La actual pandemia del COVID-19 está poniendo a prueba a las residencias como organizaciones que proporcionan cuidados de larga duración a personas mayores.
En este sentido, el servicio proporcionado en la Comunidad de Madrid combina dos componentes estructurales para responder a las necesidades de nuestros usuarios: lo social y lo sanitario.
La súbita e intensa aparición de esta crisis infecciosa permite detectar la capacidad de respuesta de una sociedad, y muy especialmente de las organizaciones que atienden a los más vulnerables.
En el caso de las residencias de mayores, me parece que habría que centrarse en tres grandes factores para analizar el servicio prestado: lo social, lo sanitario y lo humano.
Levinas habla de este concepto como el activo más importante en la relación de ayuda: “El rostro está desnudo como la voluptuosidad encarnada de los amantes, conmueve o incomoda, pero principalmente permite al hombre abandonar su subjetividad para hablar de epifanía (aparición que revela un asunto importante), para significarse como manifestación para el otro… El otro hace que mi conciencia se conmueva, suscitando en el hombre la justicia conducida por la bondad humana. (Cruces,M.G,A,2008)”. Es este el modelo que está liderando la atención social de los profesionales de residencia.
«Esto no es un simple trabajo, es un compromiso moral que va más allá de unos emolumentos»
Las residencias de la Comunidad de Madrid están haciendo un esfuerzo importante con una línea de trabajo prioritaria en la dinámica social del centro: informar a las familias del estado y situación de los residentes, y mantener una conexión continuada con el mismo mediante videoconferencias frecuentes, para cubrir la necesidad de mantener ese vínculo con su familia.
Estas intervenciones están siendo fundamentales en el mantenimiento de la salud psicoafectiva del residente, sobre todo en el caso de residentes graves en situación de fin de vida, donde estas conexiones son imprescindibles. La atención y seguimiento del duelo está siendo una tarea muy importante que está dando muy buenos resultados en la atención a la familia.
Los recursos sanitarios de las residencias de mayores responden de forma eficiente a las necesidades de salud de los residentes en coordinación con la atención sanitaria especializada que cada día es de mayor calidad. La conexión con el hospital con el uso de nuevas tecnologías, compartir sistemas de información, etc. ha mejorado notablemente el seguimiento de las patologías crónicas de los mayores que viven en residencias de la Comunidad de Madrid.
Otro elemento polémico es la protección de los trabajadores. En residencias públicas de la comunidad de Madrid, tenemos los Equipos de Protección Individual (EPI) necesarios para proteger la salud de los trabajadores, siguiendo las recomendaciones científicas de las autoridades sanitarias, y organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estos tres elementos, lo social, lo sanitario y lo humano, son las tres armas que estamos utilizando contra este maldito virus. La combinación de las tres hace que las residencias de la Comunidad de Madrid, a pesar de lo que digan los medios de comunicación, estén respondiendo de forma eficiente a las demandas tan brutales que impone el COVID-19, con un altísimo grado de profesionalidad y eficiencia.
Las residencias se están dejando la piel, porque sabemos que es momento de priorizar la vida de un colectivo amenazado con alto riesgo de desaparecer, por encima de la libertad y los derechos individuales de los residentes, e incluso de los trabajadores.
Esto no es un simple trabajo, es un compromiso moral que va más allá de unos emolumentos. Procede de ese cerebro moral que nos dicta que el ser humano tiene tendencia a hacer el bien, a encontrar sentido a su existencia ayudando al otro, que se estimula con la presencia conocida de “ese rostro humano”, que genera la relación de ayuda, la experiencia ética y la vocación de ayuda.
También debemos incorporar un “sentimiento de humildad”. No somos omnipotentes. Fracasaremos, cometeremos errores, pero esto no nos debe conducir a la tristeza y desesperanza. Debemos aprender, compartir conocimiento, información y motivación para llegar a la victoria.
El sufrimiento inevitable, usando el término de Victor Frankl, como no es opcional, nos ayuda a crecer, a dar sentido a nuestra existencia, a ser más felices ayudando al otro. Es esta la visión que se respira en las residencias, los ciudadanos deben saberlo. “Los mayores que cuidamos están recibiendo una atención eficiente, digna, humana, y de altísima calidad”, no se nos puede pedir más.
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