Envejecimiento y asistencia: realidad y responsabilidad

Lucas González Ojeda

Director en funciones

Representación de la Comisión Europea en España

Según datos de la OCDE, España es el país de la Unión Europea con mayor esperanza de vida: de media, los españoles viven 83 años. Los factores de nuestra longevidad son varios: alimentación, clima, vínculos familiares y sociales… Esta es una realidad. Otra, es que conforme nuestra esperanza de vida va alargándose, los cuidados de larga duración cobran cada vez más relevancia en nuestras sociedades. Sabemos también, según datos de la Comisión Europea, que el 90 % de los que llevan a cabo el trabajo asistencial, ya sea de manera formal o informal, son mujeres. Los trabajadores de estos sectores en muchas ocasiones se enfrentan a condiciones especialmente difíciles debido, por ejemplo, a los salarios bajos, una organización desfavorable del horario laboral, trabajo no declarado, insuficiente protección social, incumplimiento de las normas esenciales de protección laboral, etc.

Otro dato que presenta el Informe sobre los cuidados de larga duración: tendencias, retos y oportunidades en una sociedad que envejece (2021), de la Comisión Europea, es que la esperanza de vida en las mujeres es mayor que en el caso de los hombres. Sin embargo, la brecha salarial en muchos ámbitos aún es persistente. Esto significa que las mujeres tienen necesidad por más tiempo de cuidados de larga duración, pero pueden tener menos capacidad económica para sufragarlos. Es la pescadilla que se muerde la cola. 

Teniendo en cuenta estas y otras realidades, la Comisión Europea presentó en 2022 la Estrategia Europea de Cuidados, con objeto de garantizar unos servicios asistenciales de calidad, asequibles y accesibles en toda la Unión Europea, y mejorar la situación tanto de los cuidadores (profesionales o informales) como de los receptores de cuidados. Este doble enfoque, tanto en el cuidador como en la persona que recibe esos cuidados, favorecerá la autonomía de hombres y mujeres cuando lleguen a una edad donde la asistencia es necesaria. 

Reflexionemos: ¿si los cuidados a largo plazo cobran cada vez más importancia en nuestras sociedades envejecidas, no deberíamos reconocer la importancia de las personas que trabajan en estos sectores? ¿Cómo conjugamos estos principios? Desde esta tribuna me permito mencionar dos soluciones que están interrelacionadas y ligadas a la Estrategia Europea de Cuidados:

En primer lugar, la influencia y voluntad de los países. La Unión Europea como tal no tiene competencias exclusivas en materia social. Son los países de la Unión quienes, en este ámbito, llevan la voz cantante; lo cual es lógico, ya que son ellos quienes mejor conocen sus sociedades. Por eso mismo, tras haber adoptado la Estrategia en diciembre de 2023, los países tienen hasta junio de 2024 para informar a la Comisión Europea acerca de las medidas que han adoptado para cumplir los objetivos que se plantean en ella. Por ejemplo, en el caso de España ya se ha designado a un coordinador que se ocupará de su aplicación desde el IMSERSO. 

En segundo lugar, la Unión Europea ofrece oportunidades de financiación para los cuidados de larga duración, entre los que se incluyen: el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (que presta una atención prioritaria a los servicios familiares y no residenciales); el Fondo Social Europeo+, dentro de su capítulo de Empleo e Innovación Social; el Fondo de Transición Justa; Horizonte Europa; el programa UEproSalud; el programa Europa Digital y, finalmente, el apoyo técnico destinado a aumentar la capacidad de las autoridades españolas para diseñar, desarrollar y ejecutar reformas a través de NextGenerationEU.

La realidad es que Europa está afrontando un cambio demográfico importante. Por ello, la Estrategia Europea de Cuidados resulta fundamental. No olvidemos que todos llegaremos a ser mayores, y que es tan importante que nos cuiden bien, como cuidar a quien nos cuida.