“La radiación ultravioleta del sol es enormemente perjudicial para la piel, incluso cuando se utiliza protección. La activación de los radicales libres conlleva en muchas ocasiones la aparición de manchas, irritación y contribuye al envejecimiento de la piel, pérdida de elasticidad y, en los casos más extremos, puede desencadenar melanomas”, señala la Dra. Cristina Villegas, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.
La precaución debe ser todavía mayor en el caso de las personas mayores, independientemente de que se encuentren en centros sociosanitarios o en sus propios domicilios. A medida que aumenta la edad, se pierde grasa subcutánea lo que hace que la piel sea más fina, sensible y esté más desprotegida ante factores externos.
“El verano es una época complicada para las personas mayores, especialmente para quienes viven en lugares muy cálidos donde el riesgo de deshidratación aumenta y la radiación solar es mucho más agresiva”, comenta Miryam Piqueras, supervisora médica de Sanitas Mayores. “Lo ideal es evitar en todo momento el sol, sobre todo, en las horas centrales del día, protegerles con crema solar de factor alto y utilizar accesorios como los gorros”, añade.
Uso de protección solar a diario: es un hábito que debe mantenerse a lo largo de todo el año, incluso en los días nublados y especialmente en aquellas partes del cuerpo más sensibles como la cara, el cuello y el escote que, normalmente, se encuentran más expuestas.
Observar manchas y lunares: los cambios en las manchas preexistentes y los lunares pueden ser indicio de alguna patología grave. Por ello, es importante observar el color, la forma y la textura, así como la aparición de nuevas coloraciones para detectar con prontitud cualquier posible daño que se deba tratar médicamente.
Acudir a una revisión dermatológica: aunque no se detecten anomalías, es importante acudir a un especialista después de una época en la que la piel sufre numerosos daños.
Mantener hábitos saludables: beber mucha agua para rehidratar, consumir alimentos frescos y antioxidantes, obtener un descanso adecuado y realizar ejercicio físico regular son hábitos que se traducen en un mejor estado de la dermis.
Aplicar un extra de hidratación: mantener la humedad de la piel es clave para protegerla. Por ello, para repararla y contrarrestar la sequedad, es recomendable aplicar lociones corporales hidratantes al menos dos veces al día e incluso realizar una exfoliación una vez por semana.
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