A pesar de la eliminación de las restricciones COVID19 en el conjunto de la sociedad valenciana que se ha producido en los últimos meses, las residencias y centros de día siguen con una norma específica que impide avanzar hacia la normalidad total en la vida de las personas que viven en estos centros.
La exigencia de rellenar cuestionarios previos, los requisitos de las visitas, la reserva de habitaciones para aislamientos, que afecta sobre todo a las residencias de menos de 40 plazas, o la necesidad de estructurar la organización del centro por unidades convivenciales sigue condicionando la situación de estos centros sin permitir que los mismos evolucionen en la misma línea, y con la misma velocidad, que el resto de la sociedad.
Los datos apuntan a una mejoría muy importante de la situación. Por ejemplo, sólo el 2.15% de los fallecidos en residencias de personas mayores la última semana en España ha sido con diagnóstico positivo de COVID. Estamos en el número de casos en residentes más bajo de las últimas cuarenta semanas y la incidencia en los mismos, cuando hay casos, suele ser leve.
“Creemos que es hora de eliminar las restricciones de manera definitiva, las personas que viven en residencias y el personal que trabaja en ellas deberían volver a la normalidad. Si se ha podido hacer en los centros de discapacidad y salud mental, también debería hacerse en los de personas mayores” indicó el presidente de AERTE, José María Toro.
Para ello, sería necesario revisar la calificación que hace el Ministerio de Sanidad de los centros residenciales y que pudieran funcionar con planes de contingencia dinámicos que le permitieran adaptarse en cada momento a los distintos niveles de alerta y el mantenimiento de mascarillas en los profesionales de los centros, pero reduciendo las limitaciones actuales que afectan a la vida de las personas atendidas, a sus familiares y a la propia organización del centro.
La aplicación de la tercera dosis a las personas usuarias reforzó aún más la protección de estos centros y sigue demostrando la eficacia de la vacuna como principal herramienta de lucha contra la enfermedad. Los brotes que se producen en la actualidad se desarrollan de manera leve, casi sin derivaciones hospitalarias, lo que permite seguir avanzado en esta línea.
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