Mayte Sancho. Directora general del IMSERSO.
Mayte Sancho. Directora general del IMSERSO.

“Es necesario asumir un proceso de transformación que puede durar 10 o 20 años”

Mayte Sancho

Directora general del IMSERSO

Hace unas semanas, Mayte Sancho fue nombrada directora de IMSERSO. Sancho es una profesional muy conocida en el sector sociosanitario que lleva trabajando años en la defensa de un modelo de atención centrado en la persona. En esta entrevista, reflexiona sobre los retos y transformaciones en el cuidado de personas mayores, destacando la importancia de personalizar la atención y promover la autonomía.

Aboga por una revisión de la Ley de Dependencia, enfocada en la actualización de servicios y derechos. Además, señala la necesidad de abordar la escasez de profesionales y la lucha contra el edadismo para dignificar el sector. Descubre cómo se está preparando el sistema para afrontar los desafíos del envejecimiento poblacional.

El IMSERSO es su casa. Entiendo que se siente cómoda volviendo, pero ¿cómo describiría el aterrizaje en la dirección? ¿Era como esperaba?

Ha sido un aterrizaje, en gran parte, conocido. Digamos que esta pista ya la conocía, y ampliamente. Ahora me he encontrado una casa que se ha desarrollado mucho y bien. Se han emprendido iniciativas muy interesantes. 

Por otro lado, esta institución también ha visto, de alguna manera, aminorada sus competencias, como toda la Administración General del Estado (AGE), y a la vez esa doble dependencia que tiene, como entidad gestora de la Seguridad Social y adscrita a la AGE, hace más compleja su gestión cotidiana.

Gracias a su vida profesional ha reflexionado largo y tendido sobre los cuidados y las necesidades de las personas mayores. Bajo su punto de vista, ¿qué cambios tiene que adoptar el IMSERSO? 

Creo que estamos en un momento de transformación importante. Vivimos un momento de cambios en el modelo de atención y cuidados de larga duración, pero no es algo exclusivo de España, también está ocurriendo en Europa y en el ámbito internacional. Yo he dedicado gran parte de mi experiencia profesional a analizar los procesos y los itinerarios de cambio hacia una personalización, hacia enfoques centrados en la persona. Ahí creo que tenemos muchísima tarea que realizar. Y es una tarea relativamente nueva. Yo llevo diez años trabajando en esta materia, pero considero que todavía es nueva, puesto que los procesos de cambio cultural en cualquier otro país han durado entre 30 o 40 y 50 años. Con lo cual, todavía tenemos por delante muchas cosas que hacer. Y es complejo. 

Habla de Europa. El IMSERSO también está implicado en la Estrategia Europea de cuidados de larga duración. ¿Qué aspecto de esta estrategia cree que son más relevantes para el sector de los cuidados y de atención a la dependencia en España?

Todavía estamos en el proceso, por lo que no puedo adelantar mucho al respecto. Pero creo que a todos los países nos mueven las mismas cuestiones. Yo centraría esta estrategia en la relación de interdependencia que se produce entre las personas que cuidan y las personas que reciben cuidados, porque tiene sus complejidades, sobre todo por los límites. Los límites de esa relación son complicados porque ambos, tanto persona que cuida como persona que recibe cuidados, viven situaciones de bastante fragilidad. Las cuidadoras, muchas de ellas migrantes, están muy precarizadas, tienen salarios bajos, se han separado de sus familias, que lo mismo también necesitan cuidados, y están aquí cuidando a otras personas. Por otra parte, las personas que reciben cuidados están en una situación de fragilidad sobrevenida. Estas situaciones complejizan la construcción de relaciones de interdependencia, pero estamos trabajando para mejorarlo.

¿Cómo puede mejorar el sistema de dependencia para dar respuesta al envejecimiento y a las situaciones de dependencia generadas?

El sistema de dependencia ha sido uno de los grandes pasos que se han dado en este país, pero su financiación es bastante mejorable. Además, en este momento, nos encontramos con algunas paradojas que están relacionadas con una actualización del contenido de ese texto, obviamente no por el contenido del texto, sino por las consecuencias y el impacto que eso tiene en la población. Nos gustaría que estuvieran reflejados aspectos conceptuales como, por ejemplo, la promoción de la autonomía, que hoy día tiene una importancia enorme, o también cuestiones que tienen que ver con el enfoque centrado en las personas, que de alguna manera da la vuelta al modelo que teníamos establecido. 

¿Entonces se está revisando la Ley de Dependencia?

Sí, así es, hay una propuesta. Otra cosa es cómo vamos a trabajar esto en el ámbito legislativo para que sea fácil para todos introducir cambios que, por otra parte, son de consenso; yo creo que no son muy discutibles, francamente.   

Tenemos que buscar vías de reforma que no sean muy radicales, porque, por cuestiones competenciales, tampoco tendríamos mucho éxito. Pero sí hay que modificar materias básicas. Y, además de las conceptuales, hay que actualizar el catálogo de servicios. Algunos servicios no estaban contemplados porque, en aquel momento, no tenían tanta importancia; sin embargo, ahora nos parece un asunto esencial. Es lo que ocurre con los productos de apoyo. Hoy día esto es impensable porque, para que una persona se pueda mantener en su entorno habitual, es decir, en su entorno doméstico, va a necesitar productos de apoyo.

Por ejemplo, si no hay una grúa en una casa, seguramente el ingreso en un centro residencial, que no es precisamente lo deseado, es más rápido. Y así, todo lo que tiene que ver con la accesibilidad. Estamos valorando este tipo de cuestiones y algunas más, para ir incrementando derechos de las personas cuidadoras y también derechos de las mismas personas en situación de dependencia. 

El sistema de dependencia ha sido uno de los grandes pasos que se han dado en este país, pero su financiación es bastante mejorable

Es cierto que la tendencia actual se inclina por otorgar mayor importancia a la atención en el entorno habitual, puesto que es el deseo expreso de las personas mayores. Pero las residencias seguirán siendo necesarias ¿Cree que son suficientes en número o convendría hacer una planificación para crear nuevas plazas, teniendo en cuenta la llegada de los babyboomer? ¿Estamos preparados para ello? 

A mí me gusta hablar de la cobertura del modelo de cuidados de larga duración. Creo que ya deberíamos superar el índice de cobertura de residencias-índice de cobertura de servicios domiciliarios. Porque si existe una buena cobertura de servicios domiciliarios, puede que no sea necesario crecer mucho en el ámbito residencial. Pero lo que sí que tengo meridianamente claro es que sí es necesario cambiar o asumir un proceso de transformación que, insisto, puede durar 10 o 20 años.

Mayte Sancho. Directora general del IMSERSO.
Mayte Sancho. Directora general del IMSERSO.

Este proceso de transformación no implica que se vayan a cerrar las residencias, como a veces se comenta. La idea es pasar de la institucionalización a la generación de entornos hogareños dentro de los mismos centros que hoy día tenemos. Eso sí, reformulados en espacios más pequeños, con una vida más doméstica, con unos roles profesionales diferentes. 

Por todo ello, surgen distintos desafíos que exigen un acompañamiento cotidiano de la vida en esos centros para avanzar. En primer lugar, no hay tantos profesionales que estén formados para llevar a cabo esto. Por otra parte, también tiene un coste económico, lógicamente. Además, lo fundamental es que se produzca un cambio cultural para tratar y para generar entornos ambientales distintos. Y eso va a ir directamente relacionado con nuestro modelo de atención en el entorno habitual. Si el modelo de atención en el entorno habitual está bien desarrollado, es que va a ser ahí, en esto que conocemos como el ecosistema local de cuidados, donde además se van a seguir desarrollando alojamientos, llamémoslos alternativos o como queramos, porque la diversidad en cualquier país es enorme. La disyuntiva no es mi casa o una residencia, en el medio puede haber diez alternativas. 

Aquí estamos empezando, y a mí me gustaría que lo cogiéramos con ilusión porque realmente es un modelo mucho más adaptado a la vida de las personas, mucho más digno, sin entrar a juzgar la calidad actual de las residencias, que generalmente puede ser buena o no, pero es otra manera.

El sector de atención a la dependencia insiste en que el acuerdo de acreditación y calidad de los centros y servicios está generado incertidumbre. Le preocupa la sostenibilidad del sector: nuevas normativas, mayor demanda, nuevo perfil de persona mayor que accede a los servicios… Pero esta realidad no viene acompañada de la dotación económica necesaria para una correcta adaptación de las empresas. ¿En qué situación está y cómo se va a ir avanzando?

La aplicación del acuerdo de acreditación es un asunto y una responsabilidad de todos. La cuestión es que no todo el mundo acepta ese acuerdo. Y no solamente no lo acepta, sino que trabaja en dirección contraria. Para mí no es lo más acertado, porque este cambio no sólo se está produciendo en España, sino en todo el mundo. Hay un posicionamiento claro, no solo desde los organismos oficiales (OMS, ONU…), sino desde los movimientos ciudadanos. Y el acuerdo de acreditación lo que hace es abrir ese camino para este proceso de transformación a largo plazo. A mí me gustaría muchísimo que el sector lo viera.

La aplicación del acuerdo de acreditación es un asunto y una responsabilidad de todos

En cuanto a la financiación, este año había una dotación presupuestaria importante, pero la prórroga de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) hará que se dilate en el tiempo la llegada de más financiación. No obstante, en la anterior legislatura, si no recuerdo mal, se ha triplicado la financiación con respecto a lo que había. Así qué habría que matizar lo de que no hay financiación. Y, por supuesto, esperar a ver cómo se resuelven la dotación presupuestaria.

Yo creo que la queja viene también porque no existe una unificación de la normativa en las distintas comunidades autónomas.

No hay una unificación ni la ha habido desde hace muchos años. Tiene que ver con el traspaso de competencias. Y, desde el IMSERSO, poco se puede hacer. Lo que sí podemos es animar a los proveedores que tengan dudas a que salgan del país, miren lo que hay y reflexionen sobre dónde queremos vivir cuando tengamos 85 o 90 años. 

Otra de las preocupaciones en el sector de atención a las personas mayores y/o dependientes es la falta de profesionales, tanto de atención directa como de perfiles profesionales de la salud, como es el caso de enfermería y médicos, ¿tienen pensada una estrategia que aborde esta problemática?

El IMSERSO está sumamente preocupado con este tema, al igual que lo están también las comunidades autónomas y la iniciativa privada, con o sin fin de lucro. Esto no solo está ocurriendo en España, también está pasando en el resto del mundo en el que hay sistemas de protección social. El sector de los cuidados no resulta atractivo y está precarizado. Por tanto, quizá es el momento de parar, reflexionar y definitivamente tomar medidas. Pero, claro, esas medidas también tienen un coste económico. 

Por otra parte, también hay otros asuntos que tienen que ver con perfiles profesionales que surgen o que están estructurados en otros sectores, como el de la discapacidad y la asistencia personal, que se adaptan mucho más a las necesidades de personas que llevan en situación de dependencia mucho tiempo y que, además, necesitan acompañamiento prácticamente todo el día. Con lo cual hay crisis del sistema de atención domiciliaria tradicional, que responde de una manera bastante vaga a las necesidades de las personas, y crisis del sistema de empleo de hogar y cuidado, que es el que realmente está dando más respuesta, pero al margen de la formación y de la profesionalización, y en situación, a veces, bastante precaria.

Hay que actualizar el catálogo de servicios. Algunos servicios no estaban contemplados porque, en aquel momento, no tenían tanta importancia; sin embargo, ahora nos parece un asunto esencial

Luego, está el intento de valorar y visibilizar más perfiles, como es la asistencia personal, que tiene algunas virtudes que son imprescindibles en el enfoque centrado en la persona y la promoción de la autonomía, el dar participación absoluta y protagonismo a la persona que recibe los cuidados y que toma decisiones. Conceptualmente es otro planteamiento, y yo diría que mucho más coherente con los enfoques centrados en la persona. En esta línea, este verano vamos a hacer una jornada en los Cursos de Verano de El Escorial, porque creo que es importantísimo abrir el debate y que todos los sectores implicados estemos ahí e intentemos abrirnos a otras posibilidades.

Otro reto que no podemos perder de vista es el de responder al fenómeno de la soledad no deseada. ¿Cuáles son las principales acciones que tiene previstas?

Primero, quiero incidir en que me gusta hablar de soledad, no de soledad no deseada. El objetivo es alejarme de todo lo que pueda suponer un estigma. La soledad es una situación que se produce a lo largo de la vida, que afecta de una manera muy clara a otros grupos de edad, como la adolescencia, la juventud… Y focalizarse solo en un grupo de población y, además, vestirla de la ausencia de deseo solo aumenta esa posición estigmatizada. 

Institucionalmente, estamos empujando distintos proyectos existentes. Yo, personalmente, la abordaría empezando por abajo, es decir, por la infancia. Comenzaría por una normalización del concepto y por un planteamiento, llamémoslo positivo, para saber gestionar la soledad. Es decir, no asustarnos de sentirnos solos y solas, sino ser capaces de gestionar en positivo una situación que, además, te da la oportunidad de ser más creativo, de disfrutar. 

Pero no negaré en ningún caso, que existe un perfil de riesgo, como son las mujeres mayores de 80 años, que tienen una pensión de viudedad, que viven en piso sin ascensor y que no disponen de redes sociales. En estos casos, los poderes públicos tienen que intervenir desde la provisión de recursos y el apoyo de intervenciones de carácter comunitario. Pero también la sociedad debe implicarse. O sea, esto no solo es asunto de la Administración, es una cuestión de conciencia social, de dar importancia al vecindario, al barrio, a las acciones que podemos hacer con personas de nuestro entorno cotidiano, así como con la identificación de predictores.

Por ejemplo, las farmacias, que son muy colaboradoras en los programas de soledad, son un predictor importantísimo para poder detectar situaciones graves. Se deben emprender un conjunto de medidas que van desde normalizar y sensibilizar la soledad, identificar un buen envejecer aún en soledad y actuar ante situaciones de riesgo. Esta es la idea, y vamos a ver cómo se traduce en el marco estratégico que está a punto de salir de esta casa, pero que es complementario a un montón de iniciativas que, en este momento, están funcionando, tanto de la iniciativa social como las comunidades.

Directora, lleva muchísimos años trabajando en el sector. Sabe lo que es trabajar en los cuidados, apostar de manera vocacional por una atención de calidad hacia las personas mayores. ¿Cómo se puede mejorar la imagen del sector? ¿Qué mensaje lanza a los profesionales y a la sociedad para que vean de manera diferente el sector de los cuidados?

A este sector le falta mucho desarrollo de una de un principio básico: la dignidad. La sociedad sabe que este grupo se centra en las personas que necesitan apoyo, como pueden ser las personas en situación de dependencia y con discapacidad, pero también en las personas mayores. Y vejez padece una enfermedad gravísima que se llama edadismo y discriminación. Mientras no atajemos es, que es una labor de pico y pala, de no parar de denunciar o corregir actitudes edadistas, que van desde el lenguaje, que es importantísimo -no digamos nada en los medios- hasta actitudes, conductas, minusvaloraciones, infantilización y tratos que denotan esa discriminación hacia a las personas mayores, no se producirán cambios.

Si todo eso cambiase, trabajar con personas mayores no sería tan indigno, pero eso debe ir acompañado de formación y remuneración digna para los profesionales y las profesionales. De lo contrario, no va a ser atractivo. Por otra parte, no podemos pasar por algt que es un sector muy feminizado. Ofrezcamos mejor formación, mayor remuneración y ya veremos cómo, además, va disminuyendo la feminización. De lo contrario, no es posible avanzar. 

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