La conselleira de Política Social e Igualdad, Fabiola García Martínez.
En un contexto destacado por el envejecimiento demográfico y las crecientes demandas de una nueva generación de mayores, la conselleira de Política Social e Igualdad, Fabiola García Martínez, expone en esta entrevista cómo Galicia está marcando el camino en la transformación de la atención residencial en España. Desde la modernización tecnológica de las residencias -incluyendo habitaciones inteligentes y sistemas de rehabilitación virtual- hasta la creación de los primeros centros de cuidados intermedios públicos del país, la Xunta está redefiniendo el envejecimiento activo y la atención a la dependencia.
“Hemos sido una de las primeras comunidades autónomas en contar con un nuevo modelo de cuidados, ya en pleno desarrollo, que es ambicioso, audaz y sensato”, asegura la conselleira. Además, destaca la apuesta por la atención en el hogar, la colaboración público-privada con iniciativas como los centros de la Fundación Amancio Ortega, y la estrategia gallega contra la soledad no deseada. Galicia, subraya García, ofrece un modelo realista, humanizado y centrado en las personas, adaptado a las demandas a actuales.
Es cierto que Galicia tiene una población envejecida a consecuencia del incremento de la longevidad, pero esta es una situación que no sólo nos afecta a nosotros, sino también al conjunto de España. Frente a esta realidad, estamos adoptando medidas de revitalización demográfica y también para garantizar la atención a las personas mayores.
De hecho, la atención las personas mayores es una de las prioridades de la Xunta, ya que creemos que el envejecimiento de la población necesita de una estrategia común consensuada y útil. Por ello, incrementamos los servicios destinados a las personas mayores, con la creación de más de 140 casas del mayor, el refuerzo e incremento del Servicio de Ayuda en el Hogar o programas orientados a impulsar el envejecimiento activo.
Galicia es una de las regiones europeas con mayor esperanza de vida y eso lleva unido también una mayor calidad de los años. Estamos ante una nueva generación de mayores que se abre camino y reivindica más participación, más visibilidad y más capacidad de decisión. Para responder a esta realidad, estamos impulsando programas y servicios que respondan a las nuevas necesidades de las personas que llegan a la edad de jubilación. Para que sean libres de vivir esta etapa de sus vidas como ellos prefieran.
Frente a este hecho, también estamos adoptando medidas de revitalización demográfica. Quiero recordar que fuimos pioneros al aprobar la primera Ley de Impulso Demográfico, con medidas para el fomento de la natalidad como la Tarjeta Bienvenida y para favorecer la conciliación como la gratuidad de las escuelas infantiles.
La creación de nuevas residencias y plazas residenciales es una prioridad en Galicia.
Galicia cuenta hoy con más de 16.000 plazas residenciales públicas, tres veces más que en 2009. Una cifra que seguimos incrementando con el impulso de nuevas plazas y recursos. Como son, por ejemplo, los siete centros que construye y equipa la Fundación Amancio Ortega, que suman 900 plazas que serán integradas en la red pública. Los de Santiago y Lugo ya están en funcionamiento y confiamos que el de Pontevedra abra muy pronto. Además, estamos impulsando nuevas residencias en Ribeira y Antas de Ulla, con otras 150 plazas públicas. Y sumamos otras 500 plazas de atención residencial con el nuevo Plan de inversiones en centros de mayores municipales.
A todo este trabajo se suma que en los últimos años hemos dado un fuerte impulso a la atención a los mayores que desean ser cuidados en sus casas, que son la mayoría, con medidas como el Bono Cuidado en el Hogar, las casas del mayor o el refuerzo del Servicio de Ayuda en el Hogar.
En varias ocasiones ha afirmado que Galicia no está adherida al acuerdo Belarra y cuenta con una normativa propia.
Lo hemos dicho y lo volvemos a decir: Galicia no puede aceptar el modelo del Gobierno central porque dificultaría el acceso a los cuidados al eliminar plazas y puestos de trabajo.
Y, además, supone una discriminación para los centros del entorno rural, que en nuestra comunidad representan la gran mayoría. Y, por si esto fuese poco, el acuerdo Belarra carece de coordinación sociosanitaria y no garantiza el presupuesto necesario para hacer frente a los costes de su implantación.
La Fundación Amancio Ortega está construyendo y equipando siete centros , que suman 900 plazas que serán integradas en la red pública
Frente a esto, la Xunta, por su parte, ha diseñado un modelo gallego realista y consensuado con el sector, que contempla una mayor coordinación sociosanitaria, el aprovechamiento de las ventajas de la tecnología, la humanización de las instalaciones y mejoras arquitectónicas en los centros a través de la creación de unidades de convivencia.
Hace años que dejamos atrás esa imagen de una Galicia frágil para pasar a ser un referente en muchos ámbitos. Y esto en buena parte está sustentado en la estabilidad que ofrece Galicia, en la gestión sólida y en el apoyo decidido al tejido productivo.
El modelo de cuidados gallego se basa en cuatro pilares: innovación asistencial, tecnología, transformación arquitectónica y humanización.
Hemos sido una de las primeras comunidades autónomas en contar con un nuevo modelo de cuidados para nuestras residencias, que ya está en pleno desarrollo en los centros que gestionamos. Por lo que, me atrevería a decir que desde Galicia estamos liderando la gran reforma de la atención residencial en España, con un nuevo modelo ambicioso, audaz y sensato.
Este nuevo modelo de cuidados se traduce en un esfuerzo de modernización sin precedentes en nuestra comunidad que permitirá que los centros residenciales gallegos avancen varias décadas para situarse a la cabeza de las que existen en otras partes de España.
Un modelo que ya se está materializando con medidas como la creación de unidades de convivencia de un máximo de 25 de personas o el aprovechamiento de los avances tecnológicos para mejorar la vida de los usuarios.
En estos últimos meses hemos acometido el impulso de la modernización tecnológica de las residencias de la red pública autonómica dotándolas de, por ejemplo, monitores multiparamétricos, que nos permiten medir los datos de salud de los usuarios, como el peso, la glucosa o la saturación de oxígeno. También estamos diseñando habitaciones inteligentes, que están dotadas con pantallas táctiles y sensores que permiten mejorar la comunicación entre el usuario y el personal e incluso pueden detectar posibles caídas.
Hemos sido una de las primeras comunidades autónomas en contar con un nuevo modelo de cuidados para nuestras residencias, que ya está en pleno desarrollo en los centros que gestionamos
Junto a estas medidas, otro de los avances significativos es que estamos impulsando nuevos sistemas de rehabilitación virtual para mejorar las capacidades físicas y cognitivas de los residentes. De hecho, acabamos de sacar la contratación para ampliar estos sistemas, que hemos estado probando de forma experimental, a todos los centros públicos.
Llevamos ya tiempo trabajando en la construcción de dos centros de cuidados intermedios, que serán los primeros públicos de toda España. En estos momentos está ya casi finalizado el que será el primer centro a nivel estatal, que estará en Santiago de Compostela, y al que se sumará un segundo en Mos, en la provincia de Pontevedra. En ellos, se atenderá a personas que ya recibieron el alta médica pero que siguen necesitando cuidados especializados. De esta forma, las personas que reciben el alta hospitalaria porque su bienestar clínico ya está garantizado, podrán seguir teniendo la atención, la rehabilitación y la ayuda que precisen. En estos centros contarán con uno nuevo servicio que les permita una completa recuperación antes de volver a sus domicilios o centros residenciales.
Uno de los pilares del nuevo modelo de cuidados de Galicia es impulsar y blindar una mayor coordinación entre el ámbito sanitario y el social, una necesidad que tiene su origen en lecciones aprendidas en los peores momentos de la pandemia. Por eso, el modelo gallego tiene como objetivo principal hacer más humanos y accesibles los centros residenciales para que sus usuarios se sientan en ellos como en sus casas. Sabemos que las residencias no son ni deben ser centros sanitarios, pero defendemos que deben garantizar que sus usuarios tengan acceso a una atención sanitaria del máximo nivel y así lo estamos haciendo.
Llevamos ya tiempo trabajando en la construcción de dos centros de cuidados intermedios, que serán los primeros públicos de toda España
En Galicia hemos puesto en marcha de una vía para que los hospitales sirvan directamente la medicación a todas las residencias de más de 90 plazas. Esta medida permite aliviar la presión asistencial de la atención primaria, que no tiene que preparar recetas para más de 5.500 usuarios. Con esta transformación hemos buscado mejorar la calidad de la atención que reciben pacientes crónicos, frágiles y con cuadros de salud complejos, así como pacientes con discapacidad que también son usuarios de residencias sociosanitarias. El seguimiento fármaco-terapéutico que se ha implementado repercute, claramente, en la mejora de la salud de los usuarios que, además, no tienen que desplazarse hasta el centro médico.
Sin duda, también ha sido un gran avance la implantación en todos los centros residenciales de nuestra comunidad de la Historia Clínica Electrónica IANUS. Una herramienta que se comparte con todos los servicios médicos para mejorar los flujos de información y la atención sociosanitaria de los usuarios de las residencias. Somos, de hecho, la única región de Europa que tiene este sistema habilitado de forma coordinada, apostando siempre por mejorar los flujos de información y también la atención sociosanitaria de todos los usuarios.
La soledad no deseada es un problema creciente, especialmente en poblaciones envejecidas y dispersas como la gallega.
La soledad no deseada es un fenómeno que no afecta solo a nuestra comunidad, sino que afecta a toda España. Como bien indica, tenemos ya muy avanzada la que será la primera estrategia gallega en este ámbito y en la que también están implicadas entidades sociales y ayuntamientos. Nuestro objetivo es minimizar los efectos de la soledad no deseada actuando en tres ejes: la prevención, la detección y la intervención. Entre las medidas que vamos a impulsar quiero destacar la implantación de un protocolo de detección y atención temprana y la elaboración de un censo de esta problemática. Además, pondremos en marcha la que será la Red Gallega de Atención a la Soledad no Deseada, que contará con un central multicanal de atención, gestionada por profesionales del ámbito social.
Acabamos de poner en marcha un plan de agilización y simplificación para dependencia y discapacidad porque queremos que las solicitudes se resuelvan lo antes posible
Nuestra prioridad siempre es seguir mejorando en la atención y los cuidados de las personas, ayudarles a tener una mejor calidad de vida. Por eso, es difícil decir una única prioridad inmediata, pero si es cierto que ahora mismo estamos trabajando para que el 2025 sea el año en el que la vida de las personas dependientes sea algo mejor.
Es una tarea complicada porque necesita del apoyo de todas las administraciones, por eso nosotros desde la Xunta hemos reducido al máximo la carga burocrática para que cada vez sean menos los documentos que deben presentar los solicitantes. Además, seguimos con el plan de refuerzo del personal para poder avanzar en la valoraciones y resoluciones.
Sabemos que la dependencia es un proceso difícil y por eso es importante que las personas afectadas sepan que estamos a su lado. En estos momentos Galicia es una de las comunidades con mejor ratio de atención a dependientes y seguiremos trabajando para que todas las personas cuenten con la ayuda que necesitan, tal y como hemos hecho hasta ahora.
En 2025 también seguiremos reclamando, un año más, que el Gobierno central salde la deuda acumulada con Galicia en materia de dependencia desde 2006, que suma ya 2.500 millones de euros. Lo que pedimos es sencillo: que cumpla la ley, lo que permitiría que pudiésemos seguir reforzando los recursos de atención a la dependencia.
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