Atención al final de la vida: mensajes de la BGS

Atención al final de la vida.
Atención al final de la vida.

José Manuel Ribera Casado

Catedrático Emérito de Geriatría (UCM). Académico de número (RANME)

José Manuel Ribera Casado.

Se trata de un tema recurrente, del que se viene hablando –y actuando- con insistencia en las últimas décadas. Discutir sobre humanizar a cualquier nivel la atención a la persona en trance de fallecer ha pasado de ser una cuestión casi tabú, a constituirse en preocupación básica para la agenda de quienes se enfrentan diariamente a esta situación. Los profesionales de la atención al mayor estamos en primera línea en este terreno. Los cuidados paliativos, la sedación terminal, la eutanasia, la forma de afrontar situaciones como el manejo del dolor o las relacionadas con la alimentación ehidratación, forman parte diaria de discusiones, foros de debate y doumentos de todo tipo.

En ese contexto, la Sociedad Británica de Geriatría (BGS) ha publicado recientemente algunas reflexiones de interés por más obvias que puedan parecer. Proceden de la llamada “Palliative and End of Life Care Commission”, un grupo de trabajo constituido en el seno de su Sistema Nacional de Salud y que incluye representantes de la propia sociedad profesional. En relación con ello, la BGS recoge en su boletín oficial (1) lo que llama “Mensajes clave para el final de la vida”.

Cinco puntos

Fallecimientos a edades muy avanzadas

En el primero recuerda que la inmensa mayoría de los fallecimientos tienen lugar en edades muy avanzadas. Aporta cifras de su país en función de este parámetro, unas cifras que, en esencia, son muy similares a las que podemos encontrar en España.

Malas condiciones físicas y mentales

A continuación se nos recuerda que hablamos de pacientes en muy malas condiciones físicas y con frecuencia mentales, con pluripatología como norma, fragilidad, cánceres varios, problemas neurológicos y unas trayectorias hacia su destino final que pueden ser muy variadas en función de los sistemas de medición empleados. Recalca la importancia de focalizar en este colectivo el mayor soporte médico y social dadas sus características, especialmente si viven solos o con una pareja de edad y situación similar.

La comunicación

El tercer aspecto insiste en cuestiones relativas a la comunicación entre el protagonista, la familia y el entramado médico-social responsable de su atención. Considera que hay que buscar formas que permitan cumplir lo mejor posible la voluntad de la persona. Para ello pone énfasis en la conveniencia de disponer de unas directrices anticipadas (Advance Care Planning) y de hablar de forma abierta sobre ello, algo que en el Reino Unido hace menos de un tercio de la población.

Desconozco los datos españoles pero sospecho que son bastante más bajos. Pide una atención especial para las personas más frágiles, así como para las minorías más descolocadas por razones étnicas, con barreras de lenguaje o víctimas de cualquier otra forma de exclusión social. Hace una llamada a la búsqueda del mejor lugar para vivir esos últimos momentos y para una priorización de los problemas más acuciantes en cada caso, siempre dentro de un marco lo más realista posible.

Hay que buscar formas que permitan cumplir lo mejor posible la voluntad de la persona

Elegir el lugar

El tema de la elección del lugar más adecuado para el óbito centra los comentarios del cuarto mensaje. En el Reino Unido, el 75% de los fallecimientos no ocurren donde la persona hubiera preferido. El 65% de los británicos con más de 65 años desearían morir en su propia casa. Alrededor del 40% lo hacen en un hospital, un 30% en su domicilio, un 20% en residencias o similares y el resto en centros específicos para pacientes terminales (hospices). Una proporción relativamente alta muere en un servicio de urgencia hospitalario, víctima muchas veces de decisiones familiares y/o de conductas terapéuticas tan agresivas como innecesarias. Uno de cada ocho ha permanecido ingresado más de un mes de los tres últimos meses de su vida.

Atención adecuada

El quinto mensaje se centra en la necesidad de disponer de las habilidades adecuadas para prestar una buena atención a las personas con evidencia de enfermedades graves de evolución progresiva, frágiles y con deterioro cognitivo. Unas habilidades que incluyen saber reconocer que la persona está en su último año de vida, aplicar tratamientos acordes con la situación del momento, ajustar los cuidados a la situación presente, valorar siempre posibles alternativas al hospital, y establecer cauces de comunicación fluidos, respetuosos con la voluntad del sujeto. Para ello se requieren profesionales expertos, con habilidades médicas y sociales. En el ámbito médico, pueden proceder de paliativos, pero también del ámbito de la medicina de familia o de la geriatría.

Nada esencialmente nuevo en los mensajes de la BGS, pero, como siempre unas recomendaciones cargadas de sentido común que ponen el énfasis en uno de los temas redundantes en el marco de la medicina actual.

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