El “olvido oncológico”: un problema bastante poco conocido

José Manuel Ribera Casado

Catedrático Emérito de Geriatría (UCM). Académico de número (RANME)

Puedo confesar que hasta hace poco más de un año yo desconocía completamente esta cuestión. Oí hablar de ella por primera vez con motivo de un simposio al que había sido invitado. Tampoco entre mis colegas era un tema muy conocido. Tan solo algunos oncólogos y de manera poco precisa. Más recientemente he tenido la oportunidad de entrar en el tema. Sin embargo, me parece un problema lo suficientemente importante como para darle visibilidad. Por ello mi intención este mes es sacarlo a relucir y, de esta forma, contribuir a sensibilizar a nuestros lectores para que se sumen al trabajo común de superar la injusta situación de la que son víctimas implicadas muchos conciudadanos nuestros.

En esencia se trata de luchar para que aquellas personas que han padecido un tumor maligno y lo han podido superar se vean libres para siempre de unos prejuicios sociales que generan rechazo, cuando no dificultan hasta imposibilitar, en muchos casos, la aspiración legítima de poder mantener una vida normal.

Personas que no tengan que sentirse discriminadas, que no padezcan en el día a día las consecuencias derivadas del estigma que representa la palabra “cáncer”, ni sufrir por ello rechazos de ningún tipo, incluidos aquellos correspondientes a la esfera administrativa.

Facilitar que puedan dejar de sentirse víctimas, y que, como cualquier otro ciudadano, puedan solicitar y recibir créditos, contratar pólizas de seguros o, incluso en algunos casos, librarse de discusiones con el funcionario de turno para conseguir la renovación del permiso de conducir. Las circunstancias que acabo de comentar son sólo algunos ejemplos de la doble e injusta victimización, social y administrativa, que padecen muchos de nuestros conciudadanos.

Se trata de luchar para que aquellas personas que han padecido un tumor maligno y lo han podido superar se vean libres para siempre de unos prejuicios sociales que generan rechazo

Se trata de un problema claramente mixto a la hora de ser afrontado, quizás con un mayor componente jurídico que sanitario. Aunque las personas de edad avanzada no sean sus víctimas más frecuentes, lo que llamamos olvido oncológico también puede alcanzar a bastantes de ellas. En todo caso creo que merece la pena alzar una voz reivindicativa desde nuestra publicación. La fundación Finsalud, a caballo entre el derecho y la salud, y a la que ya me he referido en otros comentarios anteriores, lleva tiempo involucrada en el tema y ha dedicado recientemente una sesión para discutirlo en el curso de su simposio anual.

Lo cierto es que, merced a sus esfuerzos y al de otros muchos, hace unos meses se logró sacar adelante una “Ley del derecho al olvido oncológico” que ha supuesto un avance muy marcado en este terreno. En su texto establecía que, a partir del quinto año de lo que se entiende por curación, el tema debe darse por cerrado –olvidado- a todos los efectos. Ningún organismo administrativo, público o privado, tiene ya derecho a pedir información en este sentido ni, mucho menos, a actuar en base a ello. Si lo hiciera podría ser denunciado y sancionado. Tampoco el individuo está obligado a proporcionarla aunque le fuese solicitada. Las decisiones en cualquiera de las cuestiones apuntadas más arriba o en otras de naturaleza parecida deben ser tomadas en igualdad de condiciones que las aplicables al conjunto de la población que nunca hayan sido víctimas de un cáncer.

Como, de acuerdo con el refrán, una cosa es predicar y otra dar trigo, la fundación Finsalud, en colaboración con la fundación Alivia, también implicada en el tema, pretende indagar sobre el terreno el grado de cumplimiento de esta ley. Para ello se ha puesto en marcha un proyecto muy ambicioso destinado a conocer cómo se están haciendo las cosas y en qué grado la realidad coincide con la norma.

Con este motivo se va a proceder a obtener información directa utilizando como fuentes tanto a las entidades financieras como, sobre todo, a los propios pacientes. Diré, a modo de inciso, que, a mi juicio, la forma correcta para nominar a estos últimos es la de “expacientes”. Hacerlo así tiene la ventaja adicional de contribuir a crear un ambiente favorable y más acorde con la realidad. Para lograr esta información se pretende llevar a cabo una encuesta lo suficientemente amplia como para que no queden dudas al respecto. Para ello se buscará el apoyo de las asociaciones de pacientes, muchas de ellas centradas específicamente en diferentes tipos de cáncer. Los resultados tardaremos en conocerlos pero me comprometo a dar cuenta de ellos en esta sección tan pronto como se conozcan.