Con motivo de la publicación al inicio de la pasada primavera del libro “A su edad, ¿qué querrá?”, he venido siendo objeto de numerosas entrevistas en todo tipo de medios: prensa escrita, radios y televisiones. Algunas de estas entrevistas han sido muy extensas y han aparecido en periódicos de primer nivel y gran alcance como “El País”, “La Vanguardia” o “La Razón”.

Atribuyo este fenómeno, esencialmente, al buen hacer en materia de difusión de los profesionales de SENDA, la empresa editora del libro, así como al trabajo, en la misma línea, de las responsables de prensa de la Academia de Medicina y de la Sociedad de Geriatría y Gerontología. Gracias a todos. Pero, lleno de optimismo, me he venido arriba y quiero pensar que también ha contribuido a este fenómeno el mero contenido del propio libro.
Hablar de edadismo parece que se está poniendo de moda. Cabe decir que, por fortuna, en esa línea, la aparición de un libro que recoge casi 200 contribuciones centradas en la persona mayor, que en su mayor parte constituyen un alegato contra la discriminación por edad en cualquiera de sus formas, puede que haya sido especialmente oportuna.
Hasta aquí todo perfecto. ¡A ver si vale para algo! Sin embargo, uno, que quizás se esté volviendo un poco suspicaz, ya empieza a encontrarle los tres pies al gato. Resulta que entre los entrevistadores, una mujer amable e informada, nos comunica, opinando tanto a la responsable de prensa de la Academia como a mí mismo, al cabo de pocos días, que la revista para la que trabaja va a demorar un tanto la publicación. “La voy a meter en la nevera”, dice literalmente. La razón es que “se trata de un tema intemporal y puede salir en verano, fuera del agobio diario de noticias apremiantes de todo tipo, especialmente de carácter político.”
Si, incluso desde dentro, consideramos que los temas relativos al colectivo de mayores hay que ubicarlos en los momentos de mínima atención, ¡apañados vamos!
Pues muy bien. En el día de hoy, primero de agosto, la periodista nos comunica que la entrevista, amplia e interesante, verá la luz el próximo día 10. San Lorenzo, por más señas. Parece que nos sumaremos a las fiestas patronales de Madrid. Encantado y agradecido. También vale. Creo recordar que era San Pablo quien decía que a la hora de predicar había que insistir con ocasión y sin ella. Evidentemente, agosto también es un mes hábil para la prédica, la protesta y la insistencia. Todo suma.
Mi reflexión gira en torno a lo de la “nevera”. No pongo en duda en absoluto la buena voluntad de la entrevistadora, ni le atribuyo ninguna forma de malignidad o cualquier tipo de intención aviesa a la hora de elegir la fecha de publicación y de vaciar la famosa “nevera”, pero considero que, en términos objetivos, este proceder forma parte de un modelo más de discriminación por edad, con el agravante de que, en este caso, la decisión viene de alguien que milita en las propias filas. Una especie de tiro en el pie. Si, incluso desde dentro, consideramos que los temas relativos al colectivo de mayores deben ubicarse en los momentos de mínima atención, pues, ¡apañados vamos!
Nada, paciencia y a seguir, que, como bien se sabe, no se ganó Zamora en una hora.







