Discapacidad

Inclusión en el tiempo libre, hacia un ocio sin barreras

El ocio inclusivo es el conjunto de actividades o iniciativas que buscan garantizar que todas las personas, independientemente de sus capacidades físicas, sensoriales o intelectuales, puedan disfrutar de actividades recreativas y culturales en igualdad de condiciones. Es, en esencia, un derecho humano básico que promueve el desarrollo y el bienestar de las personas. Pero impulsar su acceso equitativo y eliminar las barreras existentes no solo es un derecho, sino una necesidad para construir una sociedad verdaderamente inclusiva. En este reportaje, exploraremos su importancia y los desafíos a los que se enfrenta con el asesoramiento de Araceli Martín, coordinadora de proyectos de ocio y voluntariado de Plena Inclusión Madrid y de Jesús Hernández, director de Accesibilidad e Innovación de Fundación Once.

Las personas con discapacidad, un 10% de la población, representan un grupo diverso cuyas necesidades, deseos y aficiones son variadas. Al igual que el resto de la población, obtienen los mismos beneficios del ocio, siendo fundamental para su desarrollo y bienestar personal, por lo que debe entenderse en el contexto del ocio del resto de los ciudadanos. No obstante, la realidad muestra que el suyo no siempre se equipara al del resto, presentando diferencias significativas como colectivo.

De ahí que el ocio denominado inclusivo se refiera a la adaptación de actividades recreativas que sean accesibles y disfrutables para todos, incluyendo a personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. Esto implica la eliminación de barreras físicas y sensoriales, así como la promoción de actitudes y prácticas que favorezcan la inclusión y la participación plena de todas las personas. Y es que el ocio es una parte fundamental del bienestar humano, ya que proporciona oportunidades para el descanso, la diversión, el aprendizaje y la socialización. Además, para las personas con discapacidades, el ocio inclusivo puede tener beneficios adicionales, como la mejora de la autoestima, la promoción de la independencia y la creación de un sentido de comunidad.

En definitiva, el ejercicio del ocio, sea en actividades físicas, deportivas, recreativas, turísticas, culturales o artísticas, es un fin en sí mismo. Es esencial para la construcción de la identidad personal y se reconoce como un derecho en la Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad. También se recoge en el artículo 43.3 de la Constitución española, donde dice que “los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación sanitaria, la educación y el deporte. Asimismo, facilitarán la adecuada utilización del ocio”. 

Presencia, interacción y disfrute

La RAE define ocio como diversión u ocupación reposada, subrayando dos características: la diversión entendida como disfrute y una vivencia placentera en el tiempo libre. Partiendo de esta definición general, desde Plena Inclusión, Araceli Martín, asegura que “el ocio se define como la forma de utilizar el tiempo libre de una manera elegida, de modo que las actividades produzcan algún tipo de placer o disfrute, definición muy importante para detallar en qué consiste exactamente el ocio inclusivo. Los tres elementos fundamentales de la inclusión son: que haya presencia, que dicha presencia vaya acompañada de interacción con las personas que formen parte de los recursos y que exista disfrute”.

El ocio es una parte fundamental del bienestar humano, ya que proporciona oportunidades para el descanso, la diversión, el aprendizaje y la socialización

Para lograrlo, desde Plena Inclusión apuestan por proporcionar apoyos personalizados, es decir, “que cada persona elija, redacte, construya su plan y cuente con una persona de apoyo, con un grupo de profesionales, para que puedan desarrollar esa actividad”, explica Martín. Desde esta entidad impulsan la participación de personas con discapacidad en actividades en la comunidad como medio para su inclusión, la convivencia y el desarrollo comunitario y para fomentar las relaciones interpersonales entre personas con y sin discapacidad. Sus acciones alcanzan a un total de 3.652 personas, entre las que se encuentran 1.910 personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, 583 familiares, 275 profesionales, 16 voluntarios y 868 personas de otros perfiles del ámbito educativo y cultural.  

Por su parte, para Jesús Hernández, director de Accesibilidad e Innovación de Fundación ONCE, las actividades propias del ocio inclusivo serían “aquellas que puede realizar cualquier persona en el momento que quiera y con quien quiera, sin diferenciación respecto a sus capacidades. El ocio es totalmente inclusivo cuando toda la cadena de valor es accesible. Es decir, que todos los pasos que se dan desde que se piensa, se contrata y se realiza la actividad, son accesibles. En definitiva, que las personas con discapacidad hayan podido realizarlas de manera independiente y segura”.

Además, Hernández insiste en resaltar la importancia de que en el diseño de las actividades inclusivas se tengan en cuenta, desde un primer momento, las diferentes discapacidades, para no tener que adaptarlas a posteriori. “Para ello, es fundamental contar con profesionales con experiencia en el diseño universal, así como de las personas con discapacidad y asociaciones que expliquen qué es lo que realmente necesitan”.

Beneficios de un ocio universal

El ocio inclusivo ofrece una serie de beneficios significativos que mejoran tanto la calidad de vida de las personas con discapacidad como la cohesión social en general. Promueve el bienestar físico y mental, facilita la integración social, y fomenta la creación de redes de apoyo. Además, desarrolla habilidades como la comunicación, la cooperación, y la creatividad, al tiempo que rompe barreras y estereotipos, promoviendo una cultura de diversidad y aceptación. Asimismo, contribuye a una vida más saludable al reducir el estrés y la ansiedad, y al mejorar la función cognitiva y física. 

Para promover un ocio inclusivo es necesario eliminar obstáculos y adaptar los entornos para contribuir a una mayor participación comunitaria

Así lo constata también Jesús Hernández, al afirmar que los beneficios son claros. “Una persona con discapacidad tiene derecho a realizar actividades de ocio. Desde el momento en que se garantiza su acceso a dichas actividades va a verse satisfecho ese derecho y, por tanto, va a beneficiarse de una oferta cultural, turística, etc. inclusiva. La Fundación ONCE trabaja por la plena inclusión de las personas con discapacidad en todos los ámbitos, incluido el ocio. Y será desde dos puntos de vista, el de los usuarios y el de las personas con discapacidad como trabajadores en el ámbito del ocio, la cultura y el turismo”.

Del mismo modo, desde Plena Inclusión, Araceli Martín asegura que “de manera general, el ocio suele aportar grandes beneficios psicosociales. Aporta, tanto para la autoestima, como para el fomento de las habilidades sociales. Y, por supuesto, los beneficios físicos. En su gran mayoría, la demanda de las familias y de las personas se centra en realizar actividades de ocio, tener amigos, salir de la ‘burbuja’ de casa y del entorno. Cuando una entidad o una federación proporciona dichas oportunidades cumplen esos deseos de interacción y participación con los demás. Porque la discapacidad intelectual y del desarrollo sufre mucho rechazo en la edad escolar. Ofrecerles oportunidades de relaciones sanas, constructivas y de disfrute es imprescindible para sus vidas”. 

Desafíos y barreras por derribar

Para garantizar el acceso universal al ocio, es vital identificar y superar las barreras existentes, tanto personales como del entorno. Estas incluyen limitaciones físicas o psíquicas, escasez de relaciones personales significativas, pobre desarrollo de la autodeterminación, y falta de experiencias de ocio comunitario. Además, se enfrentan a la falta de formación en educación para el ocio y a la dificultad de gestionar recursos económicos. Las barreras ambientales incluyen estereotipos y actitudes negativas, sobreprotección familiar y profesional, inaccesibilidad física y de información, y la falta de apoyos necesarios. Para promover un ocio inclusivo es necesario eliminar obstáculos y adaptar los entornos para contribuir a una mayor participación comunitaria.

La accesibilidad no solo se refiere a la eliminación de barreras físicas, sino también a la implementación de herramientas y servicios que faciliten la participación plena de personas con discapacidad

En este sentido, Jesús Hernández asegura que “muchas veces, la falta de formación es una de las causas que provocan que no haya ocio inclusivo. Los empresarios no tienen en cuenta la accesibilidad a la hora de diseñar sus productos o servicios de ocio. Por ello es fundamental la labor de sensibilización y de formación, sobre todo, para que tengan en cuenta a las personas con discapacidad como una oportunidad de negocio”. Además, añade que, “el problema es que no está universalizado. Es cierto que por legislación en las nuevas construcciones éstas han de ser accesibles, sin embargo, aún quedan muchas antiguas que es necesario mejorar y no sólo en cuestión de accesibilidad para discapacidad física, sino también para discapacidad sensorial e intelectual”.

En opinión de la coordinadora de proyectos de ocio y voluntariado de Plena Inclusión Madrid existe una gran barrera de acceso, “el acceso a la información de la oferta del ocio en la discapacidad intelectual y del desarrollo no es sencillo. Hay una barrera en la información. En Plena Inclusión Madrid contamos con un departamento de accesibilidad donde adaptamos determinados contenidos a lectura fácil para que sean más accesibles y también tenemos un firme propósito de ocupar espacios. Porque hay muchos lugares de ocio y de cultura en los que las personas con discapacidad no están. Y es que muchos gestores culturales desconocen que este colectivo puede ser un público objetivo. Tenemos ese propósito de ocupar la cultura. Es un proyecto muy bonito, donde las personas participan, ocupan y también recomiendan”.

 

A este respecto, también desde la Fundación ONCE resaltan este aspecto, al afirmar que “una de las cosas que las personas con discapacidad demandan, además, por supuesto, de que los productos y servicios sean accesibles, es que la información sobre éstos sea de confianza. Muchas veces confían más en el boca a boca que en la información que haya en una página web. Si existe esa confianza, las personas con discapacidad podrán diseñar, por ejemplo, sus vacaciones o reservar en un restaurante, porque sabrán que aquello que están contratando tiene los servicios accesibles que ellos necesitan”.

Necesidades de apoyo diferentes

Las necesidades de apoyo pueden ser diferentes dependiendo de la naturaleza de las discapacidades: físicas, sensoriales, cognitivas o sociales, tal y como expone Jesús Hernández. La discapacidad física demanda a los espacios accesibilidad, asegurando que la deambulación se pueda hacer sin escaleras, con rampas y ascensores que permitan el acceso a todos ellos, así como aseos adaptados, entre otras adaptaciones. La discapacidad visual, por otro lado, requiere que la información se ofrezca en formato audio, con sitios web accesibles, documentos PDF accesibles y espacios que incluyan contrastes perceptibles incluso con baja visión, además de encaminamientos claros.

Para garantizar un ocio inclusivo es crucial desarrollar planes, proyectos y programas que faciliten la participación de todas las personas

Para la discapacidad auditiva, es esencial que los avisos sonoros tengan formatos alternativos, como pantallas y vídeos con subtítulos y lenguaje de señas, así como alarmas sonoras que sean sustituidas por avisos luminosos. En el caso de las personas con dificultades de comprensión, se debe considerar la lectura fácil, el uso de pictogramas y señalética sencilla. “Es importante tener en cuenta que estas necesidades de apoyo no solo son útiles para las personas con discapacidad, sino también para el resto de la población”, afirma.

Gratuidad para los profesionales de apoyo

Para garantizar un ocio inclusivo es crucial desarrollar planes, proyectos y programas que faciliten la participación de todas las personas. Esto incluye profesionales que guíen las actividades, infraestructuras accesibles, y normativas y presupuestos adecuados. Respecto a cómo percibe la sociedad este tipo de ocio y de qué manera fomentar esa involucración de la comunidad, Jesús Hernández afirma que “aunque se ha avanzado mucho, también queda mucho por hacer. La gran mayoría de las actividades culturales y de ocio, aún no son para todas las personas. Sobre todo, a nivel de discapacidades sensorial e intelectual. 

La participación de la sociedad en su conjunto, incluyendo al movimiento asociativo de personas con discapacidad, va a asegurar que se tenga en cuenta lo necesario para satisfacer las necesidades de las personas con discapacidad en el ámbito del ocio y la cultura”. 

Por su parte, la gran apuesta de Plena Inclusión, en palabras de Araceli Martín, consiste en que “las personas de apoyo puedan entrar de manera gratuita a las diversas actividades. La última normativa que se ha publicado en materia de accesibilidad, el Real Decreto 193/2023, de 21 de marzo, por el que se regulan las condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación de las personas con discapacidad para el acceso y utilización de los bienes y servicios a disposición del público, habla de que a las personas con discapacidad no les puede suponer un sobrecoste acudir a una actividad de ocio.

Además de esta norma, que será de obligado cumplimiento a partir de 2026, se necesitaría una medida concreta que facilite que a las personas con discapacidad no les suponga dicho sobrecoste. El ocio inclusivo es carísimo. Acudir al cine supone pagar las horas de la persona de apoyo, su entrada y la entrada del profesional, sin ningún tipo de ayuda económica que proporcione esos apoyos, con lo que todo recae sobre las propias personas con discapacidad. No se trata de realizar una oferta, sino de reconocer que acudir con una persona de apoyo es un derecho.

El 45% de la población de las personas con discapacidad no ve a nadie fuera de su entorno familiar. Es un porcentaje altísimo. Necesitamos establecer apoyos personalizados y conseguir la gratuidad de los profesionales de apoyo. Y, al menos, que los recursos que ofrece la Ley de Dependencia o la Ley de Servicios Sociales no sean estancos, que las prestaciones sean más flexibles”.

Como concluye el director de Accesibilidad e Innovación de la Fundación ONCE “la sociedad debe demandar el cumplimiento de la normativa y legislación en relación al ocio inclusivo, y las administraciones promover legislaciones que fomenten la accesibilidad y la obligación de velar por su cumplimiento”.

Inclusión laboral a través del ocio inclusivo

El ocio es una experiencia humana integral que influye en todas las facetas de la vida, desde las relaciones personales hasta el trabajo. Respecto al papel que juega el ocio inclusivo en la integración de los trabajadores con discapacidad en el mercado laboral, Jesús Hernández asegura que “no sólo se ha de tener en cuenta que las actividades de ocio han de ser para todas las personas, sino que también las personas con discapacidad pueden trabajar en este ámbito. Se trata de concienciar a los empresarios de los beneficios de contratar a personas con discapacidad y de aprovechar el talento de las personas, independientemente de si tienen discapacidad o no. Y, sobre todo, demostrar que no es más costoso el contratar a personas con discapacidad”.

Para Araceli Martín, “en muchas ocasiones acceder al mercado laboral para las personas con discapacidad es su primera oportunidad de interacción con personas diferentes, que no son ni de su familia, ni de su asociación, ni de su entorno más cercano. Si esas personas han tenido la oportunidad de acceder a un ocio inclusivo, el acceso al mercado laboral ordinario les supone menos barreras porque ya tienen todas las habilidades sociales y comunicativas que se necesitan, ya cuentan con un aprendizaje con el que enfrentarse al mercado laboral”.

Un derecho para todos

El ocio inclusivo es fundamental para garantizar que todas las personas, independientemente de sus capacidades, puedan disfrutar de actividades culturales, deportivas, turísticas, recreativas, educativas y comunitarias. La accesibilidad no solo se refiere a la eliminación de barreras físicas, sino también a la implementación de herramientas y servicios que faciliten la participación plena de personas con discapacidad.

Como asegura Araceli Martín, “en general, estamos acostumbrados a contar con una oferta de ocio y cultural segmentada o dividida. El camino hacia el que vamos en Plena Inclusión tiene que ver con que dicha oferta sea accesible para la población en general, que incluye, por supuesto, a las personas con discapacidad. A día de hoy, todavía hay mucha oferta segmentada. Hay que unificarla con espacios accesibles y con los apoyos que las personas necesitan. Las propias personas están rechazando esa mirada compasiva de la discapacidad y se van consiguiendo alianzas para sensibilizar esos espacios.

En este sentido, en Plena Inclusión tenemos un convenio con la Fundación Parques Reunidos gracias al cual ya son accesibles y la persona de apoyo entra gratuitamente, además de un proyecto relativo a espacios teatrales o de cine con butacas flexibles, idóneas para personas con limitaciones físicas. Cada vez más, los entornos entienden que no pueden ser estancos, ni elitistas, ni cerrados, sino que deben adaptarse a todos los públicos. Nos estamos alejando de ese modelo médico rehabilitador y estamos apostando por el marco de derechos donde las personas con discapacidad son ciudadanos de pleno derecho que tienen que hacer uso y disfrute de los recursos que le ofrece la comunidad”.

Gema Ortiz

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