Las mujeres son quienes en mayor medida la padecen, debido a factores como pueden ser la viudedad, la jubilación, la falta de apoyos o problemas de salud que limitan las capacidades. Este problema tan extendido no solo impacta en la salud mental y emocional de la persona que la sufre, sino que puede tener consecuencias sobre su salud física.
Aunque la soledad tiene mil caras, el Círculo Empresarial de Atención a la Dependencia (CEAPS) reivindica, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, el papel fundamental que juegan las residencias y los centros de día de personas mayores y/o persona en situación de Dependencia como solución integral a esa soledad no deseada y al aislamiento social.
“Estos espacios ofrecen un entorno seguro, enriquecedor y socialmente activo que contribuye a contrarrestar el aislamiento. Al proporcionar cuidado profesional personalizado y actividades interactivas, los centros se convierten en un punto clave para fomentar la conexión, el apoyo mutuo y la creación de vínculos significativos”, subraya Cinta Pascual, presidenta de CEAPs.
Contar con un modelo de cuidados que fomenta la sociabilización y el envejecimiento activo es, por tanto, clave para prevenir la soledad en las personas mayores y garantizar su autonomía personal y capacidad de decisión durante el mayor tiempo posible, según añade Pascual.
Por ello, CEAPs reclama que se alcance un sistema de cuidados accesible para todas las personas mayores que requieran esos servicios, flexibles en función de sus necesidades y de libre elección para los usuarios.
Múltiples son los beneficios que presentan las residencias y los centros de día para combatir la soledad no deseada. En primer lugar, porque los usuarios de los centros establecen vínculos, incluso de amistad, con quienes comparten experiencias y situaciones generacionales idénticas. Conservar conexiones sociales activas ayuda a prevenir estos sentimientos negativos de soledad y a fortalecer el sentido de pertenencia.
Pero, además, las personas que viven en una residencia o acuden a un centro de día crean una unión con aquellos profesionales que los atienden cada día. Estos trabajadores cualificados y con formación específica resultan claves a la hora de responder no solo a las necesidades básicas de cuidados de los residentes, sino a su bienestar, gracias al apoyo emocional, escucha activa y comprensión que les prestan. “Conocen sus dolores físicos, pero también su pasado y sus inquietudes actuales, hasta el punto de que pueden incluso detectar si a uno de ellos le ocurre algo solo con un gesto”, explica Pascual.
Asimismo, los usuarios de las residencias y centros de día tienen acceso a terapias y actividades de ocio y tiempo libre con las que trabajan su bienestar físico, social y emocional, lo que les permite mantenerse socialmente activos y mejorar su estado anímico.
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