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Soledad, estigma y especialización, retos de la salud mental en la vejez

Soledad, estigma y especialización, retos de la salud mental en la vejez.
Soledad, estigma y especialización, retos de la salud mental en la vejez

Los problemas de salud mental en las personas mayores siguen siendo una de las realidades con mayores carencias dentro del ámbito sociosanitario. La vejez, etapa vital cargada de cambios físicos, sociales y emocionales, puede convertirse en terreno fértil para el aislamiento, la tristeza, la depresión o incluso el suicidio. Sin embargo, ni las políticas públicas ni muchos entornos asistenciales están preparados para abordar esta complejidad desde un enfoque humano, especializado y con perspectiva de derechos. La salud mental en mayores y personas dependientes carga, además, con el peso del edadismo y el estigma. En este reportaje explicamos los principales retos y propuestas de mejora, con la voz de expertos como la Confederación Salud Mental España y Miguel Simón, director técnico y de Calidad de Clariane.

De acuerdo con los datos presentados en el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2023, elaborado por el Ministerio de Sanidad, el 34% de la población general padece algún tipo de problema de salud mental, pero este porcentaje se incrementa significativamente con la edad: más del 40% de las personas mayores de 50 años manifiestan sufrir alguna afec- ción de este tipo, y la cifra supera el 50% entre quienes tienen 85 años o más.

Además, y tal y como consta en el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental (2013 – 2030) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2030 una de cada seis personas en el mundo tendrá 60 años o más, mientras que, aproximadamente, el 14% de las personas mayores de 60 años viven con un problema de salud mental. La OMS señala, también, que los trastornos mentales en personas adultas mayores representan el 10,6% del total de años vividos con discapacidad para este grupo de edad.

Así lo resaltan desde la Confederación Salud Mental España, cuyos responsables añaden que “a nivel general, en España, el 17,4% de la población ha sido diagnosticada alguna vez de algún trastorno o problema de salud mental, cuatro de cada diez personas valoran de forma negativa el estado de su salud mental y el 18,9% de la población mayor de edad consume psicofármacos (dentro de quienes los consumen, el 73% lo hace a diario)”. Estos datos, extraídos del estudio “La situación de la salud mental en España”, publicado en 2023 por la Confederación Salud Mental España y la Fundación Mutua Madrileña, “dan cuenta de la magnitud del reto de la salud mental”.

Factores desencadenantes

También en el “Informe sobre Salud Mental y Personas Mayores”, publicado por la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa (CEPE) se destaca que la salud mental en este colectivo es una preocupación creciente y, a menudo, invisible. Aunque se estima que hasta un 30% de los adultos mayores en Europa y un 14% en América del Norte sufren depresión, una gran mayoría de estos casos no recibe tratamiento. En Europa, por ejemplo, el 80% de los mayores con depresión no accede a atención especializada.

Este problema se ve agravado, según los datos del informe que subraya el Consejo General de Psicología en España (COP), por factores como la soledad, que afecta a casi el 30% de los mayores en algunos países, y que se intensificó durante la pandemia de COVID-19, cuando las restricciones sociales y el aislamiento dispararon los niveles de ansiedad, tristeza y deterioro cognitivo. Y es que, continuando con los datos del estudio de CEPE, la salud mental en la vejez está influida por una combinación de factores individuales, sociales y ambientales. Las pérdidas personales, las enfermedades crónicas, el dolor, las limitaciones funcionales y los cambios drásticos como la jubilación o el traslado a residencias pueden actuar como detonantes.

Las personas mayores son el grupo de edad más propenso a consumir psicofármacos y el 40% de ellas dicen sentirse solas

Como exponen desde la Confederación Salud Mental España, en esta etapa de la vida se solapan dos realidades, “hay personas con problemas de salud mental que envejecen y hay personas que, en el proceso de vejez, desarrollan un problema de salud mental. Ambas situaciones requieren de recursos de atención especializada enmarcados en el ámbito comunitario que fomenten su autonomía y mejoren al máximo su calidad de vida”.

Al igual que en el citado informe, desde este organismo también sostienen que las personas mayores “son susceptibles de ver su salud mental afectada porque, con la edad, aparecen enfermedades crónicas, dolores no tratables, discapacidad, se van acumulando experiencias traumáticas, cada vez son más las personas que fallecen, puede haber cambios de residencia o en la estructura familiar, soledad no deseada, situaciones de dependencia o pérdida de capacidades, disminución de los ingresos económicos, etc., que generan mucho malestar emocional. A esto se suma la desconexión y dificultades de acceso a los recursos de ayuda y los servicios de atención a la salud mental”.

Respecto a la soledad no deseada, desde la Confederación añaden que “las personas que se encuentran solas tienen más dificultades para acceder a los servicios y recursos de atención so ciosanitaria que requieren, lo que dificulta su recuperación de un problema de salud mental, que reciban tratamiento y pone en jaque su calidad de vida”.

Trastornos comunes

Entre los trastornos mentales más frecuentes, el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2023, destaca los trastornos de ansiedad, del sueño y los cuadros depresivos. Los trastornos de ansiedad, en particular, afectan al 10% de la población, con una prevalencia notablemente mayor en las mujeres (14%) que en los hombres (7%). Aunque estos trastornos también afectan a personas jóvenes, en los adultos mayores su incidencia y persistencia se vinculan con los citados factores de soledad, enfermedades crónicas y la pérdida de autonomía funcional.

Hay personas con problemas de salud mental que envejecen y hay personas que, en el proceso de vejez, desarrollan un problema de salud mental

Del mismo modo, desde la Confederación Salud Mental España, destacan la depresión como uno de los trastornos de salud mental más comunes en la vejez. “Hay personas que conviven durante años con esa situación por no percibirse como algo problemático y, por ello, no reciben atención ni tratamiento. Es común que se confundan con síntomas de otras enfermedades, que se asocie a algo connatural a la vejez o que se minimicen sus efectos a causa del edadismo. Además, las personas mayores son el grupo de edad más propenso a consumir psicofármacos y el 40% de ellas dicen sentirse solas”.

Asimismo, desde esta institución se refieren a que “la tasa de suicidio es mayor en esta franja de edad que en otras, y los problemas de salud mental pueden estar detrás de parte de dichos suicidios. En 2023, los suicidios de personas mayores habían aumentado un 8,8% en España en los cinco años anteriores. Además, mientras que la población mayor de 65 años representa, aproximadamente, el 20% del total, sus suicidios suponen casi 1 de cada 3”.

A este respecto, y según el informe del SNS, en 2022 la mortalidad por suicidio en España presentó cifras especialmente alarmantes en la población de edad avanzada. El grupo de 85 años y más registró la tasa más elevada, con 45,4 fallecimientos por cada 100.000 hombres, lo que representauna tasa siete veces superior a la de las mujeres del mismo grupo de edad, cuya cifra fue de 6,2 por 100.000. Esta diferencia refleja una marcada disparidad por sexo en los suicidios en edades avanzadas.

Desde la residencia Grupo 5 Puerta de Hierro de Madrid, centro dirigido a personas mayores de 65 años en situación de dependencia que presentan un trastorno mental grave, Miguel Simón, director técnico y de Calidad de Clariane España, expone los principales perfiles clínicos que atienden en dicho centro. “Se trata de personas mayores de 55 años, con un trastorno mental grave, es decir, trastornos psicóticos de cualquier tipo, como esquizofrenia o trastornos de personalidad o depresivos graves, que se encuentran estables desde el punto de vista psiquiátrico o con trastornos psicopatológicos leves y que necesitan apoyo para sus actividades básicas de la vida diaria debi do al progresivo aumento de su dependencia y las complicaciones de algunas enfermedades crónicas. Actualmente, algo más de la mitad (55%) tienen un diagnóstico de esquizofrenia, 20% trastornos delirantes o esquizoafectiva, 21% trastornos bipolares y depresivos y, el resto, trastorno de personalidad”.

Actualmente no existe un reconocimiento de la especialización de este tipo de residencias a nivel de los servicios públicos de atención

En opinión de Simón, “hay que entender el diseño de la residencia dentro del marco de la continuidad asistencial, con un modelo basado en la recuperación y la integración. Lo que hacemos en el caso de las residencias de trastorno mental para personas mayores es incorporar al modelo de recuperación de esas residencias los aspectos de cuidado a la dependencia y a los aspectos más somáticos del paciente. Por eso seguimos trabajando la autonomía, la atención en entornos normalizados, la integración social y la participación, de manera adaptada a la edad, pero sin que suponga un condicionante”.

Principales carencias

En este sentido, para el director técnico y de Calidad de Clariane España, “falta una mayor atención de dichos aspectos somáticos de las personas con enfermedad mental cuando envejecen. En general, el diagnóstico de salud mental eclipsa la problemática física, cuando la realidad es que existe un impacto enorme de la enfermedad mental en la salud de las personas afectadas que provoca una prevalencia mayor de trastornos físicos y que incide directamente en la reducción de los años de vida”.

Asimismo, Simón recalca que “actualmente no existe un reconocimiento de la especialización de este tipo de residencias a nivel de los ser- vicios públicos de atención. Hablar de psicogeriatría sigue siendo hablar de demencia o de trastorno de conducta, pero algunas personas con problemas graves de salud mental siguen necesitando recursos especializados. El modelo de atención que prima en mayores no tiene en cuenta las necesidades específicas de las personas con este tipo de problemas. De hecho, se produce una cierta estigmatización en los entornos residenciales para personas mayores que hace que sean espacios no adecuados para algunos residentes con problemas de salud mental”.

También para los responsables de la Confederación Salud Mental España una de las carencias que se da es la falta de recursos residenciales públicos especializados para las personas mayores que tienen un problema de salud mental y lo necesitan. “En las residencias comunes es frecuente que no existan protocolos de acogida o de prevención del suicidio, ni terapias adecuadas para residentes con este tipo de problemas. Esto, sumado a la falta de redes de apoyo, la situación de dependencia y la falta de medios, desencadena que las personas con trastorno mental que viven en residencias de mayores estén muy expuestas a sufrir vulneraciones de derechos (contenciones físicas y químicas, medicaciones forzosas, etc…)”.

Edadismo y la doble carga del estigma

El estigma que todavía existe en torno a la salud mental afecta doblemente a edades avanzadas y también genera autoestigma. Así lo aseguran también desde la Confederación Salud Mental España para quienes “el desconocimiento, las ideas erróneas sobre la salud mental, el miedo a recibir un trato diferente, etc., desalientan a las personas a la hora de pedir ayuda”.

Las mujeres con problemas de salud mental, en concreto, se enfrentan a una discriminación múltiple a medida que envejecen

Además, añaden que “cuando coexisten otras enfermedades, puede suceder que se minimice o infravalore el sufrimiento psicológico que manifiesta la persona. Es común confundir los problemas de salud mentalen personas mayores con deterioros cognitivos o neurológicos, invisibilizando su situación. También se tiende a no dar importancia o normali- zar determinados síntomas, como la tristeza, la apatía o la pérdida de interés por la vida y, a menudo, se hace por el desconocimiento de los familiares, o por la falta de recursos y protocolos especializados en salud mental en el Sistema Nacional de Salud, las residencias y los centros de mayores”.

Todas estas actitudes y conductas están relacionadas, según la Confederación, con el edadismo. A este respecto, la OMS y las investigaciones sobre la materia señalan que las mujeres mayores son las más afectadas. Así, los estudios demuestran que esta estigmatización se asocia a una peor salud mental de ellas, en comparación con los hombres de igual edad.

En general, “a las personas mayores se las tiende a infantilizar y a no tomarlas tan en serio como antes. Las mujeres con problemas de salud mental, en concreto, se enfrentan a una discriminación múltiple a medida que envejecen: por ser mujeres, tener un problema de salud mental y ser mayores. Entre las vulneraciones de derechos que sufren, relatan no ser creídas en consulta o no haber sido sometidas a pruebas médicas necesarias para dolencias independientes de su situación psicosocial, una realidad alarmante”, añaden.

Por todo ello, desde este organismo insisten en que como sociedad, debemos promover una cultura del respeto a las personas mayores, reconocer sus experiencias, sus logros y aprendizajes, y desterrar el edadismo. “Sentirse parte y poder participar en la comunidad en la que se vive aporta un sentimiento de utilidad y sentido, y mejora la autoestima”. Además reclaman que “desde los poderes públicos, se deben implementar políticas orientadas agarantizar el acceso a la salud de todas las personas, independientemente de su edad, situación de dependencia y circunstancias. También son necesarias medidas orientadas a evitar el aislamiento de las personas con problemas de salud mental mayores, promover su integración social, mejorar la accesibilidad delos recursos de apoyo, y formar a los equipos profesionales que intervienen en su atención”.

Estrategias clave para promover la salud mental

En el contexto del envejecimiento poblacional, la salud mental de las personas mayores requiere una atención específica y sostenida. La Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas (CEPE) propone una serie de estrategias para promover un enfoque integral y respetuoso de los derechos humanos en este ámbito. Alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, estas recomendaciones buscan garantizar un envejecimiento saludable, combatir el estigma y mejorar el acceso a servicios adecuados. A continuación, se resumen las principales líneas de acción sugeridas por la CEPE para abordar los desafíos actuales en la salud mental de la población mayor.

  1. Incluir las necesidades específicas de las personas mayores en las políticas de salud mental.
  2. Eliminar el estigma y mejorar la alfabetización en salud mental, especialmente entre los mayores.
  3. Combatir el edadismo, que contribuye a diagnósticos incorrectos o tardíos y refuerza la exclusión social.
  4. Invertir en prevención y detección temprana de trastornos mentales mediante cribados sistemáticos y programas comunitarios.
  5. Abordar los desafíos psicosociales relacionados con el trabajo y el cuidado, incluyendo el estrés laboral, el duelo y la institucionalización.
  6. Apoyar a las personas mayores durante eventos vitales difíciles, como la pérdida de seres queridos, enfermedades graves, o la mudanza a centros de cuidado.
  7. Integrar los servicios de salud mental en la atención primaria y de largo plazo, especialmente en residencias o cuidados domiciliarios.
  8. Mejorar el acceso al tratamiento a través de modelos de atención integrados, uso de telesalud, y formación especializada en salud mental geriátrica.
  9. Proteger la salud mental en situaciones de emergencia (como pandemias, guerras o desastres naturales) mediante espacios seguros, apoyo psicosocial y atención adaptada.
  10. Fortalecer la investigación y recolección de datos sobre salud mental en la vejez, asegurando representación adecuada en estudios y ensayos clínicos.

El valor de la intervención psicosocial

Desde la residencia especializada en salud mental Grupo 5 Puerta de Hierro de Madrid, la intervención psicosocial no solo mejora el bienestar emocional de los mayores, sino que tiene un impacto tangible en su calidad de vida. Un estudio transversal realizado el año pasado, utilizando la escala estandarizada Fumat, reveló que los residentes obtuvieron puntuaciones superiores al promedio nacional en todas las dimensiones evaluadas, en relación con la población mayor de 65 años. Especialmente significativa fue la dimensión de “derechos”, con un percentil 81, lo que refleja el efecto positivo de vivir en un entorno que garantiza la protección legal y el respeto a la dignidad personal.

Este modelo de atención se basa en fomentar las capacidades de cada persona y adaptar los apoyos a sus necesidades reales. En el caso de mayores con trastorno mental grave, se prioriza la autonomía, la participación y la integración comunitaria. A diferencia de residencias no especializadas, aquí el acompañamiento emocional y las actividades terapéuticas son herramientas fundamentales para promover una vida activa, significativa y con derechos plenamente reconocidos.

Como recuerda la Confederación Salud Mental España, tal y como se recoge en el Informe sobre el Estado de los Derechos Humanos en Salud Mental, 2023, “es prioritario establecer servicios específicos para la adecuada atención de las personas mayores con problemas de salud mental, así como mecanismos de prevención orientados a mejorar su bienestar emocional y calidad de vida”. También reivindican “la especialización del personal técnico que conforma los servicios que atienden a personas mayores con problemas de salud mental”, abogando por la formación continua de los equipos profesionales, acorde con los derechos humanos y con perspectiva de género. Por su parte, “las familias -cuando las hay y están involucradas en los cuidados- necesitan información y recursos sociosanitarios y económicos para acompañar a sus familiares”, concluyen.

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