Estos problemas de salud, típicos de la época estival, tienen un especial impacto en las personas mayores porque, precisamente por su edad, tienen más alterada la sensación de calor y de sed. La hidratación es menor, así como la protección contra los rayos de sol. De esta forma, hacen acto de presencia problemas de salud, como las deshidrataciones y los golpes de calor, que pueden derivar a grandes problemas de salud y mortalidad.
Las olas de calor aumentan significativamente la mortalidad en personas mayores. En residencias, donde se presupone que encontramos buenos equipamientos frente a esa problemática, la falta de medidas preventivas adecuadas puede aumentar el riesgo de muertes relacionadas con el calor.
El año pasado, 2.155 personas fallecieron en España por causas relacionadas con las temperaturas extremas. En 2022, la cifra fue de más de 3.000 muertes.
Los expertos hacen mucho hincapié en tomar las máximas precauciones posibles, teniendo en cuenta también que los factores son muy diversos, espacio y entorno ideal en centros residenciales, la preparación de los domicilios y su adaptabilidad, la hidratación, la nutrición, la vestimenta, la toma de medicamentos, el propio perfil de la persona (su deterioro cognitivo, etc.), cómo afecta psicológicamente la llegada de las altas temperaturas, etc.
“A priori”, la detección puede variar en la atención a domicilio, que los profesionales no conviven con los usuarios, pero el máximo dirigente de Asade quiere poner en valor “las valoraciones integrales, el registro de sus preferencias o costumbres, además del acompañamiento y contacto diario”, que realizan los equipos de atención directa.
“Todos los profesionales de atención a domicilio están formados para poder realizar una ágil detección, la cual no solo se produce de forma presencial sino también conversando con la persona usuaria, en los seguimientos telefónicos que son más frecuentes en estas épocas del año, detectando los síntomas y efectos indicados anteriormente”, añade.
De hecho, esta minuciosa supervisión, prevención de golpes de calor y cercanía es aún mayor si la persona presenta un mayor deterioro cognitivo porque esta circunstancia, según Gamboa, “impide al usuario manifestar sus síntomas y los profesionales deben estar aún más pendientes ante cualquier mínimo cambio”.
Entre otras medidas, el presidente de Asade destaca el “reforzar también las hidrataciones a pesar de la posible negativa a la ingesta, evitar que el usuario se arrope demasiado dado que existe también una alteración del centro termorregulador”, etc. Más allá de estas indicaciones, encontramos las medidas más habituales, alimentos ricos en agua como frutas y vegetales; evitar comidas pesadas y muy calientes, etc.
“Disminuir su actividad social por el calor les puede conducir a un estado de ánimo triste, que puede derivar en aislamiento o en Soledad No Deseada”, Ignacio Gamboa Gamboa, presidente de Asade.
A su vez, desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología apuntan unos conceptos extra sobre la detección de un golpe de calor en personas mayores. Rafael Bielza Galindo, jefe de Geriatría del Hospital Universitario Infanta Sofía, avisa de que “los síntomas pueden ser menos evidentes o confundirse con otras condiciones comunes en los mayores, como infecciones o delirium”.
“Las personas mayores pueden tener una capacidad reducida para sudar, lo que hace que la piel seca no siempre sea un signo fiable. Pueden tener una adaptación y respuesta más lenta al calor. Esto puede condicionar también un reconocimiento tardío de los síntomas hasta que la condición es grave”, añade.
Analizados los síntomas, desde Asade confirman que realizan determinadas medidas para fomentar la protección ante las altas temperaturas y prevenir, en la medida de los posible, los golpes de calor. Su máximo dirigente advierte que se centran en la formación de los profesionales para que “transmitan mensajes preventivos, recomendaciones, buenas prácticas o hábitos a aplicar en la vida diaria para evitar la aparición de síntomas derivados de un golpe de calor”.
“Asimismo, se lanzan campañas específicas en momentos clave para recordar cómo pueden prevenirlo y qué deben tener en cuenta, también se refuerzan las llamadas periódicas haciendo recordatorio e intentando verificar, por ejemplo, que la persona se ha hidratado o si está llevando a cabo las recomendaciones dadas”, avanza.
Sin embargo, no todos los domicilios de las personas usuarias están bien preparados para soportar temperaturas muy altas. Ignacio Gamboa advierte que ponen especial énfasis en que los profesionales recomienden acciones puntuales para poner en práctica como “cerrar ventanas y persianas durante las horas más calurosas, ventilar de noche o a primera hora de la mañana”.
No varían en exceso estos clave en lo que se refiere a los centros sociosanitarios, como residencias de personas mayores, centros de día, etc. Rafael Bielza, explica medidas preventivas en estos centros:
Los centros están muy bien equipados, según el geriatra, con sistemas de climatización y ventiladores, elementos de protección solar en los espacios abiertos, cortinas o persianas para bloquear el sol; bebederos y dispensadores de agua; áreas comunes frescas y bien ventiladas; ropa de cama y vestimenta ligeras, etc.
“Además, muchos centros tienen niveles de riesgo definidos según las temperaturas y condiciones ambientales. Estos niveles ayudan a activar protocolos específicos de prevención y respuesta ante posibles golpes de calor”, añade.
Estos planes específicos de prevención incluyen protocolos de actuación frente a un golpe de calor de un usuario, tal y como lo explica el jefe de Geriatría del Hospital Universitario Infanta Sofía. “El protocolo ideal incluye:
Por su parte, Ignacio Gamboa, presidente de Asade, destaca la importancia de que, ante un golpe de calor en la atención a domicilio, el profesional pueda bajar la temperatura corporal y, si la situación neurológica empeora, llamar al 061. Así es el protocolo que llevan a cabo los profesionales que prestan servicios de Atención a Domicilio:
Independientemente de dónde suceda, la actuación por parte de los profesionales tiene que ser inmediata, eficaz y eficiente ante “las graves consecuencias” que puede tener para la salud un golpe de calor.
Rafael Bielza avisa del “daño permanente” que puede ocasionar a “órganos como el cerebro, el corazón y los riñones”. Asimismo, puede ocasionar “mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares” o el “desarrollo de infecciones debido a la debilitación del sistema inmune”. El cómputo global de los golpes de calor y las complicaciones de salud a las que pueden derivar aumenta “la mortalidad, especialmente en personas mayores”.
Como decimos, hay muchos factores a tener en cuenta en la prevención frente a las altas temperaturas y uno que aún no hemos comentado, y no precisamente tiene menor importancia, es la toma de medicamentos. Muchas personas mayores tienen una ingesta obligada de fármacos que pueden influir en épocas estivales.
El presidente de Asade advierte de que existen fármacos de uso muy habitual para el control de patologías crónicas que empeoran esta situación ya que “favorecen la deshidratación: Diuréticos, laxantes, antiinflamatorios no esteroideos, algunos antidiabéticos orales, antihipertensivos, etc”. “Otros impiden la pérdida de calor por lo que pueden llevar a un aumento de temperatura corporal: Antidepresivos, antihistamínicos de primera generación, benzodiacepina, etc.”, explica.
El jefe de Geriatría del Hospital Universitario Infanta Sofía sigue la misma línea del presidente de Asade, refiriéndose a esos medicamentos que “pueden afectar la capacidad del cuerpo para regular la temperatura o pueden aumentar la deshidratación”. “Es importante revisar la medicación con un profesional de salud durante periodos de calor intenso”, destaca.
Este conglomerado de factores ayuda en la prevención de posibles golpes de calor, muy perjudiciales para la salud de las personas mayores. Sin embargo, este colectivo, en esta época del año con las altas temperaturas que enfrentamos, también hace frente a una disminución de su “actividad social”, que puede derivar en complicaciones psicológicas, soledad no deseada, etc.
Rafael Bielza incide en que “la preocupación por la incapacidad de regular su temperatura corporal y la dependencia de otros para recibir cuidados adecuados pueden aumentar el malestar emocional”.
Por su parte, Ignacio Gamboa considera que la llegada de las olas de calor “supone una disminución de su actividad social al tener limitadas las salidas sólo durante las horas de menos calor que son las primeras y las últimas del día en las que tanto por las patologías crónicas o por efectos de medicación les resulta más difícil salir al exterior”.
“Esto les puede conducir a un estado de ánimo triste, que puede derivar en aislamiento o en la aparición del sentimiento de Soledad No Deseada, dada la falta de contacto y de relaciones en el exterior. También cabe destacar un porcentaje de personas usuarias de servicios de atención domiciliaria participan con frecuencia en las propuestas de actividades de su entorno o comunidad, las cuales se ven reducidas en estos periodos no solo por la llegada de las olas de calor, sino también con motivo de las vacaciones o periodos estivales”, destaca.
La atención y ayuda presencial a las personas mayores no puede ser de 24 horas al día y la teleasistencia juega también un papel fundamental en esta época del año, en la que el colectivo de personas mayores requiere una atención constante por las altas temperaturas no solo diurnas, sino también nocturnas.
El presidente de Asade, Ignacio Gamboa, confirma que, “a través de la teleasistencia, es posible realizar no solo campañas o recordatorios, sino también monitorizar los hábitos de las personas usuarias mediante la instalación de sensores en su domicilio”. “Esto nos permite conocer de manera directa si, por ejemplo, la persona se está hidratando adecuadamente. Con la instalación de un sensor en la nevera o en el grifo podemos saber si la persona se dispone a realizar dicha acción, la cual podrá ser verificada o contrastada mediante una llamada por el teleoperador de referencia”, añade.
Ignacio Gamboa pone en valor los “wearables u otros dispositivos para seguimiento de las constantes” que emplean para poder detectar, “de manera precoz, alteraciones en temperatura, frecuencia cardiaca, tensión arterial, etc., que se alteran en un golpe de calor”.
Bajo el lema «Protégete, hidrátate, refréscate y recuérdales», el Ministerio de Sanidad ha activado un mapa para medir el impacto del calor en la salud, dividido ahora en más de 180 zonas geográficas y a cada zona está asociado un umbral de temperatura máximo que alerta del grave peligro que generar.
Se trata del Plan Nacional de Acciones Preventivas contra los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud. Esta estrategia, que comenzó el 16 de mayo y se prolongará hasta el 30 de septiembre, tiene el objetivo de concienciar, prevenir y reducir los efectos negativos del calor sobre la salud. En especial, en los grupos más vulnerables: personas mayores, con enfermedades crónicas, etc.
Las temperaturas umbrales de riesgo varían según la zona geográfica. Desde los 26ºC en Asturias -temperatura umbral más baja de España- hasta los 41.5ºC de Córdoba -temperatura umbral máxima-. El mapa de niveles de riesgo para la salud por zonas de meteosalud va actualizándose a diario y podemos encontrarlo en la web del Ministerio de Sanidad.
Niveles de riesgo:
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