mayores en el futuro?
La tecnología tiene un gran potencial, pero es esencial que se integre de manera humanizada. En Adhara, reflexionamos sobre cómo la tecnología puede aportar valor a la vida de los mayores, y viceversa. Es una herramienta poderosa, pero debe orientarse hacia un fin que aporte sentido a la vida de todos, no solo de los mayores.
Después de todo el trabajo realizado con NEREA, ¿qué aprendizajes ha obtenido el equipo de Adhara sobre cómo acompañar mejor a las personas mayores en su proceso de envejecimiento activo?
Lo más importante que hemos aprendido es la necesidad de escuchar a las personas mayores con empatía y confiar en sus capacidades. Tienen mucho que aportar a la sociedad y poseen una sabiduría que merece ser valorada. También hemos aprendido a ser agradecidos, a valorar tanto lo bueno como los desafíos que la vida nos trae.