El horario de verano afecta más que el de invierno porque, en general, el reloj biológico se acostumbra mejor a ganar minutos de sueño que a perderlos. Además, la mayor exposición a la luz solar durante la tarde y la noche puede interferir en el descanso y la rutina. Los niños y las personas mayores de 65 años son los más sensibles al cambio. A los más pequeños les cuesta habituarse porque el sistema que regula el sueño aún está en desarrollo; en los mayores, este sistema es más reacio a la nueva rutina a causa del envejecimiento.
La Sociedad Española del Sueño (SES) asegura que la calidad del descanso puede disminuir hasta un 10 % mientras nuestro organismo reajusta sus biorritmos. A su vez, el cuerpo puede sufrir otras alteraciones como falta de energía, trastornos en el humor, dolor de cabeza, mareos o problemas digestivos.
Para ayudar a reducir estos efectos, en los últimos días Atenzia ha ofrecido una serie de recomendaciones en las llamadas de seguimiento a personas usuarias del servicio de teleasistencia:
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