Cuando alguien llega a una residencia de personas mayores por primera vez tras haber vivido durante años en su propio hogar es habitual que esa persona se haya movido dentro de un restringido círculo de familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Sin embargo, en su unidad de convivencia de la residencia necesitará compartir espacio y tiempo con 15 o más personas que no conoce y relacionarse con un grupo considerable de profesionales del cuidado. Además del impacto físico que esto puede tener en la vida de la persona, trasladarse a una residencia también conlleva impactos psicológicos, sociales y espirituales que deben considerarse.
En este contexto, el concepto de Cuidado Centrado en las Relaciones (CCR) aborda los retos que supone vivir en una nueva comunidad de cuidados –una residencia, por ejemplo–. ¿Cómo? Promoviendo, con base en las relaciones, sentimientos de pertenencia, conexión, intimidad, control y propiedad, de modo que la persona, aun estando fuera de su anterior hogar, pueda percibir en la residencia el tipo de entorno relacional propio de un hogar. ¿Por qué esta importancia de las relaciones? Porque, como dijo el psiquiatra George Vaillant, «la clave para un envejecimiento saludable son las relaciones, las relaciones, las relaciones».
El CCR se preocupa por las relaciones entre todas las personas involucradas en la red de cuidados; por ejemplo, entre el personal y la familia. Por tanto, el CCR se distingue por poner el foco en todas las relaciones que son significativas para cada persona dentro de dicha red.
Las relaciones que experimentan las personas residentes pueden variar dependiendo de si se establecen entre ellas, el personal, los familiares, los visitantes o entre cualquier combinación de estas partes. También somos conscientes de que el entorno en el que ocurren las relaciones influye en la forma en que se interacciona, sea espontáneamente o de manera planificada.
Un ejemplo de interacción intencionada y planificada que encaja bien con la prioridad del CCR de facilitar y fomentar relaciones auténticas y cuidadoras puede ser una práctica intergeneracional en la que residentes, niños de una escuela infantil y miembros del personal jueguen, canten o bailen juntos. También podemos pensar en un concierto de música en el que participe gente de la comunidad que visite la residencia e interactúe con residentes, familiares y el personal. El verdadero núcleo del CCR está en las relaciones, no en las actividades ni en la mera interacción.
Asimismo, es importante destacar que los encuentros espontáneos también son esenciales en el desarrollo del CCR. Por ejemplo, la interacción de un residente con el familiar de otro residente puede convertirse en una rutina que acabe implicando a dos familias distintas. La idea es que el entorno de vida compartido residencial facilite la generación de nuevas relaciones que permitan adquirir un sentido de pertenencia, compromiso y significatividad.
Algunos pasos clave
El primer paso para instalar el CCR en una residencia es que la cultura relacional y el estilo de liderazgo propios del CCR estén profundamente arraigados en toda la organización. La aceptación y comprensión del CCR por parte de los líderes es fundamental para implementarlo. Por otro lado, cuando las relaciones son el verdadero centro de una residencia la cultura relacional alcanza todas sus áreas.¿Por qué? Las relaciones se basan en fomentar los vínculos, el entre, y cuando se dan las condiciones adecuadas es de esperar que las relaciones generen nuevas relaciones hasta en el último rincón. Dicho de otro modo, el CCR no puede ser sectorial ni aplicar se tan solo en algunos espacios de la residencia.
Conocer a la persona y mostrar interés por su historia de vida nos coloca en una mejor posición para acompañarla en el mantenimiento de relaciones significativas
Otro paso fundamental, según Larkin et al. (2023), es la creación de un ambiente de respeto, confianza e inclusión. ¿Cómo lograrlo?
- Todas las personas de la red de CCR de los residentes deben conocer los planes de atención y tratamiento de esos residentes.
- Las decisiones sobre el CCR se han de tomar mediante un diálogo abierto y honesto, dentro de un marco de relaciones genuinas y de confianza.
- La entidad proveedora del servicio reconoce, respeta y pone en el centro del CCR la historia, los intereses y las preferencias de los residentes.
Un tercer paso para establecer el CCR es la creación de múltiples y diversas oportunidades para fomentar un estilo de vida basado en mantener relaciones en todas las direcciones posibles. Por ejemplo, creando oportunidades para que los residentes se apoyen mutuamente y desarrollen amistades; haciendo actividades con participación del personal y los residentes de modo que estos se impliquen en la toma de decisiones; logrando que el personal sienta que forma parte de un equipo, y que es reconocido y respetado por la dirección del centro; propiciando las relaciones entre residentes y familiares, amistades y mascotas; facilitando el acceso de la comunidad a la residencia mediante la organización de eventos y oportunidades para participar.
Crear un ambiente que posibilite las relaciones pero sin que los residentes pierdan autonomía es otro paso en la dirección del CCR. Contar con habitaciones con espacios privados y compartidos, rodearse de objetos significativos, disponer de oportunidades para comunicarse con el equipo directivo, dotarse de áreas privadas para el personal y de entornos adaptados para las personas con deterioro cognitivo constituyen acciones en esa dirección.
La naturaleza de las relaciones entre todas las personas involucradas en el cuidado influirá en el alcance y la calidad del cuidado brindado. Es más, para lograr relaciones significativas hay que tener en cuenta algunos factores como que el personal conozca el historial médico y social de la persona residente o que desarrolle un plan de cuidados con participación de dicha persona y de su familia.
Fomentar relaciones que son significativas para las personas conduce, en última instancia, a un mejor cuidado porque un buen cuidado requiere de buenas relaciones, es decir, de cualquier tipo de relación que la persona considere importante para su bienestar en la vida. Por lo tanto, el CCR no solo abarca las relaciones más evidentes dentro de una residencia, como las que existen entre el personal y las personas residentes, sino también las relaciones familiares intergeneracionales, por poner un ejemplo. En este sentido, el CCR está vinculado al cuidado intergeneracional, que crea oportunidades para que las distintas generaciones pasen tiempo juntas y se cuiden mutuamente.
Lo más valioso en la implementación del CCR es realizar un trabajo intencionado para que las relaciones –y, por ende, el cuidado– fluyan en un ambiente de respeto, igualdad, confianza, sentido de control, inclusión y pertenencia. De esta manera, las relaciones pueden ser auténticas: no condicionadas, no forzadas ni ficticias, y no institucionalizadas. Todo esto también contribuirá a mejorar el entorno laboral del personal.
Construir relaciones requiere tiempo y esfuerzo. En consecuencia, los profesionales debemos trabajar con sensibilidad y adoptar estrategias que hagan sostenible el CCR a largo plazo. Esto se puede lograr mediante el uso de enfoques biográficos y de curso vital que nos permitan comprender y valorar la historia personal y las necesidades cambiantes de cada persona con el tiempo. Conocer a la persona y mostrar interés por su historia de vida nos coloca en una mejor posición para acompañarla en el mantenimiento de relaciones significativas.
En conclusión, el CCR no puede ser un producto institucionalizado sino una práctica basada en el cuidado, el respeto, el sentido de pertenencia y la responsabilidad en favor del bienestar, pero dentro de un flujo relacional con las personas.
Todo lo expuesto apunta la importancia de que los centros residenciales preparen a sus profesionales para este tipo de cuidado relacional. Para conseguirlo debe existir una estrecha colaboración entre los diferentes departamentos del centro residencial, así como actividades específicas para introducir el CCR destinadas a los equipos profesionales.
Artículo redactado por:
- Filipa Maia. Responsable de Educación, Investigación y Participación Comunitaria, Nightingale Hammerson, Reino Unido.
- Mariano Sánchez. Director, Cátedra Macrosad de Estudios Intergeneracionales, Universidad de Granada, España.
- Nuno Santos Lopes. Director de Investigación, Innovación y Participación Comunitaria, Nightingale Hammerson, Reino Unido.
- Alicia Carrillo. Directora General, Macrosad, España.
- Ana Perandrés-Gómez. Jefa del Departamento de I+D, Fundación Ageing Social Lab, España.
Referencias
Larkin, M., Gopinath, M., Kartupelis, J. y Wilson, A. (2023). Making every relationship matter: a practitioner toolkit for relational care with older people. The Open University.








