Calidad

Debilidades, carencias y oportunidades del servicio de atención domiciliaria

Los cuidados de larga duración (CLD) presentan retos importantes como consecuencia del envejecimiento demográfico y el aumento de la longevidad. Uno de ellos tiene que ver con el entorno donde se ofrecen estos cuidados. Las personas mayores reconocen su preferencia de permanecer en casa durante el mayor tiempo posible, pero, para hacerlo con garantías, la forma de organizar y gestionar los servicios debe cambiar.

Deben visibilizarse y darse a conocer, ser más flexibles y complementarios, estar más valorados, ofrecer mejores condiciones laborales y más formación a los empleados, disponer de una metodología de gestión de casos y actuar desde un punto de vista preventivo. Estas son algunas de las conclusiones del estudio La atención domiciliaria con apoyos de la comunidad, presentado recientemente por la Fundación Pilares

Nos encontramos en un momento de transformación del modelo de cuidados, que requiere de una reflexión sobre la mejor manera de cuidar a las personas mayores. Si se quiere atender a los deseos expresos de los mayores de permanecer en casa lo ideal es potenciar los servicios de atención domiciliaria, pero para ello “tienen que existir unos servicios comunitarios que lo permitan”, sostiene la presidenta de la Fundación Pilares, Pilar Rodríguez, que advierte de que, actualmente, “los servicios de ayuda a domicilio (SAD), teleasistencia, productos de apoyo no se ofrecen de manera organizada y conjunta. Además, son servicios que de manera individual resultan escasos en algunos casos (por ejemplo, las horas de ayuda a domicilio)”. 

En concreto, el servicio de ayuda a domicilio se valora de forma muy positiva, sobre todo por la calidad humana de los equipos profesionales que intervienen y la cercanía y relaciones que se producen entre estos y las personas que reciben el servicio. No obstante, se percibe un conjunto de disfunciones en su diseño, gestión y prestación actual, de manera que no resulta de suficiente calidad. Para estudiar estas debilidades y carencias, así como las oportunidades de la atención domiciliaria, la Fundación Pilares ha decidido desarrollar el estudio La atención domiciliaria con apoyos de la comunidad. Esta investigación se diferencia de otras acciones también relacionadas con la atención domiciliaria que ha realizado esta entidad en que, en esta ocasión, además de contar con la visión de científicos y expertos, se ha incluido la opinión e impresiones de aquellas personas directamente involucradas en los cuidados, como los auxiliares y coordinadoras.

A través de su perspectiva, se ha podido recabar nuevas ideas y reafirmar otras que ya existían en el sector sobre los cambios que necesitan los servicios de atención domiciliaria, y en concreto la ayuda a domicilio. Una de las primeras reivindicaciones de las trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio es que en los concursos y conciertos deje de primar el precio y se impongan otros aspectos relevantes como las ratios suficientes, las buenas condiciones laborales, la formación, en definitiva, la calidad. 

“Es necesario un cambio. Aunque se dispusiera de más financiación, si no se acompaña de una profunda transformación no se conseguirá el fin propuesto”

Entre las principales áreas de mejora de la prestación que sugieren están el incremento salarial y la adecuación en su formación. La precariedad laborar de las personas que prestan apoyo y cuidados en los domicilios y su escasa formación son los primeros problemas detectados. Por eso, recomiendan una mejora de las condiciones laborales, en el que se tengan en cuenta el salario, los tiempos de desplazamiento, los riesgos laborales, las rotaciones, etc.  Y, por otra parte, “se demanda como muy perentorio que se garantice la formación adecuada para ofrecer una atención basada en el nuevo modelo integral y centrado en la persona”, indica Pilar Rodríguez. 

Mayor visibilidad y reconocimiento

De las respuestas del estudio también se subraya la necesidad de un mayor reconocimiento de la labor de cuidado. Y, para ello, es preciso que el servicio sea más conocido entre los familiares y la sociedad en general. La investigación ha puesto de manifiesto la conveniencia de dar a conocer el contenido y significado del SAD a la población potencialmente destinataria, pero también a toda la sociedad.

Para ello, consideran relevante emprender campañas informativas dirigidas, tanto a los actores de los sectores de atención social y sanitaria, como a la sociedad entera de cara a conseguir una revalorización de la imagen social de los cuidados y del trabajo que realizan sus profesionales en general y, en particular, de la atención domiciliaria.

Conocer las funciones que realizan estos profesionales también resulta interesante para evitar conflictos entre los profesionales y los familiares porque no se cumplen con las expectativas. “Muchas veces las familias creen que la auxiliar va a casa de la persona dependiente para realizar tareas domésticas, y es un error. De hecho, cada vez más se debe relacionar con un apoyo más profesionalizado”, indica la presidenta de la Fundación Pilares. Esta experta recuerda que, entre las funciones de las auxiliares, cada vez está más presente el acompañamiento -charlar con la persona para conocerla mejor-, el control de la medicación que toma el usuario o la figura de sustitución de la familia cuando esta tiene un compromiso -respiro familiar-.

Además, resalta que otra de las cuestiones que tiene que incluirse en las mejoras para desarrollarlo más es el que estas profesionales actúen con un enfoque preventivo, detectando situaciones de vulnerabilidad o riesgo como la soledad no deseada o una depresión para poner lo en conocimiento de las coordinadoras y que se puedan tomar medidas. “Se trata de actuar de manera proactiva, anticipando problemas que puedan surgir y que puedan afectar a la calidad de vida de la persona mayor que atiende”. 

En cualquier caso, otras de las mejoras que piden las trabajadoras es que el servicio sea más flexible para que pueda adaptarse mejor a las necesidades de los usuarios y de sus familias. 

Más que un único servicio, un conjunto de prestaciones

La mayoría de las opiniones recogidas coinciden en que con el SAD no se llegan a cubrir las necesidades de atención integral y personalizada que requieren las personas mayores y sus familias cuidadoras, las cuales siguen realizando a sus expensas la mayor parte del trabajo de cuidados. 

Para avanzar hacia una mayor calidad, “el SAD debería poder combinarse con otros servicios que necesite la persona”, afirma Pilar Rodríguez. La idea es que, además del SAD como prestación técnica de apoyo y acompañamiento personal, se incorporen un conjunto de servicios de proximidad que no sean incompatibles y tengan la suficiente flexibilidad para poder adaptarse a cada persona, cada territorio y cada contexto de intervención.

“Las trabajaras piden que el SAD sea más flexible para que pueda adaptarse mejor a las necesidades de los usuarios y de sus familias”

El documento explica que, desde la propia dimensión conceptual, “habría que dejar de referirse a un único servicio para definir un conjunto de prestaciones, recursos y apoyos para desarrollar una atención domiciliaria y en la comunidad que sea continuada y adaptada a cada contexto y a cada persona, que ha de poder elegir entre diferentes alternativas. Para ello, se aspira a que el sistema sea capaz de integrar diferentes actuaciones y dimensiones hoy dispersas, fragmentadas o inexistentes”.

El primer paso, según la presidenta de Fundación Pilares, es “realizar una valoración multidimensional para analizar las necesidades que tiene la persona y saber cómo apoyarla”. Y con esta base, ofrecer un paquete integrado y sin incompatibilidades de recursos mediante los servicios del ámbito social (asistencia personal, SAD, teleasistencia y otras tecnologías, centros de día, productos de apoyo y accesibilidad de la vivienda, prestaciones económicas, residencias y otros alojamientos…), con independencia de su titularidad. 

Por otra parte, también se demanda una comunicación y coordinación más fluida y constante de todos los agentes implicados en el cuidado, incluyendo a los usuarios y otros servicios. Además, para avanzar en el concepto de “sociedad cuidadora”, se considera muy conveniente la incorporación de los recursos comunitarios existentes en cada territorio (desde el asociacionismo, el voluntariado, los centros cívicos socioculturales, las farmacias y comercios, entre otros), así como trabajar con las personas mayores y con discapacidad la promoción de la salud y su participación e inclusión social.

Beneficios de la atención domiciliaria

En el estudio La atención domiciliaria con apoyos de la comunidad, de Fundación Pilares, también se han recogido bastantes opiniones que revelan que existen dimensiones muy positivas sobre el trabajo que se desarrolla a través del SAD y que tienen que ver con la relación humana que se establece y el grado de satisfacción que les reporta tanto a las personas que reciben el servicio como a sus familias y a las propias trabajadoras de atención directa. 

Las trabajadoras en el servicio de SAD verbalizan una alta satisfacción que se deriva de la realización de unas funciones mediante las que tienen oportunidad de tener un estrecho contacto directo con las personas mayores y con sus familias.

“Las familias y las propias personas que reciben los cuidados destacan el valor de la relación cercana que tienen con las trabajadoras de este servicio”

En esta línea se considera que es un trabajo muy valioso y que debería tener más reconocimiento: “Te proporciona el sentimiento de realizar un trabajo bien hecho”; “me gusta estar con la persona a las que cuido y aprendo mucho de ella”; o “las relaciones personales en mi trabajo son positivas y de colaboración”, son algunos de los comentarios.

Por su parte, las familias y las propias personas que reciben los cuidados también destacan el valor de la relación cercana que tienen con las trabajadoras de este servicio.

Todos los datos recopilados apuntan al gran potencial que tienen los servicios de atención domiciliaria, y en concreto la ayuda a domicilio. Pero para aprovecharlo parece inaplazable afrontar adecuadamente los retos, en pro del envejecimiento activo y saludable, para que favorezcan la permanencia en el domicilio y la comunidad y eviten la institucionalización. Para eso, el documento de la Fundación Pilares, agrupa una serie de recomendaciones prácticas de gran valor. 

Falta de profesionales

Una cuestión que suscita gran preocupación, no solo en España sino también en otros países de Europa, es la dificultad de encontrar personas que quieran trabajar en el ámbito de los cuidados, dificultad que se acrecienta si lo que se pide es que sean personas que cuenten con la certificación profesional correspondiente. A este respecto, en la investigación de Fundación Pilares, si bien la mayoría de las auxiliares/trabajadoras familiares que conforman la muestra cuentan con la formación que se exige para realizar este trabajo, también ha aflorado como una de las mayores preocupaciones de los proveedores de los SAD públicos y privados esa realidad.

Expresan preocupación por la existencia de una importante economía sumergida en el sector; es decir, muchas de las familias contratan directamente a personas para los cuidados sin ningún tipo de cualificación e, incluso, algunas administraciones también contratan trabajadoras sin el certificado porque, si no, no pueden ofrecer el SAD.

A este respecto se ha detectado bastante controversia en los discursos, porque, al lado de las respuestas referidas, también hay otras que se muestran en contra de que se realice esta convalidación. Proponen que este problema de la escasez de trabajadores en el sector de los cuidados se solvente desde las bases de una clarificación y posicionamiento político claro de apuesta por el fortalecimiento del sector de los cuidados y mediante una normativa sólida que garanticen la profesionalidad de los servicios sociosanitarios en la atención a las personas que requieren apoyos y Cuidados de Larga Duración (CLD).

D esta forma, e aseguraría así una profesión de calidad, lejos de su asimilación a tareas del hogar con garantías de contar con una formación rigurosa y reconocida y no a través de la convalidación por años de actividad en el servicio, salvo que esto se hiciera para trabajadoras que realicen tareas de apoyo doméstico, complementario al de cuidados.

Carmen Moreno

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