En los últimos años, la situación de los cuidados de larga duración ha tomado protagonismo en el debate público. Existe una creciente conciencia social sobre la necesidad de un nuevo modelo y se ha convertido en una prioridad política, en un enorme reto social y económico.

Los cuidados nos interpelan a todos y todas como sociedad. Todas las personas cuidamos en algún momento, pero también necesitamos que nos cuiden, especialmente en determinados momentos de nuestro ciclo vital.
Se estima que, en España, más del 10% de la población requiere cuidados y apoyos. Si a esto le sumamos, familiares implicados en los cuidados de larga duración y todo el sector profesional, nos podemos hacer una idea del alcance de esta cuestión.
Repensar el modelo de cuidado es, por tanto, un reto de país y hemos de abordarlo con un enfoque de derechos humanos, que se centre en la persona, respetando la elección, voluntad y preferencias, y promoviendo la participación social y la inclusión en la comunidad.
Este cambio social, político y cultural supone el tránsito de un modelo de cuidados basado en esta cultura asistencialista, para avanzar hacia un modelo de cuidados y apoyos acorde con el enfoque centrado en la persona y en el entorno comunitario; que las personas puedan elegir dónde, cómo y con quién vivir, en igualdad de condiciones y a lo largo de toda la vida.
La reforma de las leyes de discapacidad y dependencia
Y para abordar este cambio de paradigma, sin duda, el incremento de los niveles de inversión en cuidados será determinante para el futuro de estos, pero no sólo. También lo es la reforma de las leyes de discapacidad y dependencia con el objetivo fundamental de pasar del reconocimiento formal de derechos a su ejercicio real, ampliándolos y consolidándolos.
Se trata de una reforma que supone un avance democrático al reconocer el cambio de modelo en los sistemas de cuidados y apoyos a las personas y, especialmente, la flexibilización del sistema: tanto el catálogo de servicios y prestaciones, como la toma de decisiones o los procedimientos.
Esto supone un cambio profundo de mirada, que deja atrás el asistencialismo, la sobrecarga estructural sobre las familias y la rigidez del sistema que hoy en día ofrece respuestas que tienden a uniformar realidades profundamente diversas.
Y en el compromiso para alcanzar este reto colectivo, la participación de plataformas y espacios de información y debate, como Balance Sociosanitario, resultan cruciales.
Enhorabuena a Balance Socio Sanitario por estos quince años de trabajo que han llevado a este medio a convertirse en referencia para el sector. Necesitamos publicaciones que reflexionen con rigor y honestidad sobre cuestiones y debates que cada día cobran más fuerza y relevancia social.







