La situación de estrés y fatiga de los cuidadores profesionales de personas mayores puede llevar a sentimientos de impotencia, culpabilidad, irritabilidad emocional, ansiedad y depresión, lo que, a su vez, contribuye al aislamiento social y al ausentismo laboral e, incluso, a requerir de tratamiento. De la realidad de estos perfiles laborales que desarrollan su labor en centros de día, residencias, así como en asistencia a domicilio, nos habla Juan Castilla, psicólogo general sanitario especialista en Gerontología Social y en Psicología Positiva e Inteligencia Emocional, para quien “los profesionales del sector geriátrico-gerontológico tienen una situación bastante mejorable. Y es que no parece que sea un sector en el que se apueste presupuestariamente dotándolo de más recursos. Existe un ‘estigma social’ del sector geriátrico y gerontológico que nos debería preocupar como sociedad”.
Castilla, con más de 10 años de experiencia como director de centros sociosanitarios y 25 formando a profesionales, asegura que “no hay un estudio completo de ámbito nacional que pueda calibrar el desgaste emocional de los profesionales de este sector, pero recuerda que España es uno de los países donde más se sufre por agotamiento laboral, ya que 7 de cada 10 trabajadores españoles han sufrido “burnout”, según el estudio Global Workforce of the Future 2023 elaborado por Adecco. Otro dato de este informe es que el 53% de los trabajadores de nuestro país teme sufrir este síndrome en el futuro. Además, casi el 40% (39,3%) valora su salud mental negativamente según un estudio de la Mutua Madrileña, junto a la Confederación Salud Mental España (2023), que recogía que el 88,8% atribuía el deterioro, sobre todo, al estrés y a las presiones rutinarias, algo por debajo de quienes lo achacaban a la incertidumbre del futuro (89%) y a las dificultades económicas (91%)”.
Tal y como revela Castilla, “cuando el estrés se perpetúa y produce síntomas de fatiga crónica e incluso de depresión se genera el ‘burnout’, reconocido por la Organización Mundial de la Salud como enfermedad profesional desde enero de 2022, aunque todavía no reconocido como tal en España”.
No obstante, el “síndrome de desgaste profesional” ha ganado visibilidad gracias a la última revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), que entró en vigor el 1 de enero de 2022, y que supone la consideración de dicho síndrome como un problema relacionado con el trabajo. Hasta dicha revisión, y según datos del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), el “burnout” estaba incluido entre los “problemas relacionados con la dificultad en el control de la vida”. Con la nueva clasificación, el “síndrome de desgaste profesional” se incluye en el capítulo “Factores que influyen en el estado de salud o el contacto con los servicios de salud” dentro de la subcategoría de “problemas asociados con el empleo y el desempleo”, siendo codificado como: “Síndrome de desgaste ocupacional”.
Esta nueva conceptualización permite mejorar la identificación del síndrome, así como su prevención y tratamiento, facilitando el diagnóstico a los profesionales de la salud y su prevención a los profesionales de la psicosociología. Según la CIE-11, el síndrome de desgaste profesional es el resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito. Se caracteriza por tres dimensiones: sentimientos de falta de energía o agotamiento; aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo; y una sensación de ineficacia y falta de realización. De esta forma, la consideración del origen laboral de este síndrome supone un paso más en el reconocimiento de la importancia de los riesgos psicosociales de origen laboral.
El cuidado de personas mayores puede ser, pues, emocionalmente agotador y estresante. De ahí que sea importante implementar programas de apoyo y prevención para ayudar a los cuidadores a manejar el estrés en aras de brindar un cuidado de calidad a los ancianos. Pero ¿cómo gestionar la aparición del “burnout”? En opinión de Juan Castilla, “primero hay que detectarlo y medirlo, porque varía según los contextos laborales, y porque es posible que exista en mayor proporción de lo que creemos. Y eso no es bueno ni para la persona mayor, ni para el trabajador, ni para la empresa. La mayoría de los profesionales del sector que cuidan a nuestros mayores son muy “vocacionales”, y eso hay que cuidarlo con más y mejor formación, con menor turnicidad, ya que está demostrado que afecta al cansancio físico y mental, ratios adecuados, funciones establecidas claras y concretas, creando buen clima laboral, fomentando la conciliación y la flexibilidad, mejorando los canales de comunicación de ‘abajo a arriba’ y de ‘arriba a abajo’ y creando espacios positivos”.
La consideración del origen laboral del “burnout” supone un paso más en el reconocimiento de la importancia de los riesgos psicosociales de origen laboral.
Además, continúa, “existen muy pocos estudios post pandemia sobre el desgaste profesional en nuestro sector y sería muy adecuado contemplarlo, porque si las cifras pre pandemia nos pueden sugerir que 1 de cada 3 trabajadores podría tener un posible ‘burnout’, es posible que esas cifras no se ajusten a la nueva realidad post pandemia”.
Por otra parte, y en lo que se refiere a su prevención, Castilla afirma que “hay herramientas muy útiles para detectarlo, como es el MBI de Maslach, que recoge las variables más importantes que afectan a los trabajadores: el cansancio emocional (CE) con sentimientos de fatiga o agotamiento; la despersonalización (DP) del profesional hacia quien cuida, es decir, para protegerse mantiene una distancia mental y se “aleja” de la persona para no sufrir; y la realización personal (RP) por el trabajo que uno realiza, sentirse bien con lo que hace y valorado”.
“Se podría estimar que hay “burnout” en nuestro sector y que 1 de cada 3 trabajadores gerontológicos podrían tener un cansancio emocional alto”. Juan Castilla
El clima organizacional y las condiciones laborales también influyen en el estrés del cuidador. La falta de apoyo, la sobrecarga de trabajo y la falta de reconocimiento pueden aumentar la insatisfacción laboral. Además, las demandas físicas y emocionales del trabajo, como la prevención de caídas y el cuidado de ancianos con enfermedades graves, también contribuyen al estrés del cuidador.
Es importante implementar programas de apoyo y prevención para ayudar a los cuidadores a manejar el estrés y brindar un cuidado de calidad a los ancianos
Ante esta situación cabe preguntarse si los cuidadores ven reconocida su labor, si se sienten visibilizados. Para Juan Castilla, la respuesta es clara, “no, tristemente no existe ese reconocimiento social, ni incluso en la época de la pandemia ni de la post pandemia que estuvieron al ‘pie del cañón’ para cuidar y apoyar a nuestros mayores. Ante este panorama, lo primero que debemos hacer los trabajadores del sector de los mayores es reconocernos y valorarnos a nosotros mismos por la gran labor que hacemos todos los días. Se sabe que hay muchas familias y personas mayores que sí reconocen ese trabajo y nos motivan a seguir. Esa carencia social de reconocimiento es una gran oportunidad para los coordinadores, supervisores y directores de empresas para valorar lo que hacen sus equipos que, a pesar de no disponer muchas veces de todos los recursos adecuados, sacan el trabajo adelante con mucho esfuerzo, mérito y profesionalidad. Hay que empezar en las instituciones en las que cada uno puede intervenir y cambiar patrones, hábitos y formas de comunicación”.
La formación de los cuidadores profesionales juega un papel primordial a la hora de ser capaces de detectar y afrontar las situaciones de estrés o “burnout”. En este sentido, Alba Moral, docente del Máster en Gerontología Social y del Postgrado en Dirección y Gestión de centros residenciales y otros recursos gerontológicos del Institut de Formació Continua de la Universitat de Barcelona, asegura que “el acto de cuidar es un trabajo donde la empatía, la paciencia y el esfuerzo físico diario nos desgastan y agotan. Poder optar a la formación para realizar las tareas del cuidado nos garantiza una seguridad y profesionalidad que limitan el hecho de cuidar desde el agotamiento o estrés. Ser capaz de identificar situaciones donde las curas y cuidados diarios nos resultan más difíciles nos permite afrontarlas con conocimientos. Además, disponer de recursos para identificar que los cuidadores forman parte de un equipo multidisciplinar es uno de los recursos que nos ofrece la formación para sentir amparo y refugio de la carga emocional del cuidado”.
“Poder optar a la formación para realizar las tareas del cuidado nos garantiza una seguridad y profesionalidad que limitan el hecho de cuidar desde el agotamiento o estrés”. Alba Moral
En este sentido, Juan Castilla recalca que “la formación es clave porque el sector se mueve hacia cambios en los paradigmas del cuidado a los que hay que adaptarse. Cuanto más y mejor formados estén los trabajadores, más calidad en el servicio daremos y menos estrés tendremos. Se podría estimar que hay “burnout” en nuestro sector y que 1 de cada 3 trabajadores gerontológicos podrían tener un cansancio emocional alto”, concluye.
Alba Moral, docente en el Institut de Formació Continua de la Universitat de Barcelona, resume así sus recomendaciones para que los cuidadores profesionales mantengan su bienestar emocional mientras cuidan a personas mayores:
Por su parte, Juan Castilla añade “el humor (que no la ironía, que hace mucho daño a quien la usa y al entorno), la alegría (que no el cachondeo en el trabajo), el optimismo (que no el perfeccionismo), la buena música (que tenga buenos mensajes y que sume y no nos ponga melancólicos), el contacto y la empatía, valorarse a uno mismo, valorar a compañeros, a las personas mayores y familiares e incluso a jefes (se crean sinergias comunicativas mejores), la sonrisa y el agradecimiento a tu entorno. Y si incorporan en sus dinámicas fuera del trabajo el deporte, mejorar en el descanso y la buena alimentación… hará que nuestra jornada laboral sea más beneficiosa”.
Extremadura supera la media nacional en cobertura residencial para mayores, con 5,28 plazas por cada…
La Fundación ADINBERRI ha inaugurado Bibetoki en Lezo, promoviendo el diálogo sobre la longevidad y…
La atención al cliente y la hospitalidad son fundamentales en diversos sectores. La Universidad de…
La Universidad de Málaga presenta la primera escala de prevención de la dependencia, un cuestionario…
El presidente de Castilla y León firmó el "Pacto por las Familias" con 45 entidades…
Investigadores de la Universidad de Málaga desarrollan robots sociales de asistencia autoadaptativos en la residencia…