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Centros de Día: un pilar de atención y bienestar en la comunidad

Centros de Día: un pilar de atención y bienestar en la comunidad.
Centros de Día: un pilar de atención y bienestar en la comunidad.

Los centros de día se consolidan como una pieza esencial en el engranaje de los cuidados sociosanitarios. Son espacios que combinan atención profesional con un entorno social estimulante, y representan una solución intermedia entre el cuidado domiciliario y el cuidado residencial. Actúan como espacios de encuentro, participación y prevención de la soledad no deseada, fomentando la integración comunitaria de las personas mayores.

Pilar Ramos, presidenta de AMADE
Pilar Ramos, presidenta de AMADE

A pesar de su relevancia, estos recursos siguen siendo poco conocidos tanto por la ciudadanía como, en ocasiones, por los propios profesionales del sector. Esta escasa visibilidad contrasta con el papel estratégico que desempeñan en la promoción de la autonomía personal, el apoyo a las familias cuidadoras y el mantenimiento de las personas mayores en su entorno habitual, algo que coincide con uno de sus mayores deseos: poder envejecer en casa.

El beneficio de un centro de día sobre la salud de la persona es múltiple: mejora la dimensión física, cognitiva y emocional, gracias a la combinación de programas individuales donde interactúan profesionales de la fisioterapia, la terapia ocupacional, la logopedia, enfermería y el trabajo social. Por ello, uno de los grandes valores de los centros de día es su capacidad de integrarse dentro de un modelo de atención integral y centrado en la persona. Lejos de ser un recurso aislado, es compatible y complementario, en la Comunidad de Madrid, con servicios como la teleasistencia, la promoción de la autonomía y el servicio de ayuda a domicilio. En este sentido, en función de las peculiaridades y necesidades de la persona, así como del grado de dependencia, se modula la intensidad del servicio respecto a los días que acude al centro.

La innovación tecnológica

Para las familias, los centros de día representan un respiro imprescindible. Además de ofrecer un entorno seguro y estimulante para los mayores, permiten que los cuidadores dispongan de tiempo para su actividad laboral, su descanso o la conciliación familiar. Este equilibrio es clave para evitar el desgaste físico y emocional del cuidador principal, fenómeno cada vez más reconocido en el ámbito sociosanitario. Sin embargo, los centros de día también afrontan importantes retos de futuro. En primer lugar, deben reforzar su visibilidad y promoción. Es necesario sensibilizar a la sociedad sobre los beneficios de estos servicios y romper con el desconocimiento que, a menudo, impide su utilización temprana, que es cuando pueden resultar más eficaces en la prevención de la dependencia.

El beneficio de un centro de día sobre la salud de la persona es múltiple: mejora la dimensión física, cognitiva y emocional

Asimismo, deben avanzar en su adaptación a las nuevas normativas de calidad, accesibilidad y derechos de las personas usuarias. La colaboración fluida con las administraciones públicas resulta clave para consolidar estos servicios como parte estructural del sistema de atención a la dependencia. En este sentido, es prioritario apostar por fórmulas de concertación, financiación estable y planificación conjunta.

Otro eje fundamental es la incorporación de tecnología. Desde sistemas de monitorización personalizados hasta herramientas de estimulación cognitiva digital, la innovación tecnológica abre nuevas posibilidades para mejorar la atención, hacerla más personalizada y eficiente, y responder a las expectativas de una población cada vez más informada y exigente.

Los centros de día tienen mucho que aportar en la construcción de un modelo de atención centrado en la persona, basado en la proximidad, la prevención y el acompañamiento. Darles el lugar que merecen es una tarea compartida entre administraciones, profesionales y sociedad.

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