Andrés Losada, vicepresidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) compartió los resultados de un estudio reciente realizado con 262 cuidadores. La investigación pone de manifiesto que, en el ámbito familiar, “un 33% de los cuidadores se siente solo más de tres días a la semana”, aunque también se empieza a apreciar en profesionales. Es más, hay estudios que reflejan, que “el problema de la soledad no es sólo durante el cuidado, sino que, cuando terminan su desempeño, los cuidadores siguen sintiéndose solos hasta cuatro años después”.
Entre los motivos, Losada subrayó: “Al haber dedicado tanto tiempo a cuidar han descuidado tareas de formación, desarrollo u otras competencias profesionales”. En concreto, el número de horas destinadas, entre 1.500 cuidadores evaluados, es de 11 cada día, o lo que es lo mismo, 77 horas semanales, “que nos da una pista de por qué la soledad es un problema en los cuidados”, concluyó.
Javier Yanguas, doctor en psicología biológica y de la salud, centró su intervención en como empoderar a las personas para “que sepan gestionar su propia soledad”. Asumiendo que todos nos sentimos solos una o muchas veces a lo largo de la vida, “no es un tsunami ni una epidemia, sino que es parte de la condición humana y al igual que aprendemos a gestionar la alegría o la tristeza tenemos que aprender a hacerlo con la soledad”.
En relación con la perspectiva conceptual de definir y conocer las soledades, la intervención de Sacramento Pinazo, profesora de Psicología Social de la Universidad de Valencia, se basó en trasladar lo que supone “el círculo de la soledad, que se retroalimenta porque genera desconexión –aislamiento– y sentimiento de soledad –depresión–. Identificarla a través de “la falta de apoyo social, de sentimiento de vacío y ausencia de compañía, añorar personas significativas en mi vida, carencia de amistad… son claves para abordar la soledad y diferenciarla”, insistió.
Mirar la soledad desde un punto de vista socioantropológico que tenga en cuenta aspectos tanto estructurales como culturales para entender “la interacción entre la historia de vida, la experiencia individual de la persona con las condiciones socio-culturales”, resaltó Gonzalo Aza Blanc, doctor en Psicología de la Universidad Pontificia Comillas. La tendencia como sociedad, apuntó, “es a ser cada vez más individualista e independiente. Como sociedad tenemos que buscar cómo lidiar con el equilibrio inestable entre la desconexión y la autonomía, que son dos fuerzas antagónicas”.
En esa misma línea, Pilar Serrano, médico geriatra y jefa departamento de programas de Igualdad, familia y bienestar social en el Ayuntamiento de Madrid, añadió que “cada día vamos a vivir más solos porque tenemos menos familia, y la demografía lo refrenda”. Una realidad constatada en numerosos estudios. “Una vez que se finaliza el cuidado de una persona mayor los sentimientos de soledad se multiplican”, advirtió.
Tras la muerte del ser querido, el sentimiento de soledad del cuidador empieza a cobrar protagonismo mucho antes que en otro tipo de pérdidas. Marisa Magaña, responsable del Centro de Escucha San Camilo, recordó que “casi todos los duelos son para toda la vida. Siempre habrá una parte de soledad que nos acompaña el resto de la vida, es esa soledad residual que se queda porque somos únicos, eso es insustituible. Ese vacío nos acompañará el resto de nuestra vida”. Reconociendo a su vez que “en el duelo del cuidador es verdad que esta soledad empieza desde mucho antes. Todo duelo necesita ser expresado”.
Desde Ballesol se compartió la experiencia en primera persona de lo que supone la participación activa y social en una residencia para evitar y/o paliar la soledad. Nacho Castro, animador sociocultural de Ballesol Pozuelo, y Consuelo, residente en este centro, pusieron en valor la capacidad de los equipos multidisciplinares (médicos, psicólogos, terapeutas, tasoc…) para promover y mantener los roles personales, la participación e integración de los residentes “en una vida satisfactoria, de envejecimiento activo y exitoso que evite el aislamiento social”. Apostando por “atender a la historia de vida del residente (motivaciones, intereses, a qué se ha dedicado…) para lograr un bienestar emocional y social en un entorno de oportunidades y experiencias”.
Sobre la intervención a nivel estatal en soledad desde el voluntariado y el servicio multicanal de Cruz Roja con visitas, acompañamientos y proyectos en común, Joaquín Pérez, responsable del programa “Te acompaña” de Cruz Roja, habló sobre “la soledad como un sentimiento que surge de la discrepancia entre las relaciones sociales deseadas y las efectivamente mantenidas”. Por eso “hay que ser personas activas toda la vida para tener una red social acorde”, animó a los asistentes a las IV jornadas de Bioética celebradas por Ballesol y Comillas.
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