Samuel Dacanda. Autor de Paliativo (Ed. Rosamerón 2024)
Samuel Dacanda. Autor de Paliativo (Ed. Rosamerón 2024)

Una sociedad que entienda su existencia 

Samuel Dacanda

Autor de Paliativo (Ed. Rosamerón 2024)

En España gozamos de un robusto sistema sanitario que no está exento de imperfecciones. Cada año fallecen en nuestro país 180.000 personas por una enfermedad terminal subsidiaria de cuidados paliativos. Solo la mitad los reciben. La asignatura pendiente de los cuidados del fin de la vida, entendidos desde un punto de vista integral (emocional, espiritual y médico), tiene su origen en la infradotación de los recursos necesarios (menos de un equipo por cada 100.000 habitantes) y en la ausencia de una especialidad médica acreditada. Sin embargo, el acompañamiento que debería trascender a la atención sanitaria, es un valor en decadencia en la sociedad del siglo XXI. 

El buen morir, o el “muriendo”, que nos explica el doctor Enric Benito, sustituye a un concepto erróneo sobre la muerte al que nos hemos enfrentado torpemente a lo largo de la historia. De la misma forma que nacemos acompañados y envueltos en un hatillo de amor y felicidad, deberíamos ser capaces de morir felices, amados y acompañados. Este cambio de mentalidad, que sólo se puede entender si se inculca desde la más tierna infancia, involucra a padres, profesores, médicos, psicólogos, políticos y, en resumidas cuentas, a toda una sociedad que aspire a comprender cómo de un digno final, brotan los mejores principios.

Los cuidados paliativos comprenden lo que socialmente se ha venido a denominar como sedación, es decir, la utilización de fármacos que atenúan los síntomas derivados de la enfermedad, pero sin olvidarnos de colocar al mismo nivel el debate psicológico y espiritual. Ayudar a marcharse en paz implica, por parte de los cuidadores y del paciente, haber aceptado la existencia finita y dejar zanjadas las reflexiones vitales que permitan un final, y nunca mejor dicho, feliz. Abandonar la vida habiendo explorado nuestra trascendentalidad es un reto mayúsculo al que nos debemos enfrentar desde el nacimiento. 

De forma precisa y tratando de aportar una solución concreta para este duelo que nos atañe a todos, la propuesta se centraría en volver al existencialismo. Al igual que en su momento profundizaron los Sartre, Dostoyevski, Nietzsche, Mann, Ortega o Unamuno… nosotros hoy reivindicamos la recuperación del análisis sobre la existencia de la persona a través de la condición humana, la libertad, la responsabilidad individual, las emociones y el sentido de la vida. 

¿Tiene sentido un cambio de paradigma como el que se propone? 

¿Es demasiado tarde para embarcarse en el viaje del buen morir?

Solamente siendo capaces de entender nuestra existencia, en toda su amplitud, podremos anticiparnos y asumir el fin de la vida desde la cordura, la desdramatización, la serenidad y, por qué no, la felicidad plena.

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