Colchones antiescaras ante movilidad reducida

Colchón antiescaras Density 450 de Pardo con diseño ergonómico
pardo.

Los colchones antiescaras son uno de los productos más importantes para el cuidado de pacientes inmovilizados o con movilidad reducida. Se trata de sistemas de descanso especializados pensados para prevenir y ayudar en el tratamiento de las úlceras por presión. “Su función principal es redistribuir el peso y reducir los puntos de presión, protegiendo zonas vulnerables como talones, caderas o espalda”, explican desde Pardo, empresa del Grupo Pikolin especializada en superficies de descanso para el ámbito sociosanitario. Este tipo de colchones resulta especialmente relevante cuando la persona pasa muchas horas en la misma postura y no puede movilizarse de forma autónoma.

La innovación se ha centrado tanto en el diseño como en la validación de su eficacia. Pardo dispone de un sistema propio de test ergonómicos y biomecánicos, el ErgoCheck System, que permite evaluar la distribución real de presiones entre el cuerpo y la superficie de apoyo. A través de una manta de sensores situada entre el usuario y el colchón, se obtiene información detallada sobre cómo se reparte la presión, ajustando así cada modelo al perfil de uso previsto.

Además, el diseño de la gama Density combina materiales viscoelásticos transpirables y termoadaptables, que regulan temperatura y humedad, con una estructura multicapa de distintas densidades. El objetivo: ofrecer un soporte ergonómico, facilitar la ventilación constante y proporcionar un alivio de presión superior. A ello se suma una funda protectora impermeable, antibacteriana, antifúngica, ignífuga y libre de látex, que no forma arrugas y reduce la fricción, protegiendo tanto la piel del usuario como la seguridad e higiene en el entorno de cuidado.

Se trata de colchones versátiles, indicados para un amplio abanico de perfiles, desde personas con riesgo bajo de ulceración hasta pacientes con riesgo elevado y largas estancias en cama, incluidos aquellos con piel sensible o problemas dermatológicos.

Además de prevenir lesiones, mejoran el confort y facilitan la movilidad en la cama, lo que a su vez reduce la carga física para los profesionales. Su flexibilidad para adaptarse a camas articuladas—presentes en prácticamente todos estos entornos—es otro de los elementos clave.

A la hora de elegir el colchón más adecuado, los especialistas insisten en valorar el perfil y nivel de riesgo del usuario, el tiempo de permanencia en cama, el confort, la transpirabilidad y la termoadaptabilidad, así como las garantías de higiene y seguridad (fundas lavables, impermeables, antibacterianas, antifúngicas e ignífugas). También es importante comprobar que sean hipoalergénicos y libres de látex cuando se trate de personas con piel especialmente frágil o con alergias. Solo así la tecnología se traduce en un verdadero aliado para la prevención.

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