El sector asistencial y el de la atención a las personas mayores ha sufrido un importante impacto debido a la crisis ocasionada por la actual pandemia. Para Virginia González, directora Comercial y de Marketing de Amavir: “La pandemia ha puesto todavía más de manifiesto la necesidad de tener personas formadas y cuidadores profesionalizados para atender y, en especial, para proteger a los colectivos más vulnerables como son las personas mayores o con algún tipo de dependencia”.
Este contexto plantea un escenario distinto, pero con nuevas oportunidades donde los profesionales del sector buscan, a partir de su experiencia, nuevas formas de hacer y un modelo asistencial que ofrezca el mejor servicio a los mayores. “Una de las satisfacciones con la que nos hemos topado en este duro año que llevamos recorrido es saber que, tanto en Amavir, como en el sector de atención a los mayores, contamos con profesionales entregados a los demás por vocación. Profesionales que, a pesar de estar sometidos a un trabajo duro a nivel emocional, agravado ante la incertidumbre que ha generado este virus, dan lo mejor de sí mismos. Todo ello para conseguir el bienestar de las personas mayores y dependientes que atienden cada día”, afirma Virginia.
En este sector, el trabajo de los cuidadores va más allá de lo que se conoce como “cuidados básicos”, procurando no solo un cuidado asistencial, sino también un cuidado integral. “Estos últimos años, se ha venido hablando de un cuidado individualizado, personalizado, centrado en las particularidades de cada persona: la Atención Centrada en la Persona (ACP). Esto ha supuesto un cambio de paradigma del cuidado protector al cuidado responsable o integral. El cuidado profesional abarca aspectos sanitarios, físicos, sociales, psicológicos, ambientales, convivenciales, relacionales y culturales, entre otros”, puntualiza González.
En este modelo, el papel de la familia es esencial, constituyendo un apoyo difícilmente sustituible para el bienestar del residente. Por ello, “la comunicación con ellos es primordial para forjar una buena relación basada en la confianza y la colaboración”, apunta.
También ha dado a conocer el hecho de que las residencias para personas mayores están sometidas a una estricta normativa, así como a rigurosos controles por parte de las autoridades sociales y sanitarias. «Durante la pandemia, las instrucciones han sido cambiantes, lo que ha supuesto un gran esfuerzo adaptarse a las nuevas directrices», explica la experta. Como aspecto positivo, señala que la crisis sanitaria ha intensificado y potenciado la comunicación con la Administración Pública, lo que repercute en una mejora de la atención residencial.
Por último, ha hecho referencia a que el momento actual requiere de una adaptación continua por parte de las organizaciones: “Las residencias para personas mayores debemos estar más cerca que nunca de nuestros usuarios y familiares, así como adaptarnos a las necesidades cambiantes que van presentando”.
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