José López
Director Clínico y Cofundador del Centro Europeo de Neurociencias
La neuromodulación está transformando el tratamiento de enfermedades y lesiones neurológicas al ofrecer alivio y mejorar la calidad de vida de pacientes y profesionales. Utiliza estímulos eléctricos o químicos para modular la actividad del sistema nervioso central y periférico, destacándose como alternativa a terapias tradicionales. En el manejo del dolor crónico, reduce la dependencia de opioides, disminuyendo riesgos de adicción y efectos secundarios, mientras mejora la movilidad y funcionalidad general, permitiendo a los pacientes mayor control sobre sus síntomas y un enfoque más sostenible en su recuperación.
La neuromodulación invasiva implica procedimientos quirúrgicos para implantar dispositivos, como electrodos, en el cerebro, la médula espinal o los nervios periféricos.
Un ejemplo es la Estimulación del Nervio Vago (VNS), utilizada para tratar la epilepsia resistente y trastornos depresivos, ya sea con dispositivos invasivos o no invasivos, como la estimulación auricular. También incluye la estimulación cerebral profunda, donde se colocan electrodos en áreas específicas del cerebro para tratar Parkinson, epilepsia y trastorno obsesivo-compulsivo, ofreciendo alternativas efectivas para enfermedades resistentes a tratamientos convencionales.
Por otro lado, la neuromodulación no invasiva es particularmente efectiva en la mejora de la función motora y sensorial en pacientes con lesiones cerebrales, la cual no requiere la inserción quirúrgica de electrodos o dispositivos en el cuerpo. Activando o inhibiendo áreas y circuitos específicos del cerebro, facilita la recuperación de habilidades motoras y sensoriales. Dentro de esta práctica se incluye la neuromodulación farmacológica, relacionada con el uso de medicamentos que afectan a la función neural para tratar afeccio- nes neurológicas y psiquiátricas.
Aparte, también se encuentra la estimulación transcutánea de la médula espinal (tSCS), que consiste en aplicar estimulación eléctrica a la médula espinal a través de la piel. Se ha explorado para diversas aplicaciones clínicas, incluido el tratamiento de afecciones de dolor crónico, mejora de la función motora en personas con lesión de la médula espinal y efectos potenciales sobre la espasticidad.
La toxina botulínica es una neurotoxina que bloquea la liberación de acetilcolina, un neurotransmisor, lo que resulta en una relajación temporal de los músculos. Se utiliza para tratar las tensiones musculares causados por lesiones cerebrales, las contracciones musculares involuntarias, migrañas crónicas y la incontinencia urinaria.
La neuromodulación endógena es la capacidad del sistema nervioso para modular sus propias funciones mediante la liberación de sustancias químicas o la activación de ciertos sistemas neuronales. Se puede conseguir a través de actividades como el ejercicio físico, la terapia cognitivo-conductual, el mindfulness, la meditación, descansar bien, una buena alimentación y el neurofeedback.
La personalización del tratamiento en neuromodulación permite ajustar la intensidad, frecuencia y ubicación de la estimulación para optimizar los resultados, ofreciendo un enfoque centrado en el paciente. Además, reduce la dependencia de medicamentos con efectos secundarios severos. Gracias a sus avances y resultados, esta práctica se consolida como una herramienta clave en el manejo de las complejidades del sistema nervioso. Su futuro es prometedor, con innovaciones que amplían las terapias disponibles, mejoran la calidad de vida y esperanza de los pacientes con disfunciones neurológicas.
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