Cristina Rodríguez-Porrero Miret
Coordinadora del Foro LideA
Las personas mayores, en toda nuestra diversidad, queremos liderar nuestras vidas siendo conductores y no meros pasajeros de esta etapa vital. Es algo que tenemos claro y que la sociedad así lo va entendiendo y apoyando. Pero, además, queremos ejercer también un liderazgo colaborativo en la mejora de la sociedad, y este aspecto no está tan valorado ni reconocido como debiera. Las propias personas mayores debemos ser más conscientes de nuestra responsabilidad y nuestro papel para generar valor social y avanzar hacia una sociedad más amigable, más justa y ética, que facilite a cada persona desarrollar sus potencialidades en todas las etapas de su vida. Para ejercer este papel la sociedad se debe crear vías de participación activa de las personas mayores, no solamente de carácter meramente consultivo, sino determinante en la toma conjunta de decisiones.
En la celebración del X Aniversario del Foro LideA, en el que presentamos nuestros trabajos y nuestras propuestas, pudimos constatar la buena acogida y el interés que despierta esta visión de las personas mayores como agentes sociales activos y participativos. Este liderazgo por el que trabajamos supone un estado mental que está focalizado en los otros en vez de uno mismo, que pretende inspirar a seguir aprendiendo, a colaborar con agentes diversos, a reflexionar para conseguir hacer más y mejores cosas en beneficio de presentes y futuras generaciones. Debemos cambiar la mentalidad de “me dan, espero o necesito” por “propongo, cambio o impulso”.
El envejecimiento en su heterogeneidad afecta a todos los ámbitos de la vida. Por ello, debe haber un mayor balance entre los aspectos con los que se nos identifica y aquellos en los que queremos también ser reconocidos. Valores como la empatía, la motivación, la ética, y la corresponsabilidad nos ayudarán en esta tarea. El liderazgo activo implica también tener en cuenta a personas en situaciones de vulnerabilidad, personas que no pueden o tienen dificultades para participar socialmente. Por ello, debemos facilitar nuevas vías y oportunidades de generar ilusión y compromiso, porque todas las personas tenemos algo que compartir y aportar.
Con el fin de ejercer nuestro liderazgo, necesitamos estar unidos y cohesionados como sociedad civil para facilitar la interlocución y cooperación efectiva con las administraciones y con todos los agentes. Esta colaboración debe ser facilitada, valorada y reconocida, por lo que se requieren estrategias que consigan la participación de personas mayores de manera activa, continuada y no sólo de manera puntual o simbólica.
La sociedad digital es nuestra sociedad, es en la que vivimos y nos relacionamos. Trabajar para maximizar ventajas y evitar peligros que las tecnologías disruptivas pueden suponer en el ejercicio de nuestros deberes y derechos, es una prioridad de la que debemos ocuparnos y no solo preocuparnos, y hacerlo con el conjunto de actores y responsables implicados.
Considerar el enfoque interseccional entre envejecimiento y género, las características que implica el hacerse mayor en entornos rurales frente a urbanos, el tender puentes entre personas con discapacidad que se hacen mayores y personas mayores a las que les sobreviene una discapacidad y el liderazgo intergeneracional son algunos aspectos en los que estamos compartiendo reflexiones y profundizando por su enorme repercusión en esta participación activa en la que estamos inmersos. Y lo hacemos desde la perspectiva de derechos, de diversidad de circunstancias, desde la dignidad, el diálogo y la defensa y demostración de que las personas mayores queremos y debemos contribuir a la generación de valor, y a ser agentes de cambio, junto a todas las personas implicadas. Construir la sociedad del futuro implica el liderazgo de las personas mayores.
