La exigencia de rellenar cuestionarios previos, las tomas de temperatura, la reserva del 5 % de plazas para aislamientos o la necesidad de estructurar la organización del centro por unidades convivenciales sigue condicionando la situación de estos centros sin permitir que evolucionen en la misma línea, y con la misma velocidad, que el resto de la sociedad.
“Creemos que es hora de eliminar las restricciones de manera definitiva, las personas que viven en residencias y el personal que trabaja en ellas deberían volver a la normalidad”, indicó el presidente de Aerte, José María Toro.
La aplicación de la tercera dosis a las personas usuarias reforzó aún más la protección de estos centros y sigue demostrando la eficacia de la vacuna como principal herramienta de lucha contra la enfermedad. Los brotes que se producen en la actualidad se desarrollan de manera leve, casi sin derivaciones hospitalarias, lo que permite seguir avanzado.
“Nos preocupa que se cronifiquen las medidas y la intervención sanitaria en los centros de servicios sociales. Se cataloga a las residencias y centros de día como ámbitos vulnerables por las personas que atendemos, pero es que siempre hemos atendido personas vulnerables”, afirmó el presidente de Aerte.
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