Hablar de desafíos y retos es reflexionar sobre aquello que es crítico, importante, especialmente para la población frágil y vulnerable, si nos referimos al sector social y sanitario.
Esta cuestión no es baladí, porque la tecnología ha desempeñado un rol muy importante en la evolución de este sector, pero aún queda mucho por hacer. ¿Privada, segura, accesible, asequible, escalable?
Ahí tendríamos ya cinco desafíos y retos presentes, de pasado y futuro.

Para mí, la privacidad es un tema esencial, crítico, pero no siempre lo parece para nuestra sociedad que regala o vende sus datos o los de las personas mayores sin mucho pudor, a pesar de la legislación vigente.
Tecnología segura para el sector sociosanitario es también un desafío. No cualquier producto o servicio es fiable y debe garantizarse su funcionamiento pleno o, al menos, un tiempo mínimo entre fallos. Un producto o servicio no seguro es difícilmente ético en el ámbito de la atención a personas frágiles y vulnerables.
La accesibilidad es un deber irrenunciable, especialmente para el lustro 2025-2030 en el que la “European Accessibility Act” requiere accesibilidad digital per se en prácticamente todo. La teleasistencia inaccesible no es permisible, por cuestiones éticas, legales y morales.
Asequible significa viable económicamente para las personas y también para las entidades financiadoras, públicas o privadas. Este reto es muy importante para la sostenibilidad social, ecológica y económica. Las tecnologías fiables, privadas, accesibles y seguras han de tener el menor coste posible que las hagan viables para los que las financian, fabrican, distribuyen o producen.
Tecnología escalable en el sector sociosanitario es aquella que puede asumir fácilmente una funcionalidad añadida sin tener que empezar de cero. Esto implica cierta compatibilidad hacia delante y hacia detrás. Para ello, el respeto a los estándares y los acuerdos público-privados son determinantes.
¿Y qué más?
Cinco requisitos: eficaz, eficiente, efectiva, ética y estética.
De ellos, para mí el más importante es el desafío ético. Ahora que gusta tanto hablar de la inteligencia artificial, el reto es la toma de decisiones, o el apoyo a la misma, por parte de quien ha de tomarlas, típicamente un profesional, la persona usuaria o un familiar autorizado, pero no la máquina. La tecnología sociosanitaria tiene una responsabilidad social enorme que ha de ser asumida por quien corresponda, que no es un teléfono móvil, un dispositivo de teleasistencia, una página web, o un algoritmo listillo.
Eficiente tiene que ver con el uso apropiado de recursos, una vez que la eficacia y fiabilidad de la tecnología han sido demostradas en el sector sociosanitario. Efectiva será cuando su impacto sea realmente el esperado, por ejemplo, en la detección y prevención de la soledad no deseada ni deseable.
La estética es también muy importante. Queremos tecnología bonita, no estigmatizante, armónica con el entorno, por ejemplo, nuestro hogar.
Toca concluir: el reto es hacer realidad todo esto a corto y medio plazo, mañana.







