La capacidad auditiva delimita la inclusión o exclusión de las personas en diversos entornos. También en los centros residenciales. Las personas mayores sordas que viven en centros sociosanitarios, en muchas ocasiones, se sienten y viven excluidas, en soledad a pesar de vivir en comunidad, sobre todo por su incapacidad para acceder a una comunicación accesible para ellas. Para paliar esta realidad, la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) ha publicado una guía de buenas prácticas con el objetivo de facilitar una atención sociosanitaria más humana y accesible para las personas mayores sordas.
Un documento que apuesta por una atención inclusiva, centrada en la persona, que respete el modo de comunicarse y la historia de cada persona.
Con el objetivo de garantizar una atención más inclusiva y respetuosa con los derechos de las personas mayores sordas, se ha presentado la Guía de Buenas Prácticas en la Atención Sociosanitaria de Personas Mayores Sordas en Residencias. Se trata de una iniciativa de la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE), que quiere ser la herramienta necesaria para conseguir una atención accesible e inclusiva para todos en los centros residenciales. Así lo ha confirmado el presidente de la Confederación, Roberto Suárez, para quien este documento es un “acto de justicia” hacia un colectivo que, tradicionalmente, ha estado invisibilizado por las políticas públicas. “Las personas mayores sordas no piden compasión, sino dignidad, presencia y participación. Y eso es precisamente lo que promueve esta herramienta”, ha afirmado.
La directora de Desarrollo Interno de la Fundación ONCE, Francisca García, también ha reconocido que esta guía es un paso hacia adelante, un paso “hacia una sociedad más inclusiva y justa”. Se trata de un documento que recoge las necesidades reales de las personas sordas, “desde el respeto a su modo de comunicación con el mundo, apostando por la accesibilidad y la equidad en el acceso a los servicios sociosanitarios”. Reflexiones que ha compartido el secretario general del IMSERSO, Antonio Balbontín, asegurando que, como se manifiesta en la “Estrategia Estatal de Desinstitucionalización”, hay que facilitar que las personas mayores y las personas con discapacidad, cuando acceden a un recurso asistencial, puedan vivir en el centro como en su casa. Porque, si queremos hablar de personalizar los cuidados -ha argumentado-, hay que abordar los problemas de comunicación en el caso de las personas mayores sordas.
El presidente de la CNSE, en la misma línea, ha denunciado el aislamiento estructural que sufren estas personas, especialmente cuando ingresan en residencias donde, en muchas ocasiones, su lengua y cultura desaparecen. “No podemos seguir permitiendo que una persona mayor sorda entre en una residencia y sienta que el mundo se le vuelve ajeno, que su lengua no existe y que sus recuerdos no tienen eco”, ha declarado.
“Cuidar de las personas mayores es también cuidar de nuestra historia, de nuestra memoria y de la diversidad que nos define”
Suárez insistió en que la falta de accesibilidad comunicativa vulnera derechos fundamentales como el derecho a decidir sobre la propia vida, a mantener relaciones significativas y a preservar la identidad lingüística y cultural. Concluyó afirmando que las residencias deben ser lugares de cuidado, “pero también de pertenencia. Y sin accesibilidad, no hay pertenencia posible”.
Herramienta de inclusión
La guía responde a las múltiples barreras que enfrentan las personas mayores sordas en los entornos residenciales, especialmente en el acceso a la información, la comunicación y la participación. Está alineada con el Real Decreto 674/2023, que promueve un modelo de atención centrado en la persona y la accesibilidad universal, reconociendo expresamente las necesidades de este colectivo en los servicios sociales y sanitarios.
La mediadora comunicativa de la CNSE, Susana Obiang, reconoce que las personas mayores sordas, cuando acceden a una residencia, se encuentran en un entorno que no está preparado para ellas. Es habitual que no puedan comunicarse con el personal, por ejemplo, ya que nadie conoce la lengua de signos. Tampoco comprenden los carteles ni la información, “por lo que viven una profunda sensación de soledad y desconexión”, señala. Un paradigma que quiere cambiar esta guía, garantizando que las personas mayores sordas “puedan vivir con dignidad, respeto, y sin renunciar a su lengua, su cultura ni su identidad”. Obiang reconoce que esta guía es una herramienta que va a facilitar a los centros asistenciales prestar una atención adecuada a cada una de las personas que viven en ellos, una atención accesible e inclusiva para todos.
Entre las recomendaciones que recoge este documento, se incluyen la formación del personal en lengua de signos y cultura sorda, la adaptación del entorno con señalética visual y sistemas de alarma luminosos, así como la incorporación de intérpretes, mediadores y tecnologías como el servicio de video interpretación SVIsual (servicio de video-interpretación en lengua de signos española que da respuesta a las necesidades de comunicación que surgen entre personas sordas o con discapacidad auditiva y personas oyentes en el día a día); o el sistema de video asistencia VidAsor (servicio de video asistencia y acompañamiento para personas mayores sordas en situación de especial vulnerabilidad o que vivan solas.
A través de la televisión convencional se establece un contacto diario por imagen para hacer un seguimiento de su estado de salud, medicación, recordatorios o simplemente conversación). También se promueve la celebración de fechas significativas para la comunidad sorda, el diseño de actividades inclusivas y el fortalecimiento de vínculos con asociaciones locales.
“Una persona sorda no deja de serlo al envejecer, pero muchas veces, al llegar a una residencia, se vuelve invisible”, afirma Obiang. “Esta guía dice: ¡basta! Todos merecen entornos donde no se pierda el derecho a comunicarse, a recordar, a compartir”. Es, por tanto, un documento que apuesta por la justicia social, por la dignidad y la participación de la población mayor sorda.
“Las personas mayores sordas no piden compasión, sino dignidad, presencia y participación.”
Una residencia de mayores debe ser un hogar para todas las personas que viven en ella, independientemente de la capacidad auditiva que posean. Y solo será un hogar, como recuerda Obiang, si se respeta su forma de comunicarse, de relacionarse y de vivir. “Envejecer no significa perder derechos. La lengua de signos forma parte de la identidad de muchas personas sordas, que tienen derecho a seguir comunicándose, entendiendo su entorno, participando en las actividades y manteniéndose activas”, señala.
Por eso, esta guía ofrece propuestas que los expertos encargados de elaborarla consideran reales y aplicables. Unas medidas que promueven la integración de las personas mayores sordas en los entornos residenciales, siempre desde la escucha activa. Porque, “cuidar de las personas mayores es también cuidar de nuestra historia, de nuestra memoria y de la diversidad que nos define”, señala. Y, recordando lo expresado por una de las personas mayores que participó en la elaboración de esta guía, apostilla: “No queremos que nos den la espalda. Por eso nuestro compromiso es mirar, escuchar y caminar junto a ellas”.
Medidas de Buenas Prácticas
Como explicaba la mediadora comunicativa de la Confederación, la guía propone medidas sencillas de implementar. Entre ellas, Obiang destaca la necesidad de que el personal de los centros tenga, al menos, conocimientos básicos de lengua de signos y pautas comunes de comunicación visual: “como llamar la atención con una luz, vocalizar claramente, utilizar entornos accesibles que tengan carteles en lengua de signos y pictogramas, subtítulos en la televisión, libros accesibles y espacios adaptados”. Estos son solo algunos ejemplos de las medidas que propone la guía para conseguir construir entornos en los que las personas mayores sordas “no estén solo atendidas, sino también integradas y se sientan respetadas”. Entre las muchas propuestas que aparecen en el documento destacamos las siguientes:
Para mejorar la comunicación
• Las personas mayores sordas deben elegir el sistema de comunicación que desean utilizar.
• Los profesionales utilizarán las habilidades de escucha activa, como ser claros y concisos en sus mensajes.
• Hacer presente la lengua de signos en los centros residenciales. La guía propone que el personal que tenga trato más directo con el residente sordo reciba un curso de lengua de signos básico.
• Valorar el contratar a profesionales con conocimiento de lengua de signos o profesionales sordos, lo que generaría una mayor integración del residente en la vida del centro.
• Realizar talleres de aprendizaje de lengua de signos para los residentes que lo deseen.
• Para hacer visible la lengua de signos, se pueden identificar los espacios con una imagen del signo empleado. Esta idea también puede utilizarse para identificar a personas por su nombre o profesión.
• Adoptar medidas que favorezcan el acceso a la comunicación: como contar con la figura del intérprete de lengua de signos o mediador comunicativo, o con el Agente de Desarrollo de la Comunidad Sorda (ADECOSOR), que es un perfil presente en federaciones o asociaciones de personas sordas.
• Contar con el servicio de acompañamiento a personas mayores sordas VidAsor.
• Contar con sistemas que permitan la realización de videollamadas de forma autónoma, como la plataforma de video interpretación SVisual.
Para sensibilizar a los profesionales del centro sobre las necesidades de las personas sordas
• Conocer y utilizar las pautas para entablar contacto y conseguir una correcta comunicación. Por ejemplo: establecer contacto visual antes de hablar, vocalizar de forma clara, sentarse en círculo para facilitar el contacto visual, tocar suavemente el hombro para llamar la atención (no llamar nunca por la espalda), utilizar un tono de voz cálido, una sonrisa e incluso un gesto de mímica que apoye lo que se está diciendo, etc.
• Distribuir por los diferentes espacios del centro material gráfico, carteles o folletos que recuerden estas pautas para tratar a las personas sordas.
• Es importante que los profesionales del cuidado muestren buena disposición y paciencia hasta conseguir una comunicación efectiva.
Para mejorar la accesibilidad a la información
• Colocar las sillas en semicírculo para que todos tengan buena visibilidad y contacto visual entre ellos.
• Evitar el ruido visual, reducir los estímulos visuales que puedan impedir una correcta percepción y comprensión de los mensajes.
• En el televisor, elige la opción de subtitulado y da preferencia a contenido que cuente con interpretación en lengua de signos.
• En las bibliotecas también se cuentan con libros de lectura fácil o que solo contienen imágenes.
• Contar con herramientas de IA o traducción automática.
• No olvidar que el diseño inclusivo de espacios implica contar con ascensores con puertas de cristal y con videoporteros que faciliten la comunicación en ambas direcciones. También baños con puertas que dejen una banda libre en la zona inferior de cada cabina, posibilitando la comunicación visual en caso de emergencia. Además, decantarse por salas diáfanas y puertas acristaladas.








